Sentí Vendimia

Juglares con claroscuros: cómo se vio en la TV la Fiesta de la Vendimia

Ya no hay posibilidades de hacer un espectáculo malo en la Vendimia. Lo ratificó "Juglares de Vendimia", una puesta con altibajos que en el balance final se salva, a pesar del guión

¿Ha mejorado en esta Vendimia la versión televisada del Acto Central? No todo lo que el espectador quisiera. Han habido avances pero, sin embargo, hay que decir las cosas como son: anoche, de manera particular, esto no brilló.

La Fiesta de la Vendimia tiene ahora no sólo un director general, sino también un director audiovisual. Ocurre que la presencialidad o la televisación de un espectáculo como éste son cosas abismalmente distintas. En el anfiteatro Romero Day el espectador in situ tiene una visión integral de lo que se desata ante sus ojos. Algo distinto es para quien sigue la Fiesta por la TV, donde por lo general ve fracciones y parcialidades.

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Ese director audiovisual es parte del staff institucional de la Fiesta y su misión es otorgarle una unidad narrativa a lo que se va a emitir por TV. Antes, cada canal hacía su propia transmisión. Ahora todos reciben la misma transmisión con el objetivo de que el televidente tenga más posibilidades de seguir la línea conceptual del espectáculo.

Con ese cambio se busca lograr un relato visual un poco más cercano a lo que los creativos de la Fiesta imaginaron. Antes solía ocurrir, por ejemplo, que el canal que uno estaba viendo mostraba lo que pasaba en el escenario central cuando lo realmente importante sucedía en uno de los cerros. O que el narrador en off aludiera a sucesos que no aparecían en la pantalla del televisor.

Sea como fuere, algo sigue siendo incontrastable: ver la Vendimia en el Romero Day es una cosa. Y seguirla por TV, otra muy (pero muy) distinta.

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La puesta en escena fue muy buena, pero debería haber una coordinación para unificar lo que ve el televidente y el asistente al teatro griego.

La puesta en escena fue muy buena, pero debería haber una coordinación para unificar lo que ve el televidente y el asistente al teatro griego.

A los bifes

Dicho esto, vayamos a lo que vimos este sábado por la TV. "Juglares de Vendimia", hace ruido de entrada con esa frase escolar que completa el título: "un canto a la naturaleza". Uno de los pecados reiterados en varias de nuestras Fiestas es el de querer aleccionar o dar instrucciones como si los espectadores fuéramos alumnos.

Un espectáculo consolidado, como es la Vendimia, debe tener -en cambio- otras metas: debe sugerir, insinuar, evocar, inspirar sensaciones para que el espectador se arme de una idea propia.

Hay en muchos de los autores de libretos vendimiales una propensión a dejarse ganar por una versificación trillada, esa de las glosas rebuscadas, de los neologismos como "maternar", de las frases alambicadas, como si todo eso constituyese -de por sí- una poética vendimial y no lo que es: una afectación.

Tener un buen guión, no es sinónimo de palabrerío ni de catecismos literarios. Es, por el contrario, algo vital para asegurar la estructura de un gran espectáculo vendimial.

Jorgelina Flores, la guionista de la Fiesta, no ha podido sortear con eficacia esa trampa. O quizás no ha querido.

La idea de que la falta de cuidados de la naturaleza afecte la calidad de los vinos, podría haber sido un buen punto de partida, pero las grandilocuencias de la autora al convocar a la madre Naturaleza y a su hija la Vendimia para que junto con un grupo de juglares salgan por el mundo y se retrotraigan en el tiempo a fin de investigar por qué el vino está amargo, es un disparate. Y no precisamente poético.

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La

La "gimnasia" y escuela vendimial tiene un promedio de calidad asegurado y alto para ofrecer cada año.

Hay escuela

Dirigida por Franco Agüero (39 años, debutante en el Acto Central, pero con experiencia en el detrás de escena de otras fiestas nacionales y departamentales), estos "Juglares de Vendimia" son la prueba de que ya no hay posibilidades de hacer un espectáculo malo en la Vendimia.

Esta Vendimia, que naufraga en el guión, se salva en varios de los otros rubros, lo que hace que el "poroteo" final no sea negativo. Eso es la confirmación de que Mendoza ha logrado hacedores entrenados en casi todos los rubros vendimiales. Hay escuela. Hay equipos. Estuvieron bien la música en vivo, la escenografía, la coreografía, las luces y resaltó el cuadro del Cóndor de los Andes.

Los puntos más bajos se registraron en todo lo que fue teatralización. Hay una forma de gesticular y de decir las cosas en Vendimia que suena forzada, falsa. Y eso ocurrió en los parlamentos de casi todos los juglares. Tampoco resultó eficaz la incorporación de la murga La Buena Moza. El comienzo del espectáculo con ellos fue pobrísimo.

Un ingeniero en sonido pareció faltar para separar con sapiencia la música y los textos. En la televisión ambos factores parecieron acoplarse en varios momentos, lo cual no dejó escuchar bien al relator ni a los músicos. Tal vez en el anfiteatro hayan sonado de una mejor manera.

Deberíamos probar alguna vez una especie de Vendimia muda, sin esa remanida poesía vendimial. Una puesta en escena donde, como en las viejas películas sin sonido, aparecieran carteles -antes de cada cuadro- para anunciar lo que estuviese por venir. Por ejemplo: Inicio del mundo; Los huarpes; Las primeras cepas. Los inmigrantes. El granizo. Capital del vino. La Virgen. Sin textos dichos con gola. Sólo con escenografías y bailes.

Por lo menos hasta que aprendamos que hay que plantear de otra manera los guiones.

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