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Con el rostro tumefacto y las energías en su mínima expresión, Juan Carrasco se plantó a jugarse al todo o nada en los últimos rounds.
Foto: Axel Lloret/Diario UNO
El ring side tuvo la presencia del propio gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo; el intendente de Capital Ulpiano Suárez, que ha apoyado a Carrasco a lo largo de su carrera; Andrés Peti Lombardo, presidente Cámara de Diputados; Diego Costarelli, intendente de Godoy Cruz; y Marcos Calvente, intendente de Guaymallén y el anfitrión, Federico Chiapetta, subsecretario de Deportes de Mendoza.
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Autoridades provinciales en el Aconcagua Arena: Federico Chiapetta, Diego Costarelli, Alfredo Cornejo, Andrés Peti Lombardo, Hugo Calvente, y Ulpiano Suárez.
Juan Carrasco batalló hasta la extenuación
Cuando promediaba el último round de la pelea pactada a 12 asaltos, Juan Carrasco (61,200kg) estaba siendo superado por el ataque del ruso Zaur Abdullaev (61,00) y desde el rincón, Pablo Chacón, acertadamente, tiró la toalla, decretándose así el nocáut técnico.
El inicio del pleito lo mostró al mendocino mejor en el ataque, y con variantes desde la larga y media distancia, comenzó a vulnerar la guardia del ruso ex Campeón Mundial Juvenil y Mundial Silver del Consejo Mundial (CMB). Los golpes rectos, en combinación de jab y directo, le hicieron ganar los tres primeros asaltos al pupilo de Chacón.
El plan de Zaur Abdullaev se basó en su poder de absorción de golpes y en saber esperar su momento. Pasado el quinto round, pasó de lanzar tibios jabs a meter con potencia los directos de derecha como contra ofensiva.
En el descanso del tercer capítulo el rincón del ruso tuvo que trabajar para restañar la hemorragia nasal que sufría. Los golpes de Carrasco, donde se sumaron los ascendentes en gancho y uppercut, sumaban puntos.
El quinto asalto y el principio del fin para la ilusión de Juan Carrasco
Pero tras el quinto capítulo, el daño que causó el púgil del predio Ferial Aconcagua -frente al barrio La Favorita- no fue el suficiente para desequilibrar el pleito. Se puso en marcha el plan de Abdullaev y la pelea se transformó en un toma y daca feroz, donde las descargas del ruso hicieron más mella.
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Juan Carrasco dominó la pelea hasta el quinto asalto, mientras tuvo las energías que le permitieron un preparación precaria y llena de obstáculos por su situación legal.
Foto: Axel Lloret/Diario UNO
La deficiente preparación física de Juan Carrasco, limitado por las medidas de seguridad impuestas desde el sistema penitenciario, como las prohibiciones para correr por las mañanas, y el sufrir interrupciones reiteradas, con llamadas telefónicas en el gimnasio, y hasta el descanso nocturno del boxeador; pasó factura.
El rostro de Juancito ya mostraba el ojo izquierdo prácticamente cerrado y con inflamaciones en el derecho, y el mendocino hasta pudo dar vuelta un par de rounds a puro coraje. Pero en el 10° recibió un par de bombazos rectos de derecha, que duras penas pudo soportar de pie.
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Juan Carrasco escucha las indicaciones de su entrenador Pablo Chacón. El peleador suplió la falta de resto físico con guapeza y coraje.
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Un cierre con papelón de parte del público en el Aconcagua Arena
En el último round, y bajo el aliento constante del mucho público que asistió, Carrasco se jugó la última ficha, se prendió en el intercambio de golpes, donde prevaleció un Abdullaev con mucho más resto físico. Desde la esquina Pablo Chacón supo que estas muestras de arrojo ya no tenían sentido, y lanzó la toalla para dar fin a la pelea y al sueño de su pupilo.
Un hecho vergonzoso fue la reacción de cierta parte del público, que decretado el KOT por el árbitro Mario González, comenzaron a arrojar botellas de plástico y hasta restos de comida. El séquito del ruso, no sólo festejó, sino que en un principio hasta atizó provocativamente la mala actitud de la gente. Luego se apaciguaron los ánimos y se recuperó la calma y hubo saludos y felicitaciones desde ambos rincones.
Fin de una noche triste para un Juan Carrasco que lo dio todo sobre el ring
La imagen más triste de la noche, fue la del un Juan Carrasco aplicando inmersión en hielo para desinflamar su rostro en el camarín, y la tristeza propia y de los miles de mendocinos que se esperanzaron en verlo ganar sobre las mil adversidades. "Ahí me vienen a poner de nuevo la tobillera los del penal", cerró como patética declaración y corolario de una noche de desencanto, mientras los agentes penitenciarios esperaban en el pasillo para cumplir su tarea.
Luego de retirarse del estadio, Juan Carrasco fue llevado al Hospital Central para realizarle diversos estudios (radiografías, tomografías, etc.) de rutina y a modo de prevención. Allí fue donde finalmente volvieron a ponerle la tobillera.