Custodiado por centenares de seguidores que tratan de hacer un cordón humano a su alrededor, el líder de la izquierda, de 72 años, está aislado en la segunda planta del edificio.

Lula da Silva pasó la noche en un improvisado "fortín"

Por UNO

Fue la institución que lo vio crecer como líder sindical durante la dictadura militar, la que lo acabó propulsando a la presidencia de Brasil y, más recientemente, el escenario para el velorio de su esposa.

El Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el cinturón obrero de Sao Paulo, está íntimamente ligado a la vida del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y, en uno de sus momentos más difíciles, se ha convertido ahora en un improvisado "fortín" donde intenta protegerse de la cárcel.

Ayudar a Lula es ayudar al pueblo. Vamos a resistir con él", dice Nagela Royani, una joven del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) de 25 años, tendida en un colchón frente a la sede sindical.

Custodiado por centenares de seguidores que tratan de hacer un cordón humano a su alrededor, el líder de la izquierda, de 72 años, está aislado en la segunda planta del edificio desde que un juez emitió el jueves su orden de encarcelamiento de más de 12 años por corrupción, ignorando su invitación a entregarse.

Donde está Lula solo pueden entrar dirigentes políticos, sus abogados, algunos representantes de movimientos sociales, familiares o aquellos que logren convencer a los vigilantes después de hacer una larga cola y, con suerte, quizás llevarse una selfie de regalo.

La prensa, recibida con reservas en este bunker donde casi todos culpan parcialmente de esta situación "injusta" a los medios conservadores brasileños, se tiene que contentar con tomas de Lula en sus saludos esporádicos a través de la ventana.

El silencio que mantiene el que fue el presidente más popular de la historia de Brasil (2003-2010), y favorito para las elecciones presidenciales de octubre, contrasta con el barullo del funk, la canción protesta y los discursos que salen a toda hora del carro de sonido a las puertas del sindicato, hoy un verdadero hervidero.

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