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Los comentarios de Mauricio Macri peligrosamente favorables al ultralibertario Javier Milei han generado ruido en Juntos por el Cambio.
Cuando Cornejo fue titular de la UCR nacional, entre 2017 y 2021, alentó a Manes para que se metiera en la política. De allí que se vio en la obligación de salir a escena cuando el médico se desbocó. Tuvo que aclarar que no compartía el inesperado cuestionamiento de Manes al líder del PRO. Es más, le pidió a su correligionario que no se olvidara que "Macri es nuestro aliado y mal que les pese a algunos, debemos hacer proselitismo con su gente".
Cornejo le advirtió a Manes que nadie podría ganar en JxC si se cuestionaba de esa manera a un gobierno del que todos ellos -macristas, radicales y lilitos- fueron parte. Y le recordó que "los adversarios siguen estando afuera", señalando al kirchnerismo. Para el mendocino, en el radicalismo no había antes, ni hay ahora, otro ámbito político para estar que no sea Juntos por Cambio.
La última palabra
En marzo pasado Macri se resignó al mandato de la realidad: no existían chances para una nueva postulación presidencial. Muy a su pesar, hizo como que dejaba liberado el terreno para que Bullrich y Larreta trabajaran sus postulaciones, reservándose él la instancia de ser un hombre de consulta.
Pero fue mucho más que eso. Macri dio por descontado que iba a tener siempre la última palabra. Así fue que en los actos de la precandidata Bullrich, el que solía cerrar era Macri. Rara admisión de una una mujer que advertía que no se iba a dejar desperfilar.
Toda esa forma de actuar de Macri hizo eclosión cuando Javier Milei ganó las PASO nacionales y el creador del PRO lo celebró como un triunfo propio, haciendo encender todo tipo de alarmas en JxC. La coalición opositora ya se había expresado -a principios de este año- en contra de hacer acuerdos con el extremista de derecha.
El floreo que hubo por varios días entre Macri y Milei no pudo ser más manifiesto. El dos veces jefe de Gobierno porteño no dudó en saludar exultante el triunfo del esperpéntico libertario y en afirmar su beneplácito porque alguien del mismo palo que el suyo se había alzado con tan inesperado triunfo.
En tanto, el amo de los 4 mastines adelantó que quería a Macri como embajador argentino ante el mundo. Fue la gota que colmó el vaso de Patricia Bullrich y de su equipo de campaña. Ese team le venía reclamando a la candidata, sotto voce, que lo hiciera callar al ex mandatario porque le estaba espantando votos
Lo que presumes
Es usual que cuando algunos líderes comienzan su ocaso político intenten aspaventar que están vigentes. En muchos de estos casos, en vez de consolidar algún tipo de prestigio, terminan debilitando o embarullando el devenir de cualquier proyecto político.
Algo de eso está ocurriendo con Macri. Máxime cuando hay sospechas de que está trabajando para Mile, en algunos casos "simbólicamente" y en otros con logística u otros métodos.
Este año, de marzo en adelante, la relación de Macri con el PRO, en particular, y con Juntos por el Cambio, en general, ha sido bastante sinuosa. Pretendió monitorear la campaña de Patricia Bullrich y esmerilar a Larreta al tiempo que viajaba por el mundo por su cargo en la FIFA y participaba en torneos internacionales de bridge, otra de sus pasiones.
Tanto en política como en la vida diaria muchos suelen presumir de cosas de las que en realidad carecen. Antes de que Javier Milei diera el batacazo de las PASO nacionales, Macri ya venía irritando con sus declaraciones que solían poner en aprietos a todos los que estaban armando la campaña de Bullrich. Se empezó a ir de boca y a borrar con el codo lo que había escrito en marzo de este año al renunciar a postularse para la presidencia del país.
Ahora, embretado por esas críticas, busca exagerar su devoción por JxC diciendo que está a las órdenes de Patricia Bullrich para lo que necesite. Incluso ha aclarado que puede ser desde director técnico hasta aguatero, pasando por doble cinco.
A veces Macri actúa más como empresario o jefe de Boca Juniors que como político. Tal vez las formas del PRO de los primeros años le hayan dado resultado, pero cuando se forma parte de una coalición donde el principal socio es nada menos que la UCR y el socio menor es el partido de Lilita Carrió, las ínfulas deben ser calculadas con mayor atención.
El revulsivo que empeoró todo fue el huracán Milei. Ni JxC, ni el peronismo kirchnerista, y ni siquiera la izquierda, saben cómo pararse ante un fenómeno tan disparatado y peligroso como el del libertario, una movida que seduce tanto a los jóvenes de clase media como a trabajadores que supieron ser fiel clientela del peronismo. En esa peligrosa ensoñación que abrió Milei cayó Mauricio Macri.
Hay que decirlo con todas las letras: con Javier Milei no estamos ante un dirigente liberal sensato, democrático y republicano, de los que hacen falta para contrarrestar el populismo que corroe el país, sino ante un desorbitado sin andamiaje de gobernabilidad, y que encima carga con un desprecio supino por la ciencia política.