El Papa Francisco dijo hoy que "muchas personas piden ser escuchadas y comprendidas" y que "el Evangelio busca 'buenos samaritanos' que conocen la compasión y el silencio ante el misterio del hermano y de la hermana", cuando faltan cinco días para que se publique el documento que podría suavizar la postura del Vaticano sobre los divorciados. Durante la homilía dominical, Francisco subrayó que "ser apóstoles de misericordia significa tocar y acariciar sus llagas, presentes también hoy en el cuerpo y en el alma de muchos hermanos y hermanas suyos". "Muchas personas piden ser escuchadas y comprendidas. El Evangelio de la misericordia, para anunciarlo y escribirlo en la vida, busca personas con el corazón paciente y abierto, 'buenos samaritanos' que conocen la compasión y el silencio ante el misterio del hermano y de la hermana; pide siervos generosos y alegres que aman gratuitamente sin pretender nada a cambio, completó.
Los obispos han estado debatiendo con posiciones muy enfrentadas durante los dos últimos años si se debería cambiar la postura de la Iglesia católica romana sobre los asuntos familiares, como suavizar la prohibición de comulgar cuando uno se ha divorciado y adoptar una postura más conciliadora con homosexuales o las parejas que no están casadas.
La agencia alemana DPA señaló que las declaraciones de Francisco, que subrayan la necesidad del Vaticano de ser más abiertos a estilos de vida menos ortodoxos, se pueden contemplar como una forma de preparar el camino para la exhortación apostólica que se publicará el viernes, el documento papal que recoge las conclusiones sobre los debates del sínodo de obispos.
Una de la propuestas del sínodo que el papa podría recoger es la introducción de un procedimiento en que se revise caso por caso los matrimonios que se han vuelto a casar para permitirles comulgar durante la eucaristía tras un periodo de penitencia en el que han sido guiados por su cura.
Las diferencias por el tratamiento a los divorciados y otros que se apartan de la doctrina sobre la familia, como las personas que usan anticonceptivos, constituyen además una reflexión sobre un debate teológico más amplio dentro de la Iglesia católica.