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Martín Zapata y Tiburcio Benegas. A este edificio sus dueños lo habían pintado hace poco. Ya le clavaron un "tag".
Manuel De Paz
Lo inquietante es que, a la par, hay joyas arquitectónicas de esta Ciudad que vienen siendo enchastradas con pintadas desde hace años sin que despierten el mismo tipo de reacción. Ejemplos: el edificio del ex Banco de Mendoza (hoy Espacio Contemporáneo de Arte) o esa maravilla del arte plateresco que es el ex Banco Hipotecario (sede actual del Ministerio de Cultura de la Provincia).
Entre otras "víctimas" habituales del vandalismo con aerosol está el histórico edificio de la congregación de los jesuitas, sobre la avenida San Martín entre Colón y San Lorenzo. Allí las "firmas" o "tags" que cubren el frente del edificio son enormes y deben haber demandado largo tiempo de realización.
Igual destino de mugre visual padece el gigante inmueble (una manzana) del Correo Argentino. El sector que da a la calle Colón es un triste muestrario de pintadas, unas sobre otras. Los vecinos preguntan: ¿ninguna cámara detecta esos trabajos sucios?
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El edificio del ex Banco Mendoza, joya arquitectónica de la Ciudad, tomado para el churrete.
Manuel De Paz
Qué decir de la zona del Barrio Cívico y de la calle Pedro Molina donde constantemente son atacados puentes, escalinatas, fuentes, mobiliario urbano, ingresos a edificios de departamentos y lo que se ponga a mano.
En algunas zonas de la Ciudad estos hunos sin un Atila que los contenga eligen las viviendas de las esquinas para hacer más visibles sus deposiciones en aerosol, como en un supermercado donde determinadas marcas negocian para estar en las punteras de las góndolas.
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La "maldad insolente" produce obras obras como ésta.
Manuel De Paz
¿Sos frentista? ¡Jodete!
Este fenómeno y los crecientes daños que produce, tienen a los vecinos frentistas y a comerciantes con el corazón en la boca. Temen levantarse y hallar las fachadas de sus casas o negocios "intervenidos"por el aerosol.
Ello se da pese a las acciones que despliega el Municipio de la Ciudad de Mendoza, que cuenta con un Código de Convivencia, que ha agravado las penas contra los dañinos, y que ha identificado y sancionado a numerosos infractores. Un jurado compuesto por vecinos es el encargado de establecer la culpabilidad y fijar las sanciones.
Por ejemplo, entre los recientes multados estuvieron los miembros de una banda de música que habían realizado pintadas promocionales nada menos que sobre las valiosas mayólicas del mural principal de la plaza España. Con aerosoles y esténciles estropearon no sólo uno de los sitios públicos más hermosos de la Ciudad sino que repitieron la burrada sobre otros lugares céntricos. Fueron condenados a pagar casi 7 millones de pesos entre todos los miembros del grupo.
El municipio cuenta además con el programa "Mejores Fachadas" por el cual los vecinos afectados compran los materiales y la Comuna se encarga de la mano de obra para reparar los daños producidos en los frentes de los contribuyentes. Hay multas de hasta $1.320.000 por vándalo más la obligación de reparar el daño.
La "maldad insolente" de la que hablaba el tango Cambalache sigue a la orden del día. Para el "ethos" vandálico no hay escuela, iglesia, negocio o hijo de vecino que se salve. Hay propietarios de domicilios particulares que reciben estos "regalitos" pocos días después de haber adecentado sus frentes y de haberlos dejado relucientes. En la mañana menos pensadas se desayunan con que se les han vuelto a ensuciar con esas horribles "firmas" con las que algunos tarambanas creen "marcar territorio" o "fijar presencia".
Por eso, al ciudadano le gustaría que esas mismas reacciones de efectividad oficial que hubo por las rocas grafiteadas en Potrerillos, se den ante la imparable cantidad de pintadas y otros mamarrachos con los que embadurnan viviendas y comercios de esta Ciudad.
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¿A alguién le pueden quedar ganas de vivir en el Centro si al amanecer se encuentra con este "regalito?
Al vandalismo le interesa un soto que usted quiera tener su inmueble limpio o que cuide el valor de su propiedad. De la misma manera piensan sobre los bienes del Estado. Se le reirán en la cara, como comerciante, cree estar haciendo un pequeñísimo aporte a la Ciudad al hermosear su negocio. La consigna no escrita parece decir: "Si sos frentista, te jodés".
Está muy bien defender la "piedra infinita" de las guarradas de algún turista desorientado. Con ese episodio se ha sentado un precedente muy criterioso por parte de las autoridades. Pero un énfasis similar debe empezar a surgir para defender mejor a los ciudadanos que pagan impuestos y que piden por favor que no les dejen hecho un mamarracho el frente de sus casas o su negocios.
Creemos oportuno aclarar que no nos gusta utilizar la palabra grafitero metiendo a todos en la misma bolsa. Los que estampan una "firma" o un "tag" en un espacio donde no han recibido la debida autorización del dueño cometen un delito porque afectan un bien privado. Lo mismo ocurre cuando lo dañado es un bien del Estado, como una escuela, un centro de salud o un juzgado de familia con cuyas autoridades no se ha convenido ninguna manifestación grafitera.
Las ciudades mejor organizadas del mundo vienen trabajando mucho este tema. Cuidan tanto la propiedad privada como los bienes estatales. Al mismo tiempo alientan las manifestaciones del arte callejero, del muralismo, y del grafiti hecho con personalidad y creatividad, pero todo ello basado en un acuerdo de las partes, no en la imposición urdida en medio de las sombras y con la intención de hacer daño a un particular o a un espacio público. Lo que no es materia de discusión es el vandalismo. Eso está prohibido y es delito.