La imagen de decenas de soldados portando material para niños puede convertirse en un ícono de la infamia que arrastra la crisis del país africano.

El Ejército de Sudán del Sur usaba mochilas de Unicef que eran para los niños

Por UNO

Expoliar a los más débiles. En los últimos días, la imagen de decenas de soldados del Ejército de Sudán del Sur portando mochilas escolares amenaza con convertirse en un icono de la infamia y el absurdo que arrastra la crisis del país africano.

La estampa de las tropas gubernamentales con los macutos (destinados a los niños del conflicto) fue tomada el pasado día 31 de enero por el fotógrafo de Afp Carl de Souza, en una carretera de Mathiang, cercana a la ciudad de Bor, una de las principales arterias en conflicto entre las fuerzas presidenciales y los rebeldes. Precisamente, una de las portavoces de la organización Unicef (a quien pertenecen los azulados zurrones), Sarah Crowe, aseguraba a la agencia francesa estar «seriamente consternada al ver este abuso flagrante».

Desde que el pasado 15 de diciembre se iniciara el conflicto en el país africano entre las fuerzas del presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, y a las del exvicepresidente Riek Machar, los saqueos de ayuda humanitaria han sido tendencia habitual en la crisis.

Precisamente, transcurrido solo un mes del comienzo de los enfrentamientos, Naciones Unidas acusaba a ambos actores de cometer flagrantes atrocidades

«Tanto el Gobierno como las fuerzas anti-gubernamentales tienen la responsabilidad de proteger a la población civil», aseguraba Ivan Simonovic, el enviado de la ONU a Sudán del Sur.

De igual modo, Simonovic definió a la localidad de Bentiu, cuyo control ha discurrido en los últimos días entre ambas facciones, como una «ciudad fantasma».

Consultado sobre estas acusaciones, el portavoz del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA), Philip Aguer, aseguraba de forma lacónica a ABC que el «Gobierno de Sudán del Sur da la bienvenida a cualquier investigación de la ONU sobre las matanzas cometidas en el terreno».

El enfrentamiento tiene su origen en las acusaciones de Kiir sobre su histórico rival político Machar (a quien despidió en julio), de planear la toma del poder por la fuerza, lo que degeneró en un conflicto inter-étnico en ciertas regiones del país.

Aunque, como siempre, las víctimas son los más débiles.

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