Análisis y opinión

Un viaje imaginario de la mano de cuatro influencers culinarias de ayer y hoy

Cultura culinaria. Cocinar, se volvió nuevamente un hecho cultural indispensable. La alimentación está vinculada con la sustentabilidad y soberanía alimentaria

Cuatro mujeres de épocas y geografías distintas. Pioneras y amantes de la buena cocina. Expertas en el arte de enseñar a cocinar bien y comer mucho mejor. Todas viajeras y grandes comunicadoras, con estilo y sello propio. Algunas signaron la vida de generaciones enteras. Otras, nos acompañan vía redes y aparecen por Netflix o Instagram para alegrarnos el día. Están, ahí, a un clic de distancia, para recodarnos que entre lo bueno de la vida está el arte de cocinar bien y comer mejor.

Titanes en el ring

Imaginemos unos desafíos de boxeo, al estilo espectáculo de streamers que se retan a pelear en vivo y lo trasmiten en directo, protagonizado por cocineras influencers de ayer y de hoy.

El primero de los desafíos seria entre dos clásicos. En un rincón del cuadrilátero, animada por IA aparece con guantes azules y blancos la numero uno de la cocina argentina, la gran maestra doña Petrona de Gandulfo. Autora del libro con mayúscula de recetas argentinas de todos los tiempos. Pionera de la enseñanza de cocina por radio y TV, referencia ineludible de la cocina hogareña desde los sesenta y setenta quien, armada con kilos y kilos de manteca y crema, asistida por la legendaria Juanita, dictó cátedra culinaria a todo el país. Enfrente, encontramos a la retadora: nacida en Pasadena, California, con guantes rojos calzados desde su imponente 1.88, con voz estridente y su misteriosa participación en terrenos varios de la diplomacia internacional, representando a Estados Unidos de América, la uni-única Julia Child. Quien introdujo en directo y por TV en plena post segunda guerra mundial, nada menos ni nada menos que los secretos de la cousine francaise en EE. UU. Enseñando la compleja elaboración de una sopa de cebolla en la casa de los norteamericanos que entonces consumían enlatados, como la sopa de tomate Campbell antes de que Andy Warhol la transforme en ícono pop.

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Desafío contemporáneo

En el asalto número dos encontramos a Paulina Cocina, una socióloga argentina que en principio cocinaba para relajar el estrés que le provocaba la escritura de su tesis doctoral sobre campos de refugiados en España. Paulina, como todas la conocemos, devino influencer culinaria enseñando trucos para cocinar mejor y más rápido y como plus, es posteadora serial de videos hilarantes. Enfrente, encontramos a la siempre sonriente, colorida, bronceada y muy bien maquillada y la vez natural -como si eso fiera posible- Nadiya Husseim. La británica, primera generación de inmigrantes bangladeshies en Reino Unido, es la pastelera ganadora del Back Off Reino Unido 2015 y adquirió fama internacional como conductora de TV en programas como Family Cooking Showdown e hizo tortas para la mismísima reina Isabel. Durante la pandemia de COVID 19, esparcía en sus programas cuotas terapéuticas de optimismo culinario que aún agradecemos.

Volver a la mesa

¿Hay, acaso, fuertes cambios en nuestros consumos culturales respecto a la cocina y los alimentos? ¿O, quizás, intentamos recuperar algo primigenio que como especie nunca debimos haber perdido? En un mundo en el cual la obesidad y la malnutrición van de la mano y son dos caras de una misma moneda, aunque suene paradójico, cocinar, se volvió nuevamente un hecho cultural indispensable.

"Somos lo que comemos" reza el viejo y renovado dicho popular y resuena cargado de sabiduría. En los últimos veinte años, algunos célebres investigadores empezaron a plantear la relación y correlación entre estómago y cerebro, que nuestra salud cerebral está fuertemente conectada y vinculada con nuestra flora intestinal y con qué, cuánto, cómo y cuándo comemos.

Por otra parte, la alimentación está vinculada con la sustentabilidad y soberanía alimentaria y con la gestión de nuestro ambiente humano. Tema relevante para comunicar, donde se agradece la liviandad y el humor, pero que también requiere rigurosidad.

De un modo u otro, nuestras viejas y nuevas influencers culinarias, cada una con sus códigos y estilos según la época, lo llevaron a cabo. Porque si hay algo con lo que podemos nutrirnos es con la cultura culinaria. El ministerio o, en todo caso, hoy, secretaria de cultura, debería tener una cocina en el centro. Y esto no es broma. Nada más cultural que cocinar nuestros propios alimentos con productos regionales, revalorizarlos y ponerlos en circulación en otras latitudes.

Recuerdo una experiencia vivida hace algunos años en el edificio del antiguo Correo Central de Buenos Aires, hoy CCK, donde había chance de experimentar, pagando una cena, recetas de diferentes partes del país en una experiencia gastronómica singular con chefs que revalorizaban la cocina local como hecho artístico y productivo.

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Enseñar por TV, trasmitir por redes

Nuestro coloso vecino, la Republica Federativa de Brasil, tiene una larga tradición de enseñar cultura culinaria y hábitos de cuidado ambiental mediante su vasta literatura y populares telenovelas vespertinas: cómo ahorrar energía eléctrica, cómo evitar la contaminación de un rio y cómo cocinar con ollas a presión. Adivinen: ¿quién, de nuestras retadoras estrellas culinarias, allá por los años 60, tenía una amplia sección dedicada a la cocina económica con ollas a presión? Sí, la mismísima, ella, Doña Petrona de Gandulfo.

Si hoy trasmitiéramos un episodio entero de Dona Petrona donde enseña durante media hora cómo preparar un pan dulce, develando los secretos del extracto de malta y la levadura, poca gente lo vería entero. Era otra época y no es justo ni aconsejable medir una época con la vara de otra. Como ejercicio podemos plantearnos qué pasaría al revés, si doña Petrona o Julia Child vieran los videos de Paulina Cocina enseñando en 10 segundos trucos culinarios para una cena nutritiva o a Nadiya armando ensaladas en frascos en pocos minutos listas para guardarlas y transportarlas donde sea. Sería un ejercicio de retro futurismo, como las muestras de arte donde se lee una época futura a través de un prisma pretérito.

Tan exótico y básico, tan lejos y tan cerca

Mas allá de los ejercicios intelectuales que podemos proyectar para poner en dialogo o en disputas imaginarias a personajes que no se conocieron, pero que nos interesaría ver interactuar y de la ficción que la IA puede suministrarnos, como una suerte de literatura virtual en 4D, qué bueno sería, ¿no? poder enseñar a cocinar de nuevo, a todo el mundo.

Que hayas mesas propias en todas las casas del país. Porque la mesa, no es un mueble más, es el principal lugar de unión y reunión. Porque como enseña la antropología: no hay un hecho más cultural que la agricultura y la cocina. Cuando los seres humanos cultivan y cocinan sus propios alimentos, logran entrar en una etapa civilizatoria diferente a la que pertenecen los nómades y recolectores. Se instalan y de desarrollan.

De este hecho tan primigenio y siempre vigente, cocinar, posiblemente provenga nuestra fascinación por las influencers culinarias de ayer y hoy. Con tiempos y lenguajes distintos, nos traen culturas de otros lados y las traducen. Como Melquiades, el mago viajero de Cien Años de Soledad, que traía saberes foráneos que parecían mágicos, alquímicos. Por eso, cada diáspora se reúne en torno a sus sabores cuando se instala en otros países y uno de mejores viajes que podemos hacer, sin pagar tikets, es conocer otras culturas a través de sus comidas. En Argentina, el sincretismo culinario nutrido por las sazones de diversas partes del mundo y regiones del país ha sido y sigue siendo un hecho social rico y variado. Que integra y enriquece. A cultivar y cultivarnos. A cocinar lo propio, que de eso se trata. Porque tenemos un territorio vasto donde existe la oportunidad y necesidad de revalorizar las culturas regionales. Lo local puede insertarse y revalorizarse en lo global, a través de lo glocal.

A cocinar más y mejor, se ha dicho, que sabe riquísimo, nos alienta Nadiya con muchas "ies", envuelta en colores vibrantes. Porque es bueno, bonito y barato, agrega, Paulina, esa estratega de la planificación culinaria. Buenas tardes, ¡mucho gusto!, nos despide, en blanco y negro la eterna Doña Petrona. ¡Et bon apetit a tous! Cierra, sonriente, Julia Child: ¡A nuestra salsa nos llamaron!

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