Los planteos de diciembre al banquillo
Si los planteos de diciembre te ganan y sucumbís a ellos, te cuento lo que va a pasar. Comenzarán las corridas para cumplir con todo: setecientas juntadas selfies mediante, para que quede un buen registro gráfico de que hemos cumplido aunque no estemos seguros si la pasamos bien, lo importante es que la pasamos.
Amanecerás haciendo cuentas, utilizando no ya una calculadora, sino el palo de amasar para estirar el aguinaldo y pagar todo lo que debés –todo a medias, por supuesto-
Te expondrás al ayuno, pero como no hay tiempo para hacerlo intermitente, vas a pasar del atracón de un asado con vino, a convertirte en un monje tibetano alimentado a agua de arroz durante los próximos siete días.
Querrás salvar las plantas que se te están marchitando, terminar el único libro que agarraste en todo el año y que solo lograste leer la mitad del primer capítulo y lo leerás todo de un tirón aunque no entiendas de qué se trata, terminarás 24 series que dejaste por la mitad por mirar reels de comida que nunca vas a hacer. Empezarás a abrir los +999 mensajes sin leer que tenés en tu Whatsapp e intentarás responderlos todos en forma coherente.
Bueno, quiero decirte que con este ritmo, el 14 de diciembre ya vas a estar muerto. O muerta. Esto sin agregar que lo querés hacer bajo el influjo del espíritu navideño.
El espíritu navideño no existe más que para los comerciales de todo lo que no te vas a poder comprar, porque a la angustia por lo que no llegaste a concretar, le tenés que sumar el impuesto país emocional: todo esto empeora con el simple hecho de vivir en Argentina, y que el telón de fondo de tus traumas psicológicos siempre sea una crisis económica que amenaza con arrasar con lo poco que queda de vos. Paremos la mano.
Te voy a decir todo lo que no va a pasar, para que te quedes tranquilo y largues el remo en medio del mar de dulce de leche que se te está convirtiendo el fin de año.
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Todo lo que no te va a pasar en diciembre
En primer lugar, no vas a poder pagar todas tus deudas y al mismo tiempo irte de vacaciones a un lugar soñado para desenchufarte una semana y endeudarte nuevamente, por el resto del año y por qué no, de la vida.
En lugar de angustiarte y endeudarte, abrazá il dolce far niente, que primero te parece el camino del perdedor o la perdedora. No hagás nada. Ser un vegetal que apenas hace fotosíntesis no es un mal plan. Nada más hay que probar con no cumplir con las expectativas de nadie, incluso, ni siquiera con las tuyas.
No vas a ver a todos tus amigos con los que no te juntaste en el año. En todo caso, habrá que preguntarse por qué no los viste, y asumir la realidad: tan amigos no son. Y tan amigas, tampoco.
No vas a bajar los 23 kilos que tenés de más, ni vas a alinearte los chakras, ni te vas a limpiar el aurea por ayunar y desesperar. La vida continúa después de diciembre, te aseguro. Es más, no te quiero angustiar, pero después de diciembre viene enero, que es más lento que la Justicia. Asi que guardá paciencia y voluntad que lo que no hiciste en diciembre, ni en el resto de los meses del año, pueden suceder en los meses por venir. Se termina el año, no el mundo.
Y aquí algo que se merece un párrafo aparte, la familia y la Navidad, otro objetivo a no cumplir.
La gran estafa navideña
Tanta serie de familias que se reúnen en Navidad para fortalecer sus lazos de amor, de parejas que se enamoran en Navidad, de niños y niñas que presencian milagros navideños, de ropa nueva, regalos y fraternidad, nos atosiga como si nos comiéramos un lechón con una damajuana de vino y nos fuéramos a dormir la siesta al sol.
Basta de marketing navideño. La realidad es que hay familias disgregadas, que se han matado durante todo el año, gente con la que no querés estar, gastos que no podés hacer, regalos que no van a solucionar ningún tipo de vacío existencial.
Te lo digo con conocimiento de causa: el espíritu navideño solo existe en Estados Unidos y en Netflix.
Es aceptable para las personas que tienen una religión y siguen este culto. Ampliamente respetable. Pero vos que sos un asalariado/a promedio, no te dejes encandilar: todo esto decanta en deudas, angustia y frustración.
Normalicemos pasar la Navidad con gente que nos quiere y nos hace bien, aunque no sean nuestros consanguíneos. Normalicemos no tener ganas de hacer las paces con nadie, no sepultarnos en deudas, no vestirnos de rojo y no alcanzar el cenit de la felicidad.
Te lo digo y me lo digo: lo que no lograste este año, ya se fue. Papá Noel no te va a traer el amor ni vas a hacer feliz a nadie aunque hagas explotar tu tarjeta de crédito.
Volvete cinco pueblos y llená la pelopincho, que el verano se pasa igual flotando entre los tarros con malvones del patio de tu casa.