Hay deportistas que parecen estar un paso adelante siempre. Y después está Mikaela Shiffrin, que directamente hace otro deporte en el mundo del esquí. Este domingo, en Copper Mountain, la estadounidense volvió a dar una cátedra de slalom y se quedó con su victoria número 104 en la Copa del Mundo, como si nada.
Shiffrin dominó por tercer fin de semana consecutivo, y una vez más le sacó más de un segundo y medio al resto. Una diferencia que, a este nivel competitivo, es casi un abismo. Desde la final de la Copa del Mundo en marzo pasado, ya acumula cuatro triunfos en slalom, y sigue mostrando que es la referencia absoluta de la disciplina.
Lo de Mikaela ya es un espectáculo en sí mismo. La seguridad, la precisión, la velocidad, cada bajada parece un recordatorio de que estamos viendo a la mejor de todos los tiempos en su mejor momento.
En Copper Mountain, además, tuvo su condimento especial de correr en su casa con el público estadounidense alentando en cada sector. “Fue súper especial”, dijo después de cruzar la meta, todavía con la adrenalina a flor de piel.
Con este nivel, es muy difícil que encuentre rival de cara a los Juegos Olímpicos que se disputan en febrero. Desde la final de la Copa del Mundo en marzo pasado, Shiffrin ganó cuatro slaloms y cada vez que se para en la rampa transmite una solidez admirable. Para quienes seguimos el circuito de cerca, verla esquiar así es un recordatorio de por qué sigue siendo la gran referencia del deporte: técnica impecable, cabeza fría y una competitividad que no afloja nunca.
Mientras la temporada recién va agarrando ritmo, Shiffrin ya dejó en claro que sigue siendo la rival a vencer. Y si mantiene este nivel, el resto va a tener que encontrar alternativas rápido, porque Mikaela arranca… y no mira para atrás.





