Carlos Páez Vilaró, el artista uruguayo que plasmó en su vasta obra su amor por la cultura negra, murió el lunes a los 90 años dejando decenas de murales en todo el mundo y la emblemática "escultura habitable" Casapueblo en el sureste de Uruguay.

"Uruguay, América y el mundo han perdido a un artista genial, que a partir de la universalidad del arte imprimió un aura personal e inconfundible a su obra", lamentó en un comunicado José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), recordando a Páez Vilaró como un artista "genial" y "amigo" de la institución.

Uno de los murales más famosos del artista es precisamente "Raíces de la paz", pintado en 1960 y restaurado por el mismo Páez en 1975 en una de las paredes del túnel que conecta los edificios de la OEA en la capital estadounidense.

El artista murió el lunes de un infarto en Casapueblo, una original casa-museo-taller modelada con sus propias manos sobre los acantilados en Punta Ballena, en el exclusivo balneario Punta del Este (120 km al este de Montevideo).

"Anoche estaba bárbaro, parecía que iba a vivir cinco años más", dijo emocionada su hija Beba Páez.

El artista "es más que un referente para la ciudad y para el país. Se nos va alguien que dejó un legado que será difícil de empardar", comentó el alcalde de Punta del Este, Martín Laventure, al sitio Montevideo.com.

Este apasionado por el candombe y la cultura afrouruguaya, temas predominantes en una prolífica obra que abarcó la pintura, la escultura, la cerámica, el cine, la música y las letras, participó hace pocos días tocando el tambor -como desde hace casi 50 años- en el tradicional desfile de Llamadas de Montevideo.

"El último desfile lo realizó con nosotros, con todo el esfuerzo", recordó a medios locales el director de la comparsa Cuareim 1080, Waldemar "Cachila" Silva. "Para nosotros y para todo el país es una profunda pérdida", agregó. "Deja un vacío en la cultura uruguaya".

Sus soles y personajes con su trazo inconfundible pueden encontrarse en lienzos y murales en edificios públicos y viviendas privadas de todo el país, pero también supieron darle color a los aviones de la quebrada aerolínea uruguaya Pluna o a una línea nacional de vajilla.