Análisis y opinión

Las vicepresidencias difíciles, problemáticas, de Julio Cobos y de Cristina Kirchner

En su rol de vicepresidentes, tanto Julio Cobos como Cristina Kirchner rompieron las reglas de lo que tradicionalmente se espera del N° 2 en este país presidencialista

Ha querido el devenir histórico que Cristina Kirchner sea -y permítaseme la simplificación- una especie de "Julio Cobos de Alberto Fernández". Todos sabemos que esa esquematización es endeble porque el peso político de la dama es muy superior al del mendocino. Apelamos a ese atajo sólo para aunar a ambos personajes en el rubro de "vicepresidentes difíciles y problemáticos".

La diferencia es que el Cobos vicepresidente de Cristina fue pensado por Néstor Kirchner. El mendocino iba a ser la arcilla que el santacruceño modelaría a su gusto bajo la apariencia de un gobierno de coalición, transversal. En cambio, la Cristina vicepresidenta es un producto pensado y desarrollado por ella misma para direccionar a Alberto Fernández, con los resultados que están a la vista.

Cobos debía ser un socio dúctil y manejable. No resultó. A los siete meses de ejercer la vicepresidencia rompió con Cristina y con Néstor por no estar de acuerdo con "la guerra contra el campo" y por votar en contra de la famosa ley del Ejecutivo que aumentaba -como nunca antes- las retenciones a los productores de soja.

Tras generar ese bombazo, Cobos se negó a retirarse del Gobierno aduciendo que él, como integrante de la fórmula Cristina-Cobos, había recibido tantos votos como ella y que había sido elegido como vice por cuatro años. Y, en efecto, fue vicepresidente hasta el último día de esa gestión. No hubo forma de voltearlo, a pesar de que el trabajo de demolición del kirchnerismo fue cotidiano y potente.

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En la campaña presidencial de 2007 Cristina casi no compartió escenarios con Cobos. Ella nunca terminó de aceptar la decisión que había tomado su marido al ponerle de acompañante al mendocino.

Cuando ya en el Gobierno, ocurrió lo de "mi voto no es positivo", y devino el crac, el mendocino dio a entender que los kirchner le habían fallado y corroboró que en esos meses que fueron socios, Cristina lo ninguneaba, lo destrataba.

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Julio Cobos y Cristina Kirchner, una dupla que a los pocos meses de iniciar el gobierno comenzó a romperse.

Julio Cobos y Cristina Kirchner, una dupla que a los pocos meses de iniciar el gobierno comenzó a romperse.

Cristina llegó a afirmar, ya con Alberto en la Casa Rosada y ella dirigiendo el Senado nacional, lo siguiente: "Yo he sufrido un vicepresidente (Cobos) declaradamente opositor a nuestro gobierno, pero duerman tranquilos los argentinos y las argentinas, eso nunca va a suceder conmigo".

El presidente Alberto Fernández podría también aducir que él ha "padecido" a la vicepresidenta Cristina Kirchner cuando ésta avaló al camporismo a no votar la ley con la que se aprobó el acuerdo del país con el FMI. O cuando los funcionarios que reportaban a Cristina simularon una renuncia en masa para obligar a Alberto a hacer cambios de gabinete que exigía Cristina.

Sin embargo, no se puede alegar que Alberto no conocía a Cristina. Fue jefe de Gabinete durante toda la presidencia de Néstor Kirchner y luego en un tramo de la primera presidencia de Cristina. Renunció en 2008 por no congeniar con ella y en los años subsiguientes fue un duro crítico de la viuda de Kirchner.

Vaya uno a saber qué pactaron Cristina y Alberto cuando ambos se juramentaron, hace cuatro años, que iban a ser parte de una sociedad política que buscaba agrupar a todo el peronismo. Cuesta creer que Cristina no haya dejado en claro -en privado- que ella era la socia mayoritaria y con derecho a veto en esa empresa política que los llevó al triunfo en 2019 al derrotar a Mauricio Macri.

En una de las tantas cartas-encíclicas con las que Cristina cuestionó públicamente en estos años a su socio en la Rosada y "dueño de la lapicera", ella llegó a decir que el Presidente no podía hacerse el olvidadizo de lo que habían pactado al poner en marcha el proyecto presidencial. Sin embargo nunca se mostraron documentos ni se dieron mayores explicaciones que pudieran confirmar el acuerdo.

Tanto Cobos como Cristina -a escala, claro- han sido vicepresidentes molestos, que rompieron la regla de lo que tradicionalmente debía respetar el N° 2 en este país presidencialista, es decir ser alguien gris, discreto, decorativo, protocolar.

Tanto en el caso de Cobos como en el de Cristina hubo equivocaciones. De Cobos, por pactar con Néstor una supuesta alianza transversal, que cualquier observador medianamente avisado sabía que nunca se iba a dar porque el carácter político del matrimonio Kirchner siempre fue el de concentrar el poder, no el de compartirlo.

En el otoño de 2007 Néstor necesitaba pasarle la posta a Cristina dándole mayor base de sustentación. Por eso convocó a Cobos. Para sumar a una parte del centenario radicalismo, que estaba de capa caída tras la renuncia precipitada de De la Rúa, pero que conservaba su aparato partidario en todo el país.

También en el otoño, pero de 2019, Cristina sabía que su núcleo duro de votantes jamás le iba a alcanzar para derrotar a Macri, por lo que necesitaba imperiosamente captar votos de la clase media y de otros sectores con ideas ubicadas en el centro político. Ese fue el rol que cumplió Alberto Fernández en las urnas.

El documento que ella dio a conocer esta semana, en el que ratificó que no será candidata "ni títere del poder", pero en el que se guardó para sí -sin decirlo- el manejo de cada candidatura para las PASO y las generales, sirvió, como en cada una de las "encíclicas" anteriores, para solapear al gobierno de Alberto Fernández como si ella fuera la líder de un partido de la oposición y no la persona que pergeñó y escaneó día tras día este experimento.

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