ANALISIS Y OPINION

Factor Kicillof: como si en el PJ no tuvieran líos, ahora preguntan: ¿es ésta nuestra canción?

El catedrático Axel Kicillof cree que hay que ponerle nueva letra y música al partido político de mayor influencia en los últimos 78 años en la Argentina

¿Hay que componer una "nueva canción" que resuma al peronismo? El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, está convencido de que sí y sugiere que el bonito tema debería incluir el "espíritu de la época" y los "cambios generacionales" en ese movimiento creado en 1945.

La propuesta de uno de los funcionarios dilectos de Cristina ha generado un verdadero tsunami político hacia el interior del partido de gobierno, y ha golpeado de manera particular en el camporismo que se referencia en el hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner, y cuyos integrantes creen ser los guardianes del relato nacional y popular.

La singular visión del ex ministro de Economía y actual mandatario bonaerense, quien además es candidato a la reelección en la provincia más poblada del país, marca que la canción del peronismo que sigue sonando hasta el día de hoy tuvo "dos momentos gloriosos". Uno fue "el de Perón y Evita"; y el otro, claro, "el de Néstorr Kirchner y Cristina". Esto es: nada de Menem, ni de Duhalde, y, lógico, absolutamente nada de Alberto Fernández.

Llegó el momento

En concreto: el catedrático Kicillof entiende que ha llegado el momento de ponerle nueva música y letra al partido político de mayor influencia de los últimos 78 años en la Argentina.

Sostiene que de no hacerlo, el PJ actual estaría aprovechándose de lo que hicieron aquellos líderes, sin aportar ahora ningún valor agregado para el futuro del peronismo, un partido afectado por el famélico legado que está dejando la gestión de Alberto Fernández pese al monitoreo constante que ha hecho la conductora Cristina Kirchner sobre los funcionarios que no funcionan.

¿Estaremos ante el dirigente que impondrá finalmente el poskirchnerismo? Cosas como esa han empezado a preguntarse los vivarachos de la sociología política. ¿Será el gobernador bonaerense el que interprete ese momento de cambio que se viene anunciando desde el 2015 en diversos ámbitos y que sin embargo aún no se corporiza?

¿Tomará en sus manos Kicillof lo que Alberto nunca pudo hacer, es decir, "superar 20 años de kirchnerismo", un deseo que el Presidente le confió a alguien de la prensa amiga, no de la hegemónica y mentirosa.

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Alberto, Cristina y Kicillof en tiempos de pandemia.

Alberto, Cristina y Kicillof en tiempos de pandemia.

Continuar con la misma canción tiene, nos ha explicado Kicillof, "un tufillo similar al de esas bandas de rock que siguen tocando los mismos viejos éxitos que uno ya se sabe de memoria. Ahora el desafío es componer una nueva. No la que sabíamos todos de memoria, sino una que tengamos que aprender y que sea signo de los tiempos".

El gobernador no lo dijo en cualquier escenario sino en un acto ante estudiantes de la Universidad de La Plata, en el que estuvo flanqueado por Juan Grabois y un "cuadro" sub 25: Ofelia Fernández.

El semblanteo

Todos saben que Kicillof y Máximo Kirchner nunca han logrado congeniar. Se semblantean con desconfianza. Las diferencias entre ellos han sido varias, algunas muy evidentes. Si no ha pasado a mayores es porque los dos se referencian en Cristina. Uno, el vástago, por genética; y el otro porque Cristina siempre ha creído ver en "Kici" a un político con futuro.

Cristina requiere imperiosamente que Kicillof sea reelecto porque si al kirchnerismo le toca perder a nivel nacional, ella tendrá en el territorio bonaerense el fortín para guarecerse -con su tropa principal- en los próximos cuatro años. Por eso las críticas de Máximo a Kicillof suelen ser con freno de mano.

En esto de la canción, el hijo mayor de Néstor y Cristina le retrucó al gobernador indicando que él no era músico ni compositor, sino un dirigente político y un militante y que no coincidía con la propuesta ni el análisis del doctor y profesor de Economía. Faltó que le dijera que en la Argentina sobran los "Salieris de Charly" que pueden hacer canciones pegadizas.

Eso sí: la palabra de Máximo obró como el santo y seña para que se rompiera el dique y el agua empezara a caer sobre Kicillof. Le dieron tupido. Dos de las más briosas fueron la senadora nacional Juliana Di Tullio, de la mesa chica de Cristina, y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, camporista acérrima.

"No hay necesidad de componer ninguna nueva canción, la que tenemos no ha perdido vigencia y la sabemos todos y todas", le retrucó Di Tullio al gobernador. Máximo opinó que en vez de pensar en canciones hay que tener muy controlada la gestión, eso es lo que la gente espera de nosotros". Y el legislador Eduardo Valdés, ex embajador en el Vaticano, atribuyó el altercado "a una pelea de chicos que estuvieron juntos hasta recién". ¿Chicos, Valdés? Kicillof tiene 51 y Máximo 46.

Estilo "Kici"

Kicillof no se ha caracterizado en su primera gestión por tener altos índices de aprobación en cuanto a imagen, sino que ha estado entre los gobernadores argentinos peor conceptuados. Ha exhibido, sin embargo la habilidad del zorro, ese pequeño animal que se destaca por su astucia, que sale a cazar sólo de noche y hace su trabajo de manera silenciosa. Dicen quienes estudian las características de los animales, que el zorro puede desarrollar habilidades para entender al hombre.

Kicillof es de esos dirigentes que, como Sergio Berni, saben aprovechar el lazo que los une a Cristina para hacer la suya. En la gobernación bonaerense el camporismo rodeó al mandatario de funcionarios que lo tuvieran controlado, pero el tipo ha demostrado que posee cierta destreza para las fintas.

Sin duda a Kicillof lo ha ayudado la fenomenal transferencia de dinero que el gobierno nacional lanzó sobre las arcas bonaerenses a partir de que Cristina ordenó birlarle fondos a "la opulenta" Ciudad de Buenos Aires. Kicillof nunca logró tener un feeling apropiado con los intendentes del conurbano y del resto de la provincia. Fue común el lamento de esos jefes comunales porque Kicillof no los consultaba ni los atendía como ellos hubieran deseado.

Sin embargo, tiene un potente punto a favor: no se le conocen escándalos de corrupción en su paso por la Gobernación.

Debe haber sido casualidad, pero justo cuando el "Kici" se animaba a pedir otro tipo de canción para el peronismo, se conoció la condena de la justicia norteamericana contra la Argentina por la esperpéntica expropiación de YPF que concretaron él como ministro de Economía y Cristina como presidenta de la Nación en 2014 y por la cual nuestro país deberá pagar 16.000 millones de dólares.

Este es sin duda un punto negro -negrísimo- para su curriculum, que viene a sumarse a la polémica devaluación del 23% que lanzó, sin salvavidas, en enero de 2014 y que generó un tembladeral económico, al igual que los pagos al Club de París que la oposición denunció que fueron muy superiores a lo que debía cancelarse.