Análisis y opinión

Los sicarios de la esperanza

En medio de un 100% de inflación anual, la política argentina insiste en vender humo y hacer beneficencia con la ajena

Como aquellas películas con argumentos fascinantes o efectos especiales deslumbrantes que ya vimos; vivimos tiempos que nos han quitado la capacidad de asombro.

Ejemplo: 100% de inflación anual, ¿no es lo más parecido a hiperinflación?

En el medio de semejantes tribulaciones cotidianas, el desparpajo y la total desconección de la realidad de la política argentina que, privilegiada y despreocupada cual realeza europea, insiste en vender humo y hacer beneficencia con la ajena.

El vacío de contenido de los discursos políticos encuentran su ejemplo en las sabias e irónicas palabras de aquella canción de Serrat:

"Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión

En declarar públicamente su empeño

En propiciar un diálogo de franca distensión

Que les permita hallar un marco previo

Que garantice unas premisas mínimas

Que contribuyan a crear los resortes

Que impulsen un punto de partida sólido y capaz

De este a oeste y de sur a norte

Donde establecer las bases de un tratado de amistad

Que contribuya a poner los cimientos

De una plataforma donde edificar

Un hermoso futuro de amor y paz"

La palabra vacía es la que no expresa nada. Ni contenidos objetivos ni siquiera los auténticos sentimientos de quien la dice. Sirve para diagnosticar su morbosa autoatención, esa que es trasladable al discurso político argentino. No hay nada en él, referente a nuestros problemas reales, cualquiera que pueda ser su diagnóstico y el tratamiento que para ellos se propugne, y sólo por la vía indirecta de la interpretación, nos informa del estado de ánimo de los sujetos discursantes, algo de escaso interés. Tan vacuo, como cuando los políticos se atacan recíprocamente con términos agraviantes para la tribuna y discusiones masturbatorias hartantes.

El uso y la explotación de la gente burlándose de su pensamiento crítico, ofendiendo su inteligencia, apropiándose de sus recursos que son su vida, su futuro; convierte a los popes de la política en sicarios de la fe y la esperanza.

No hemos venido a este mundo solo a existir, sino a desarrollarnos como personas, como sociedad… La derrota de los sueños, de las ilusiones, de los proyectos, de la paz; son la derrota de la vida misma.

De qué sirve levantarse cada mañana cuando ya sabemos que todo el esfuerzo que hagamos solo nos va a servir para sobrevivir, que nuestra voluntad será vulnerada por quienes no nos representan.

Es tan profundo el pozo en el que estamos estancados, que el trabajo a realizar es faraónico.

No podemos seguir permitiendo que la cosa pública siga siendo conducida con total irresponsabilidad y desfachatez desde la izquierda, el centro y/o la derecha.

Creo no equivocarme al interpretar que todos queremos, al menos una vez en este país; que el contenido de las ideas, de los discursos y hasta de los envases; no esté vencido, podrido o sea mezquino.

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