Lejos de la poesía, la semana política preelectoral ha devenido -a través del escándalo que pegotea a José Luis Espert- en una nueva mancha de tuco que se suma a otros estropicios en el mantel de la política argentina.
Quizás falten ideas por la ausencia de líderes que las hagan crecer. El liderazgo es una de las materias primas más escasas en la dirigencia actual. No hay stock de "pasta de líder" en el mercado político.
Son muy pocos los legisladores que pueden sostener con altura un debate. No abundan tampoco los que están en condiciones de demostrar que son gente con preparación y cultura política y no simplemente paracaidistas que llegaron por casualidad a las legislaturas provinciales o al Congreso Nacional. Algunos de ellos no están en condiciones de tomar la palabra para sostener una idea.
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La maquilladora Lilia Lemoine y "nuestra" Lourdes Arrieta, dos paracaidistas que aterrizaron de casualidad en el Congreso Nacional de la mano de La Libertad Avanza.
Foto: gentileza A24
No podemos dejar de pensar en la libertaria Lilia Lemoine haciendo stand up conventillero en la Cámara de Diputados o en el legislador nacional peronista Juan Ameri, aquel del escándalo sexual en plena sesión virtual del Congreso, como ejemplos excelsos de esto.
Ni hablar de la audacia de "nuestra" diputada Lourdes Arrieta, quien no sabía ni quién era el represor Alfredo Astiz ni hilar con claridad un pequeño discurso, y sin embargo le encomendaron armar La Libertad Avanza en Mendoza y meter mano en el PAMI local, hasta que la "fletaron" y ella se armó un kiosco en Diputados con otros echados del paraíso libertario.
Los partidos parecen haberse desentendido incluso de la actualización de sus cuadros políticos. Antes era más habitual toparse con oradores que se expresaban con propiedad en las sesiones. No se trata de pedirles que sean la reencarnación de Demóstenes, aquel griego que descolló como orador a pesar de tener problemas de tartamudez. Se trata de un mínimo decoro por ser representantes del pueblo.
Aquí, hasta el propio presidente Javier Milei ha dicho que su hermana Karina, titular de la Secretaría General de la Presidencia de la Nación no puede ir al Congreso a responder preguntas sobre las presuntas coimas en las compras de remedios para el área de Discapacidad porque ella "es de hablar poco".
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Karina Milei. Su hermano ha dicho que ella no podría ir al Congreso a responder preguntas.
Foto: X de Karina Milei
Un político necesita escuela, preparación, lectura, mucha lectura, pasión, criterio, sensibilidad, rigor, ideología, pero también capacidad de autocrítica ¿Cuántos de los candidatos que encabezan las listas actuales estarán en condiciones de demostrar condiciones como esas?
El escándalo con connotaciones narco desatado en torno al diputado José Luis Espert, principal candidato de MIlei para estas elecciones legislativas en las que busca renovar el cargo, ha sido la prueba palpable de que "la casta" y las denuncias de corrupción no sólo son de cuño kirchnerista.
No estamos planteando este panorama crítico porque consideremos como algo menor la tarea de los legisladores. Todo lo contrario. Lo hacemos creyendo que hay que levantar y prestigiar el nivel del Poder Legislativo y de los partidos políticos.
Hay en la política demasiada brocha gorda, excesos de trazo grueso, desconocimientos supinos, vasta mediocridad, una cultura muy de redes sociales y, eso sí, buenos sueldos.
Volvamos a Antonio Machado y rescatemos esta idea suya: "Porque toda visión requiere distancia, no hay manera de ver las cosas sin salirse de ellas". Parece hecha para ejercer la tarea periodística.