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Tras conocerse los resultados de las elecciones 2023, Rodolfo Suarez, Alfredo Cornejo y Hebe Casado celebrando la victoria.
Nicolás Rios.
Cornejo acaba de romper aquella creencia de que a los mendocinos no les gusta volver a elegir al que ya fue mandatario de Mendoza. Además, su elección ha confirmado que -a la hora de votar para gobernador- el ciudadano "tipo" de esta provincia prefiere el equilibrio y la previsibilidad. Las excentricidades tipo Milei se las permite en las PASO.
Su triunfo, que llevará a Cambia Mendoza a tres gobernaciones seguidas del radicalismo, debe atribuirse tanto a sus méritos políticos (lo que no significa desconocer sus piojos), como a las falencias de sus competidores; sin olvidarnos, claro, del ventarrón que trajo Luis Petri, astilla del mismo palo.
Entre los detractores de Cornejo se ha recurrido a un viejo dicho popular ("está visto que hay que ser malo para tener suerte") con el fin de demostrar cómo la decisión de Petri de enfrentar a Cornejo benefició a ambos, pero sobre todo al ex mandatario y ahora gobernador electo.
El 40% de los votos de Petri en la interna fue visto en su momento como un fuerte llamado de atención para el líder de Cambia Mendoza. Otros llegaron a hablar del inicio del fin del cornejismo. Lo cierto es que Cornejo cazó al vuelo la señal y redobló acciones en modo estratega.
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El gobernador electo Alfredo Cornejo junto a su vice Hebe Casado.
Nicolás Rios.
Sumó rápidamente a Petri para trabajar juntos, agregó a su plan buena parte de las propuestas del contrincante y terminó de convencer a Patricia Bullrich de que lo llevase a Petri como compañero en la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio.
¿Qué debería hacer Cornejo en su segunda gobernación? Primero tener muy en claro que será el jefe de una fracción del Estado, no de todo el Estado. Si realmente cree tener pasta de estadista (algo de lo que él está seguro) este será el momento culminante de su carrera para demostrarlo.
No podrá actuar con la misma mano de hierro que utilizó cuando reemplazó a Paco Pérez en 2015 para poner en pie una administración descuajeringada. Se deberá cuidar como de orinarse en la cama porque tendrá una nueva oposición, el demarchismo, que no le sacará las lupas de encima, lo cual, como en el ya citado caso de Luis Petri, puede que lo termine beneficiando.
Por lo tanto deberá actuar de manera muy inteligente, por encima de las fracciones, pero sin menoscabar a estas. Siempre con Mendoza como leit motiv de cabecera. Talento y audacia es lo que requiere la Provincia para asegurarle el terreno a las próximas generaciones. Lo cual no quiere decir que no se deba pensar en las próximas elecciones. Las aguas de la persuasión lo deberían mostrar como un nadador senior.
Introducing Omar De Marchi
Lo de Omar De Marchi, que se posicionó en segundo lugar, pero que no le alcanzó para hacerle sombra al ganador, es destacable por varias razones. Citemos: el poco tiempo que tuvo para armar un partido desde cero; la habilidad para reunir a enojados con Cornejo (de todas las tendencias); pero sobre todo el nuevo tipo de liderazgo que generó el lujanino, mérito que se había perdido tanto en el peronismo como el Partido Demócrata.
De Marchi no tiene el tipo de densidad de Cornejo, pero lo compensa con esa capacidad de vendedor con sonrisa eterna. Tiene trabajado el discurso para hacer más digerible las complejidades políticas, algo que a Cornejo no le resulta tan fácil porque no es un gran comunicador; lo del sancarlino es pensar y ejecutar.
Por ahora la irrupción de ese nuevo liderazgo que ha traído De Marchi es enteramente de él, no de La Unión Mendocina, ya que el componente ideológico de todo ese rejunte es tan exuberante y desigual que desconcierta. Lo que es indudable es que De Marchi ha quedado posicionado como el nuevo referente de la oposición.
Los cooptados del PJ
En cambio, el peronismo mendocino, cooptado por el kirchnerismo desde hace más de una década y empobrecido por la falta de liderazgos en su dirigencia provincial, ha exhibido ausencia de autocrítica y una preocupante desconexión con la realidad. De allí su magro tercer puesto.
La disyuntiva es de cemento: o el justicialismo local se refunda con un programa creativamente mendocino que le permita hacerse un lugar en el peronismo nacional, o su futuro será el de un partidito de poca monta.
Ya está visto que las sociedades de hermanos en los municipios peronistas o las gestiones eternas de intendentes pueden haber servido para mostrar dominio de porciones de la territorialidad, pero de ninguna manera para generar líderes con vocación y garra de alcance provincial. Han sido cacicazgos de tiro corto al punto de que algunos de esos devaluados caciques ya han saltado la tapia hacia el territorio demarchista.
Acostumbrado a tener un "piso" de votantes alto, el peronismo local es hoy un desteñido remedo de aquel PJ renovador que logró tres gobernaciones seguidas entre 1987 y 1999 con el Equipo de los Mendocinos. Son las consecuencias de haberse postrado ante el altar de Cristina Kirchner y de aceptar que desde el Instituto Patria le impusieran al PJ de Mendoza hasta los candidatos a concejales. Por sus frutos los conoceréis.