Ekaterina Trúsheva, una niña rusa de 13 años, se preocupó tanto cuando averiguó que los días de un planeta Tierra habitable estaban contados que decidió inventar una nave para poder explorar el espacio, otros sistemas y planetas y salvar a la Humanidad. El viaje, por ejemplo, hacia Alpha Centauri —el sistema estelar más cercano al nuestro, dentro de nuestra galaxia—, duraría tan sólo 42 años cuando hasta ahora las naves espaciales existentes necesitarían 50.000 años para hacerlo.