El escritor, filósofo y lingüista italiano Umberto Eco murió ayer a los 84 años, según confirmó su familia al diario italiano La Repubblica.
El escritor no pudo superar un cáncer que lo mantuvo alejado de la vida pública los últimos meses.
La Repubblica colgó en su web un significativo título: "Muere Umberto Eco, el hombre que sabía todo".
El diario Il Corriere della Sera destacó que Eco ha sido una presencia constante e imprescindible de la vida cultural italiana del último medio siglo, pero su fama, a nivel mundial, se debe al extraordinario éxito de "El nombre de la rosa". "Recorrer la vida y la carrera de Umberto Eco", explica el diario de Milán, "significa también reconstruir un pedazo importante de nuestra historia cultural".
El escritor murió en su casa de la ciudad de Milán a las 22.30 hora local (20.30 de Argentina).
Umberto Eco nació el 5 de enero de 1932 en Alessandría, en la región del Piamonte, y se erigió en uno de los intelectuales italianos más dedicados y conocidos. Era doctor en Filosofía por la Universidad de Turín y trabajó en programas culturales de la RAI desde 1954. En los primeros años de la década de la década de 1960 trabajó como profesor agregado de Estética en las universidades de Turín y Milán.
Participó en el llamado Grupo 63, con la publicación de ensayos sobre arte contemporáneo, cultura de masas y medios de comunicación. Entre estos trabajos, se encuentran el conocido ensayo "Apocalípticos e integrados" de 1965 y "Opera aperta".
También fue durante años catedrático de Filosofía en la Universidad de Bolonia, en la que puso en marcha la Escuela Superior de Estudios Humanísticos, conocida como la "superescuela". Esta iniciativa estaba destinada a difundir la cultura internacional y dirigida a licenciados con un alto nivel de conocimientos. También fue fundador, y era el actual secretario, de la Asociación Internacional de Semiótica.
En 1998 entró además a formar parte de la Academia Europea de Yuste y era miembro del Foro de Sabios de la Unesco. Además de sus obras más conocidas, Eco publicó otros trabajos, como "Segundo diario mínimo" (1992), "Los límites de la interpretación" (1992), "La isla del día antes" (1994) y "Kant y el ornitorrinco", entre otras.
Premiado con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el año 2000, Eco fue uno de los grandes de la literatura universal contemporánea que no recibió el premio Nobel.
Su última novela "Número cero", que fue publicada en 2015, describe la Redacción de un periódico imaginario. En esa época, Eco reiteró sus críticas al periodismo pero sostuvo que "la existencia de la prensa es todavía una garantía de democracia, de libertad, porque la pluralidad de los diarios ejerce una función de control".
El escritor cuestionó la manera de adaptarse de los diarios con el boom de internet. "El periódico tiene que saber cambiar y adaptarse. No puede limitarse a hablar del mundo. Ya lo he dicho: tiene que opinar mucho más del mundo virtual. El diario funciona todavía como si la red no existiera. ¡Es como si no se ocuparan nunca de su mayor adversario!", aseguró.
Para Eco, la crisis del periodismo empezó "en los cincuenta y sesenta, justo cuando llegó la televisión". "Hasta entonces", contaba en una entrevista de Juan Cruz publicada por el diario madrileño El País, "el periódico te contaba lo que pasaba la tarde anterior, por eso muchos se llamaban diarios de la tarde: Corriere della Sera, Le Soir, La Tarde, Evening Standard. Desde la invención de la televisión, el periódico te dice por la mañana lo que tú ya sabías. Y ahora pasa igual. ¿Qué debe hacer un diario?".
El escritor italiano llevó al lector por laberintos de pensamiento científico-histórico en novelas como "El Péndulo de Focault", "La Isla del día de antes", "Baudolino" o "El cementerio de Praga", que narra sobre el antisemitismo y las trascendentales teorías de las conspiración al respecto.
El "Nombre de la rosa" (1980) fue la primera novela y el punto de inflexión de Eco, que impresionó al mundo con una de las historias más tortuosas y misteriosas de la literatura universal. La obra fue llevada al cine por Jean-Jacques Annaud con Sean Connery en el papel de protagonista, y lo catapultó a la fama hace tres décadas.
Eco era sobre todo y desde el principio un científico: hijo de un contable, estudió filosofía en Turín, trabajo para medios y editoriales, en 1971 se convirtió en profesor de semiótica, la ciencia de los signos lingüísticos y no lingüísticos. Tras ser profesor invitado y recibir más de 30 títulos de doctor honoris causa dejó la enseñanza en 2007.
Estaba casado con una alemana desde hacía más de medio siglo y era padre de dos hijos.