El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva rechazó el derecho a acceder a arresto domiciliario, como había solicitado la fiscalía, y afirmó que prefiere esperar en prisión la anulación de su condena por parte de la corte suprema de justicia.
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Lo informó el abogado de Lula, Cristiano Zanin Martins, luego de reunirse con el ex mandatario en la celda que ocupa en la sede de la Policía Federal en la ciudad sureña Curitiba.
"No cambio dignidad por libertad", escribió Lula en una carta manuscrita y enviada por Zanin a periodistas para responder a la posibilidad de acceder a arresto domiciliario a que lo autoriza la legislación de ejecución penal y que fue pedido por la fiscalía.
Lula fue condenado en tercera instancia a ocho años y 10 meses de prisión, y puede beneficiarse con el cumplimiento en su domicilio, para lo cual debería usar una tobillera electrónica, que se niega a colocarse.
En cambio, el ex mandatario espera que el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema) resuelva algunos de los recursos de hábeas corpus que presentó su defensa con el objeto de que se anule la sentencia.
En esos recursos, se acusa de parcialidad tanto al ex juez Sérgio Moro -hoy ministro de Justicia- y al fiscal Deltan Dallagnol, sobre la base de las revelaciones hechas por el sitio The Intercept Brasil sobre conversaciones entre el entonces magistrado y procuradores con el supuesto objeto de condenar a Lula para quitarlo de la competencia electoral de 2018.
Lula está preso desde el 7 de abril de 2018, condenado por corrupción y lavado de dinero, debido a que Moro entendió que el ex mandatario recibió de la constructora OAS un departamento en el balneario Guarujá, cuya propiedad ocultó.
Los miembros del STF deben reunirse este miércoles para discutir los detalles de anulaciones de condenas a raíz de errores de procedimiento atribuidos a Moro.
"Quiero que sepan que no acepto negociatas por mi dignidad y mi libertad", dice Lula en otro párrafo de su carta.
El sorprendente pedido para conceder la prisión domiciliaria a Lula fue hecho el viernes pasado por Dallagnol, el jefe del equipo de investigadores de la operación Lava Jato.