Análisis y opinión

Justicia o persecución, en la Argentina de la posverdad

La resistencia militante al juicio que tiene a Cristina en el banquillo busca alterar el debido proceso que contempla diversas instancias, lo que corroe uno de los pilares de la democracia

Y mientras todo sucede, el Plan Massa se va abriendo camino. Las tímidas críticas de alguno que otro del Frente de Todos por el ajuste no están haciendo mella a los intentos de la cartera de Economía de refundar la gestión.

La nueva era massista, más parecida en lo económico a las ideas de Juntos por el Cambio que a las del kirchnerismo, paradójicamente, le están generando algo de calma al Gobierno con el beneplácito de los mercados.

En tanto, Alberto, en su laberinto de verborragia, se ocupa de abrir frentes inesperados, como el de Nisman-Luciani. A todo esto, no se sabe si estará muy al tanto de lo que pasa en el Gobierno. Sobre Portezuelo del Viento, vencidos los plazos para laudar, el Presidente no ha dicho ni "mu", si es que le han hecho llegar a su despacho el asunto que está entre las prioridades de Rodolfo Suarez. A estas alturas no es sencillo discernir si el ninguneo a Mendoza es por mala intención o porque Alberto está en otra y el asunto se le pasó...

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La defensa política

Como dicen que la sentencia condenatoria a Cristina ya está escrita de antemano, el ex miembro de la Corte Suprema y de la Corte Interamericana de DDHH, Eugenio Zaffaroni, se apresuró a pedir públicamente el indulto presidencial. Tras el revuelo, la propia vicepresidenta salió a corregir tamaña ofensa: "Para CKF ni indulto, ni amnistía: Justicia", expresó Cristina a través de su ladero Oscar Parrilli. Mientras tanto, Alberto vacila.

Después del acto fallido del ex supremo abolicionista, otro jurista de renombre internacional, Baltasar Garzón, quien cobró un suculento sueldo en el segundo gobierno de CFK, publicó un artículo en el diario oficialista Página 12 bajo el siguiente título: El lawfare contra Cristina o el Sanedrín argentino. Cabe preguntarse si este entuerto nacional da para equiparar a Cristina con la crucifixión de Cristo: "Pensad muy bien si queréis ser recordados y estudiados en las universidades como aquellos jueces que se prestaron para que el poder judicial de vuestro país incida de manera indebida en la política contingente y en un proceso electoral democrático, porque una cosa es segura, la historia no los absolverá. No cometáis la torpeza de convertiros en el Sanedrín argentino". O sea, Garzón les dice a los magistrados cómo tienen que fallar, y qué les pasará si hacen caso omiso.

Cristina ha recomendado leer el artículo de Luis Bruschtein, también publicado en Página 12. "Me gustó particularmente el subtítulo: Macri, el millonario de los negocios con el Estado", precisa la vicepresidenta. En él se dice que "cada artimaña antidemocrática que utiliza (la oposición) funciona como una provocación al dragón. El pueblo se identifica con ese liderazgo y en vez de alejarse cuando lo agreden, se siente agredido él mismo". En la interpretación, no son los fiscales, sino la oposición quien pidió la condena, y el pueblo se resume a la militancia afín. Es decir, el pueblo sería una facción numerosa con capacidad de movilización y dispuesta a rechazar en las calles una eventual condena.

La cadena de solidaridades de distintas personalidades son incesantes. No podía faltar la de mandatarios latinoamericanos: el mexicano Manuel López Obrador, el boliviano Luis Arce, el colombiano Gustavo Petro y el mismísimo Alberto Fernández. No parece mucho, hay notables ausentes, pero al menos los nombrados se sumaron a la causa con la consabida argumentación: "Dicha persecución tiene como objetivo apartar a Cristina Kirchner de la vida pública, política y electoral, así como sepultar los valores e ideales que representa, con el objetivo final de implantar un modelo neoliberal", arguyen los presidentes citados. ¿Y los jefes de Estado que no han firmado el pronunciamiento -incluso de izquierda- qué pensarán?

El caso de Lula es para prestar atención, porque no se sabe cómo le cae la comparación que se hace en forma permanente con la situación judicial de Cristina. El líder del PT ha reconocido recientemente que en su gobierno hubo corrupción, y promete combatirla enérgicamente cuando regrese a la presidencia de Brasil.

¿Persecución o justicia?

Ensayemos una síntesis de lo que se está planteando según manda la grieta:

Tesis 1: Quieren proscribir a la líder popular; la persigue la derecha con el partido judicial que inventa causas sin ninguna prueba y con amplificación mediática. Es la venganza por las políticas que aplicó en doce años de gobierno y ahora el neoliberalismo quiere venir por los salarios y las jubilaciones. El lawfare se aplicó contra todos los presidentes populares en la región, y tiene un avance global. La actuación de los fiscales fue una farsa y los jueces ya han escrito las sentencias. Los bolsos de López tenían los dólares del macrismo. Cristina desarticuló a la oposición cuando habló para las redes desde el Senado. Los jueces de la Corte y los que juzgan a Cristina responden al macrismo y no hay proceso transparente. El Partido Judicial tiene que ser reformado y la Corte ampliada para lograr una justicia popular.Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar.

Tesis 2: Está demostrado que la ex presidenta fue la jefa de una matriz de corrupción. Hay evidencias de que los Kirchner se enriquecieron con las coimas de la construcción, y de que hacían negocios con Lázaro Báez, con la plata de todos. La actuación de los fiscales ha sido impecable. No a la intromisión sobre la justicia republicana. Si la sentencia estuviera escrita de antemano, entonces se habrían tomado varios años para redactarla.Cristina viene zafando en varias causas, como la del Pacto con Irán para encubrir el atentado a la AMIA, o el Dólar futuro, ¿será gracias al partido judicial macrista? ¿Están en juego los salarios y las jubilaciones?, es un argumento inconsistente porque el populismo sin plata es un fracaso. Cristina atacó a la oposición pero no puede explicar su fortuna. Amenazan con no acatar lo que falle la Justicia.

Tesis 3: Hay que dejar que la Justicia pueda llevar adelante el debido proceso en las instancias necesarias sin intromisiones para demostrar su culpabilidad o inocencia. Así funciona la democracia republicana.

Tesis 4: Tendrían que unir todas las causas del entramado de la corrupción: los cuadernos de las coimas, la ruta del dinero K, el alquiler de los hoteles a Lázaro Báez, la inmobiliaria, etc.

Tesis 5: No se puede postular que un Jefe/a de Estado sea responsable por los actos de corrupción de sus funcionarios.

Tesis 6: Es culpable pero no alcanzan las pruebas para condenarla.

Tesis 7: La quieren condenar sin tener pruebas, es todo un invento.

Tesis 8: Para completar a discreción del lector: ...

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En Recoleta no cesaron en todo el sábado las muestras de cariño de la militancia kirchnerista hacia Cristina.

En Recoleta no cesaron en todo el sábado las muestras de cariño de la militancia kirchnerista hacia Cristina.

Intereses, convicciones y cuestión de fe

Los políticos y la dirigencia en general no dejan de sentar posición sobre temas urticantes como el proceso a Cristina, no siempre con arreglo a valores sino más bien a conveniencia. Aunque no habría que meter a todos en la misma bolsa, no hay política sin cálculo.

¿Y la gente? Bueno, lo mismo y a su vez distinto: hay quienes hablan de las causas sin saber bien de qué tratan ni cuán contundentes son las pruebas. ¿Entonces? Y, se cree lo que se quiere, o lo que se quiere creer, según preconceptos o pertenencia partidaria. Ocasionalmente se poseen argumentos racionales. Pero usualmente se opera por sentimiento, o ideología, intuición, anhelo, información, o desinformación, o por conveniencia, o por una fe inquebrantable.

Nos encontramos ante un choque constante entre presuntas víctimas y victimarios en un ambiente hostil, donde los hechos no cuentan, sino lo que se dice de ellos.

Es complejo progresar cuando los pilares de la democracia tambalean frente a fanatismos irreconciliables, mientras el país está asolado por la pobreza en aumento.

La realidad parece tener diversas caras en la Argentina de la posverdad, pero mínimo habrá que exigir políticas de transparencia institucional, con órganos y mecanismos de control reales para erradicar la corrupción sistémica y para que la probidad sea una condición infranqueable.

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