Eran las 23 del martes 14 de julio y en la casa de esta familia de Sterling Heights (Michigan, Estados Unidos) todos se preparaban para ir a dormir. Le hicieron la última mamadera a la pequeña bebé de tres semanas, antes de llevarla a descansar, pero de repente la chiquita se ahogó mientras bebía y dejó de respirar. Se quedó congelada: no lloraba, no aspiraba y tenía la mirada perdida. Toda la familia entró en shock. Un llamado desesperado a la policía hizo entrar en escena al oficial Cameron Maciejewski, que arribó a la casa en medio de un caos de llanto y terror.
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"¿Qué está pasando con el bebé?", dijo el policía en una escena que quedó grabada por las cámaras de seguridad del patrullero. La mamá de la beba le alcanzó su hija al agente y, como pudo, le dijo que no sabía qué había pasado pero que la niña no reaccionaba. Con calma Maciejewski agarró a la pequeña y comenzó a controlar la situación: "Ok, tranquila, tranquila. Dejame ver al bebé" dijo el agente.
"Dejame ver, calma", le reiteró a la mamá que lloraba desesperada mientras él revisaba a la beba. Entonces llegó el primer indicio positivo: "Todavía está parpadeando". Luego, puso a la niña de tan solo tres semanas sobre uno de sus brazos mirando hacia el suelo, se agachó un poco buscando que las luces del patrullero iluminaran sus movimientos y de nuevo trató de dar tranquilidad a la madre. "Esperá un segundo", señaló y dio un golpe seco y certero en la espalda de la chiquita. Realizó la maniobra Heimlich.
Poco después la pequeña comenzó a llorar. "Ahí está", expresó Maciejewski y añadió: "Ok, está llorando. Está llorando". No solo la bebé, todos comenzaron a recuperar el aliento al escuchar el chillido de la niña que -prácticamente- volvía a nacer. Entonces el héroe uniformado trató de calmar a la mamá: "Hey, está todo bien, ya está llorando".
Todavía con la chiquita en sus brazos el policía dio un aviso por el sistema de radio dando el mensaje con la buena noticia: "La bebé está llorando", mientras otro patrullero y un camión de bomberos llegaban al lugar.
"Hey, está todo bien, ya está llorando", dijo el policía.
Otro de los miembros de la familia de la pequeña se acercó a Maciejewski y preguntó si estaba todo bien. El agente explicó que ya había vuelto a respirar y que mostraba signos vitales nuevamente: "Ella está bien. Se puede ver que tiene pulso y está respirando".
La pesadilla había terminado.