Análisis y opinión

Nos robaron el voto durante 14 años

El autor esboza una visión personal de cómo fue vivir bajo dictaduras y con el derecho a elegir conculcado y remarca sobre por qué hay que ir a votar este domingo

Cuando cumplí 18 años, la edad para empezar a votar, estábamos en plena dictadura de Onganía-Lanusse-Levingston (1966-1973) llamada aparatosamente Revolución Argentina. Pude votar por primera vez a los 21 años. Hice toda la escuela secundaria y los primeros años de la facultad bajo los militares que se sublevaron contra el presidente Arturo Illia en 1966.

A las 8 del 11 de marzo de 1973, víctima de una hermosa ansiedad, estuve en la puerta de la escuela Güemes, de Palmira, para votar. A esa hora ya había una marea humana. Mujeres y varones votaban todavía en escuelas separadas.

Dos meses después, el 25 de mayo, fui a ver la asunción del gobernador peronista Alberto Martínez Baca en la explanada de la Casa de Gobierno. Al final de la ceremonia, facciones de derecha e izquierda del peronismo se agarraron a cadenazos. Fue un premonitorio aviso de la noche que volvería a caer sobre el país tres años después, el 24 de marzo de 1976.

Peron
Héctor Cámpora llamó a nuevas elecciones para permitir el regreso de Perón (foto) al poder. Se cumplieron el 23 de septiembre de 1973. 

Héctor Cámpora llamó a nuevas elecciones para permitir el regreso de Perón (foto) al poder. Se cumplieron el 23 de septiembre de 1973.

Por entonces estudiaba periodismo y tenía interés por la política, prohibida desde el 28 de junio de 1966. Intenté un acercamiento al peronismo, pero con rapidez me di cuenta que mi interés era el fenómeno peronista, no la militancia en ese partido. Devoraba libros sobre el tema. Dediqué las tardes de un verano a las casi 600 páginas de "La formación de la conciencia nacional", de J.J. Hernández Arregui. Pero al mismo tiempo estaba fascinado con García Márquez y Vargas Llosa. A los 13 años me había marcado Albert Camus con "El extranjero". Así era como yo quería escribir. En medio de esos explosivos años '70 me llegó Borges -un bálsamo- y nunca se fue.

Ingresé al servicio militar a la semana siguiente de aquella asunción constitucional de Martinez Baca. Me había tocado "la Marina". El presidente Héctor J. Cámpora, del peronismo de izquierda, ya cumplía parte de los 49 días que duró su gestión. Cámpora llamó a nuevas elecciones para permitir el regreso de Perón al poder. Se cumplieron el 23 de septiembre de 1973. No pude votar porque ya estaba "bajo bandera" en Puerto Belgrano. Fue un triunfo rotundo de la fórmula Perón-Perón.

Nueve meses después, el 1 de julio de 1974, el anciano líder murió y su esposa, la vice María Estela de Perón, juró como presidenta. Desde ese día de 1974 hasta el 24 de marzo de 1976 el país fue un polvorín, un continuo desasosiego. Perón ya había echado a los montoneros de la Plaza de Mayo, que pasaron a la clandestinidad, e Isabel, una mujer sin cualidades políticas, había dado carta blanca a los parapoliciales y extremistas de derecha, asesorada por el "brujo" José López Rega. La muerte fue un lugar común.

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En los '70 había votado al peronismo. En los '80 elegí al radicalismo. Raúl Alfonsín (foto) me había impactado.

En los '70 había votado al peronismo. En los '80 elegí al radicalismo. Raúl Alfonsín (foto) me había impactado.

Cuando volví a votar por segunda vez en mi vida, el domingo 30 de octubre de 1983, ya estaba casado, nuestra primera hija tenía 3 años, y yo afrontaba dos trabajos periodísticos. Ser periodista profesional en una dictadura nefasta como la del Proceso de Reorganización Nacional fue un sufrimiento continuo. El infierno de muertos y desaparecidos, coronado con el desatino de llevarnos a una guerra absurda en Malvinas, hizo que aquel día electoral de octubre del '83 fuera memorable. La noche anterior no pude dormir. Otra vez fui muy temprano a votar. En los '70 había votado al peronismo. En los '80 elegí al radicalismo. Raúl Alfonsín me había impactado.

De ahí en adelante fui a votar a cada una de las elecciones, incluidas las PASO. No falté a ninguna. Y trabajé en cada una de esas jornadas de domingos electorales en los medios periodísticos por los que pasé, particularmente en Diario UNO, donde más tiempo me desempeñé y donde más disfruté de la profesión, y donde hoy sigo colaborando.

Empecé a escribir esta columna con la idea de que su título fuera ¿Por qué deberíamos ir a votar este 26 de octubre?, pero como pasa muchas veces, uno empieza a escribir con una idea y, de repente algo (una palabra, un recuerdo, una música) te lleva para otro lado.

elecciones urnas boletas
En las elecciones de este domingo, los votantes se encontrarán con dos boletas y dos urnas. Lo importante es ir a emitir el voto.

En las elecciones de este domingo, los votantes se encontrarán con dos boletas y dos urnas. Lo importante es ir a emitir el voto.

Es lo que pasa esta vez en que son muchos los que están con dudas sobre cómo votar y que seguirán sopesando los pro y los contra hasta llegar al lugar de votación. De lo que no caben dudas es que hay que ir a votar y que este domingo debe ser un día para hacer oír nuestra voz.

Somos ciudadanos (algo luminosamente importante) y debemos mantener aceitada esa línea de transmisión entre el votante y el Estado. Ir a votar este domingo debería ser una obligación jubilosa. Así sea que estemos enojados o que dudemos o que estemos conformes.

Nadie debe volver a pasar 14 años sin poder expresar su opinión sobre la marcha de los gobiernos. Vivimos en un sistema de república democrática donde uno de nuestros principales derechos es elegir a los representantes del pueblo. Y todo derecho incluye una obligación. No deberíamos jugar con esto porque como se ha dicho con acierto, la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos.

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