Análisis y opinión

Javier Milei, en una batalla cultural que desconcierta y hace dudar a los radicales mendocinos

El comité y la unidad básica mudaron a X (ex Twitter) y Facebook. Nadie que quiera liderar un proceso político podría prescindir de esas herramientas virtuales y ambiguas

Un noviazgo a la mendocina que empieza con problemas. Las palabras son la herramienta más poderosa de la política y Javier Milei pareciera querer enfrascarse en una discusión del siglo pasado en la que objetivamente podría lograr muy poco.

Tres legisladoras radicales mendocinas salieron a cruzar fuerte al Presidente. Desde el Norte provincial la maipucina Giuliana Díaz, presidenta de la comisión de Género de Diputados, se refirió a la idea de sacar del Código Penal la figura de femicidio: “Es ilógico que tengamos que salir a defender el término femicidio porque desvaloriza el trabajo que se hizo para que ese concepto esté dentro del Código Penal”. Díaz agregó que seguirá “siempre acompañando al colectivo LGBTIQ+ en las marchas”.

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La diputada provincial Giuliana Díaz preside la Comisión de Género de la cámara legislativa.

La diputada provincial Giuliana Díaz preside la Comisión de Género de la cámara legislativa.

Por su parte, la diputada sureña y también autoridad radical Gisela Valdez hizo un video repudiando las expresiones del Presidente y pidió “no utilizar como chicana política ni demagógica el discurso de género ni los derechos individuales ganados con lucha colectiva”.

Me detengo a observar el comportamiento de los radicales porque por todos lados suena la posible alianza que podría hacer confluir al partido de gobierno mendocino con el partido de gobierno nacional.

De hecho, Evelin Pérez, diputada radical por Guaymallén, quien también opinó sobre el asunto, aseguró que “los ataques continuos y la agresión (de Javier Milei) alejan la posibilidad de un acuerdo electoral”. “Detrás del feminismo y las conquistas de la comunidad hay un pedido desesperado para que no perdamos más vidas y podamos vivir en libertad y orgullosos de quien es cada uno sin tener que esconderse”, remató Pérez.

Batalla machista

Muy seguramente la estrategia de recrudecer la batalla cultural utilizando discursos de hostigamiento y discriminación sobre algunas minorías ruidosas y convocantes -miles marcharon este sábado en más de 20 ciudades del país- estará muy bien pensada pero arriesga mucho el gobierno nacional al poner en peligro algunas confluencias electorales que parecen menores pero pueden ser gravitantes.

Javier Milei pareciera ensañarse con muchos que lo alaban y también pareciera disfrutar de ese sufrimiento que provoca.

No es casual que sean mayormente mujeres (hembras) políticas quienes alzaron la voz en contra de lo que Milei manifestó hace unos días. Sus referencias a cuestiones de género y elección sexual sensibilizaron a quienes al trabajar con estadísticas están más atravesadas por el horror que viven muchas de sus pares en el país día a día.

No es casual tampoco que todos los ataques a políticas de género e identidad sexual los propinen los hombres (machos) fuertes del gobierno con el Presidente a la cabeza. Milei además busca morder el electorado que Victoria Villarruel (machista) siempre consideró propio: católico, conservador y reminiscente de la dictadura. Estertores.

Por el otro lado, observa que el minoritario electorado LGBTIQ+ no le responde porque lo vincula directamente con el kirchnerismo. Se equivoca.

Javier imita a Donald

¿Ustedes creen realmente que Javier Milei o Donald Trump cambiarán algo oponiéndose sin compasión a las minorías decretando que “sólo existen dos géneros”?

Hay conquistas sociales que no se modifican de la noche a la mañana porque a un líder político se le ocurra atacarlas. Y tampoco se acabarán las otras identidades no binarias por un pedazo de papel firmado por Trump.

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Javier Milei con Donald Trump.

Javier Milei con Donald Trump.

Para meterle un poco más de condimento cavernícola al concepto que el gobierno tiene de la homosexualidad a 25 años de haber iniciado el siglo XXI, el jefe de gabinete Guillermo Francos dijo que “puertas adentro uno puede hacer lo que quiera”, restableciendo la vieja idea de que los besos en la calle entre un hombre y una mujer no espantan, pero entre dos personas del mismo género es obsceno o asqueroso.

Como frutilla del postre clavó que “el Estado no debe promover la homosexualidad”. ¡¿What?! En 1780 eran más vanguardistas.

Cada tanto surge la pregunta de para qué el argentino eligió mayoritariamente a Javier Milei como gobernante. La inflación pica en punta entre los motivos de un focus group casero y retroceder en la conquista de derechos individuales, no figura ni a los 20.

¿Podrán?

Derogar leyes es bastante más difícil de lo que se cree y atendiendo la pequeña minoría de votos que maneja hoy el Presidente en el Congreso, sería una tarea casi imposible la de volver atrás con algunos derechos fruto de las luchas de las minorías que sumadas, son un montón.

¿Qué gana Milei poniendo en agenda asuntos que parecieran ya resueltos? ¿Realmente espera rédito político o simplemente se trata de una más de sus provocaciones estériles tan solo para granjearse enemigos? Mientras, deja inaugurada la casta de la inquisición.

Muy pocos dirigentes radicales se manifestaron en contra de la sarta de conceptos plagados de discriminación que el presidente Milei soltó en Davos, un foro pensado para exponer ideas económicas que el mandatario aprovechó para bajar una línea ideológica que nada que ver con eso ni con nada.

Tuvo expresiones lisa y llanamente discriminatorias emparentando la homosexualidad con la pedofilia entre otros dislates que ninguna ciencia avala. Desde el peronismo salieron a fulminarlo, lo mismo hicieron los cercanos a Elisa Carrió y hacia la izquierda del espectro político tampoco tardaron en reaccionar con furia.

El radicalismo se jactó siempre de abrazar las banderas de las libertades y los derechos individuales, algo que salvo honrosas excepciones no estaría sucediendo.

Contrato social

Los dichos escalaron a tal punto que este fin de semana el Presidente tuvo que bancarse otra marcha multitudinaria con epicentro en Plaza de Mayo para que tuviese una visión privilegiada de la convocatoria desde el balcón de su despacho en Casa Rosada.

El contrato social de los ciudadanos con el Estado supone que los asuntos discutidos largamente y resueltos con resortes democráticos como el Congreso, por ríspidos que sean, no deberían tocarse por un largo tiempo. El ya afectado papel de rudo del Presidente es, a veces, agobiante.

Cuidar la quintita

Algunos radicales menducos que empezaron su batalla por la reelección y saben que podrían ser socios de los libertarios, temen mostrarse demasiado humanos en épocas donde garpa ser cruel: Milei style. Poco les importa levantar la figura de Raúl Alfonsín, un claro defensor de los derechos individuales, porque lo primero es cuidar la quintita.

En el entorno del Presidente son buenos sacando cuentas y manejando redes sociales con ejércitos de trolls finamente apuntados y estratégicamente ordenados. Ergo: imposible que sean usuarios casuales de las redes que coinciden tan minuciosamente en todo.

Muchos creen que el dinero que otrora el Estado invertía en medios tradicionales, se dispendia hoy en esos ejércitos multitudinarios a lo largo y ancho del país con base en la ciudad de Buenos Aires adentro mismo de Casa de gobierno.

Dale click

No parecieran estar equivocados quienes sostienen que gran parte del debate público y político pasa por las redes sociales. La plaza, el comité y la unidad básica se trasladaron a X (ex Twitter) y Facebook. Nadie que quiera liderar un proceso político podría hoy prescindir de utilizar esas herramientas “virtuales” ambiguas por una cuestión muy simple: nadie lo conocería.

Las redes son una catarata de información tan amorfa que hay que andar con extrema precaución para no alimentarse de pescado podrido, como se dice en la jerga periodística. El tema de las redes es que mucha gente busca el pescado podrido para reafirmar sus creencias por más que sepa que son falsas: buscará que alguien se las diga para sentir que otros piensan como él. Un juego en el que el Presidente y los suyos se mueven como pez en el agua, siguiendo con las analogías ictícolas.

Hay muchas posibilidades de que ustedes estén leyendo estas líneas desde un celular y después sigan para otro lado, para otro contenido. Todo pasa por las redes, y ahí Milei es como el piloto de la Fórmula 1 Max Verstappen.

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