Uno ve a diario a la Policía Vial haciendo controles de motos y de autos, lo cual está súper. Ahora bien, levante la mano quien haya visto algún operativo de control o concientización exclusivamente para ciclistas en las arterias del Gran Mendoza.
Son gringos
Atenti: si usted descubre en las calles del Centro a ciclistas que cumplan con todos los protocolos viales, es de cajón que se trata de turistas norteamericanos, ingleses o japoneses. Bueno, no seamos injustos: hay una porción de mendocinos, de ninguna manera representativa, que cumple no digamos en un 100% las normas, pero que por lo menos se cuidan de no pasar los semáforos en rojo.
Están los ciclistas transgresores y algo culposos que guardan algunos recaudos. Pasan con semáforo en rojo, pero antes miran para los dos lados. O bien se paran delante de los autos que están en primera fila esperando el verde y empiezan a hacer equilibrio en zig zag sin apoyar los pies en el piso como para indicarle al "punto" del auto que espera el verde en la pole position que, ¡ojo! no se te vaya a ocurrir querer primerear.
Son tan "huevas" que a veces le hacen eso mismo a los choferes de micros, desconociendo la desproporción brutal que existe entre alguien montado en una bici y un chofer al mando de un ómnibus de chapa dura y ruedas gigantes. Además están los que intentan pasar a los colectivos por la derecha. Es una de las peores cosas que puede hacer un ciclista. Ese suele ser un punto ciego para los conductores de bondis, y además las paradas de los pasajeros están de ese lado.
Empoderados
Para ser totalmente justos debemos decir que hay también bastantes automovilistas que no tienen en cuenta la fragilidad de un ciclista frente a un coche y que a veces no dudan en tirarles el auto encima cuando los ciclistas incurren en alguna infracción. El ojo por ojo es lo peor que hay. En las ciclovías de Ciudad y de municipios aledaños los ciclistas se han empoderado de tal manera que dan por sentado que ellos tienen la prioridad en todo. Más que los peatones, por supuesto. Ellos son los premier, los advance, los premiun de la calle. Si un automovilista ve un ciclista en la ciclovía debe parar por las dudas y hacerle una reverencia. En mi caso particular, lo que me mata es esa mirada con que te auscultan, como si fueran inquisidores medievales relojeando a los pecadores.
Los ciclistas son hoy, ante los ojos de la ley, como los hijos malcriados de esas parejas que van de visita a una casa extraña y les dejen a sus vástagos, criaturitas de Dios, portarse como reverendos hijos de sus padres.
En toda ciudad que se precie de tal hay multas para los ciclistas que no cumplen con las leyes de tránsito o que no respetan la señalización vial. También para los que no usan casco, o para los mayores de 12 años que manejen por las veredas, o que generen acciones imprudentes, como andar en una sola rueda, o con una sola mano o sin las dos manos en el manubrio. Mendoza no entra en ese rango de ciudades.
Acá vas por una calle de la Quinta Sección y de repente te aparecen, por diestra y siniestra, un grupo de adolescentes en bici que te encapsulan haciendo todos "el caballito" con la rueda delantera elevándose hacia los aires.
Maldita costumbre
La Asociación Civil Luchemos por la Vida acaba de realizar un relevamiento en las calles de la ciudad de Buenos Aires donde comprobó que el 84% de los ciclistas tiene la costumbre de pasar los semáforos en rojo, que el 95% no respeta la prioridad de los peatones, que el 71% no usa casco, y el 98% no señaliza sus desplazamientos con los brazos.
Disculpe que lo joda, lector, pero tómese el trabajo de repasar nuevamente esas cifras que nos proporciona la conocida ONG. Son de septiembre de este año.
"El problema es que los ciclistas no se sienten conductores de un vehículo en tránsito", graficó Alberto Silveira, titular de Luchemos por la Vida, dando absolutamente en el clavo de lo que a diario vemos en Mendoza. Los ciclistas creen ser parte de algo distinto a un conductor, y que por lo tanto a ellos no les caben las generales de la ley.
Le adelanto otro asunto de la cotidianidad que podría ser tema de otra columna futura: Tampoco hay acciones concretas para regular el desplazamiento de los que se lanzan desde el oeste hacia el centro en sus patinetas, haciendo zig zag entre autos y micros de una manera tan alocada y provocadora, que lo aconsejable es mejor perderlos que encontrarlos, por lo menos hasta que las autoridades viales decidan actuar con alguna norma inteligente.