Según sus cálculos, si se sufre un ataque de ira o rabia al mes, una de cada 10.000 personas con poco riesgo cardiovascular tendría un infarto o un ictus al año, pero la probabilidad aumenta a medida que también lo hace su riesgo cardiovascular. En personas con un riesgo elevado, estaría relacionado con cuatro casos por cada 10.000 personas.
Pero el problema está en que el riesgo es acumulativo, por lo que las personas más propensas a perder los nervios tienen más riesgo de sufrir un infarto o un ictus tras un ataque de ira.
Así, entre quienes sufren cinco episodios de enfados o ataques de ira al día, han visto que se producen unos 158 infartos por cada 10.000 personas al año, una cifra que aumenta a 657 en aquellos que además tienen algún problema cardiovascular.
Según ha reconocido a la BBC Elizabeth Mostofsky, autora del estudio, no está claro la razón por la cual la ira puede ser peligrosa, ya que estos resultados no indican necesariamente que cause problemas cardiovasculares.
Lo que sí está claro es que el estrés crónico puede contribuir al desarrollo de una enfermedad cardiaca, en parte porque puede aumentar la presión arterial y porque suele ir acompañado de hábitos de vida poco saludables, como el tabaco o el consumo de alcohol.