Hoy nos vamos a centrar en la humorista enamorada del recontralibertario, un caballero que, sin embargo, se opone al aborto legal. La primera pregunta que surge es cuál será el futuro de esta mujer que ha venido ganándose el pan a través del humor sobre políticos y mediáticos, y que hace un tiempo se separó de su marido, Norberto Marcos, un productor teatral con el que convivió por 20 años.
Este señor Marcos, devoto de la Virgen, fue quien le eligió el nombre artístico Fátima con el que ella iba a descollar. Su verdadero nombre es María Eugenia Florez. Así se llamaba cuando integró la última etapa del grupo coreográfico-musical Las primas, aquellas que cantaban imborrables temas del acervo popular como "Saca tu mano Antonio" o "Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas".
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Preguntontas
¿Lo ayudará ella a su excéntrico novio a utilizar el humor a fin de evitar que siga diciendo ciertas barbaridades? ¿Se llamará Fátima a inmolar su carrera por amor? ¿Lo convencerá a Milei de que no dinamite el Banco Central? ¿Promocionará la compraventa de órganos humanos en Mercado Libre? Las preguntas brotan como chipica.
Lo cierto es que la irrupción de Fátima en el candelero político como novia de Javier Milei no hace más que darle letra a quienes creen que "este país es un chiste, una joda".
La otra gran duda es qué va a pasar entre ella y su cuñada, la fría y calculadora Karina Milei, a quien el presidenciable despeinado denomina "El Jefe", así, en masculino. Es seguro que habrá una sorda batalla entre las dos mujeres de Milei. Cuando aún "se estaban conociendo" (metáfora apolillada para no aludir a las relaciones sexuales) él la nombraba en código. Le decía "la 540". La noche en que ganó las PASO la mentó con ese apodo.
Aquellas personas que no son pet friendly ya han advertido que pondrán el grito en el cielo si Milei gana y lleva a vivir a Olivos a sus cuatro mastines. Ese perrerío dejará todas las habitaciones presidenciales llenas de caca y de orines. Lamentamos de antemano los malos ratos del personal de servicio.
La hermana superiora de Milei, la Kari, no parece ser una persona que cultive el humor jodón. Es de las que prefiere tener la última palabra en todo y el chicote a mano. Uno, prejuicioso, se la imagina preguntando ¿qué le pasa a esta chabona que se hace la artista y no se cuadra? Suponemos que Fátima ya debe estar tratando de sacar los tics más salientes de su cuñada para imitarla, en la intimidad, ante el Javier.
Es lógico que muchos de los que la veían en Carlos Paz o en Mar del Plata todos los veranos se pregunten si el protocolo presidencial le permitirá a la Florez seguir haciendo sus shows y su giras. No faltan los que creen que Carlos Paz sin Cacho Garay y sin Fátima será un embole por más Flaco Pailos que quieran suplantarlos.
No faltan los que ya imaginan que si Cristina Kirchner se niega a ir al traspaso de mando de Alberto Fernández, Fátima la podría reemplazar haciendo el papel de la viuda de Néstor con lo que seguramente hará feliz a los de risa fácil. Eso sí, tampoco la pavada porque el horno no está para bollos. De aquel maravilloso amor en los tiempos del cólera de García Márquez hemos pasado al derecho a roce de los tiempos coléricos, Y no es lo mismo atrás que en ancas.
La chacota
De las dos carátulas que simbolizan el teatro, veamos por ahora la cara feliz. Imaginemos a Fátima imitando por los pasillos de la Rosada a los funcionarios que no funcionan o agarrando para la chacota a los próceres de la Escuela Austríaca de Economía. ¿Imitará a su propio novio para demostrarle lo loco que está?
Ya han aparecido algunos graciosos que proponen que las conferencias de prensa de la vocera de Alberto Fernández, la nunca bien ponderada Gabriela Cerruti, sean suplantadas por un show semanal de Fátima donde junto con los periodistas acreditados en la Rosada se doblen de risa de los "dopes" de la gestión oficial.
¿Usará esa posible primera dama la duda metódica para tomarse en broma cuando su novio comience a cambiar la piel y la epidermis mute en casta política? ¿Devendrá ella misma en casta?
Habrá que ver primero si Milei gana las elecciones generales y luego la segunda vuelta para ratificar si esta pareja mediática es algo más que un metejón o un encandilamiento, si se volverá una couple convencional, o si solo seguirán siendo novios con retiro. Tal vez estemos ante gente superada en la que cada uno vuelve a su casa. O que se juntan los fines de semana, siempre y cuando Milei no tenga sesión con el rabino que lo está instruyendo en la filosofía judía.
A lo mejor entre la milenaria Torá que -dicen- lo está ayudando a manejar la ira (algo aún irresuelto por este político extremista) y la actitud jodona de Fátima, logren modelar un nuevo libertario, menos alocado y ridículo, menos populista y autoritario.
Pese a su bienvenida situación amorosa, este Milei es un personaje de opereta que en nombre de un anarcocapitalismo le ha hecho un buraco al verdadero liberalismo, ése que, filosóficamente, es esencia de la democracia republicana que fija la Constitución de este país.
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