Precisamente, transcurrido solo un mes del comienzo de los enfrentamientos, Naciones Unidas acusaba a ambos actores de cometer flagrantes atrocidades
«Tanto el Gobierno como las fuerzas anti-gubernamentales tienen la responsabilidad de proteger a la población civil», aseguraba Ivan Simonovic, el enviado de la ONU a Sudán del Sur.
De igual modo, Simonovic definió a la localidad de Bentiu, cuyo control ha discurrido en los últimos días entre ambas facciones, como una «ciudad fantasma».
Consultado sobre estas acusaciones, el portavoz del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA), Philip Aguer, aseguraba de forma lacónica a ABC que el «Gobierno de Sudán del Sur da la bienvenida a cualquier investigación de la ONU sobre las matanzas cometidas en el terreno».
El enfrentamiento tiene su origen en las acusaciones de Kiir sobre su histórico rival político Machar (a quien despidió en julio), de planear la toma del poder por la fuerza, lo que degeneró en un conflicto inter-étnico en ciertas regiones del país.
Aunque, como siempre, las víctimas son los más débiles.