Atentado a las Torres Gemelas

Atentado a las Torres Gemelas: la maldición que pesa sobre los supervivientes del 11-S

Por UNO

Los atentados del 11 de septiembre continúan cobrándose vidas décadas después de que cayeran las Torres. Además de las miles de personas que murieron aquel día, el polvo y los escombros resultantes del derrumbe se encuentran en el origen de graves enfermedades que afectan hoy en día a los servicios de emergencia y a los voluntarios que acudieron a la zona cero. Un nuevo estudio clínico realizado entre los bomberos de la ciudad de Nueva York demuestra que los equipos de rescate que trabajaron aquel día en el World Trade Center tienen un riesgo muy elevado de desarrollar una enfermedad cardiovascular (ECV).

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En concreto los primeros en llegar a la zona cero -en el momento en el que la concentración de polvo en el aire era mayor- son un 44% más susceptibles de padecer una ECV que los que participaron en el rescate en días siguientes. "Estos resultados ponen de relieve la necesidad de añadir las dolencias cardiovasculares a la lista de enfermedades relacionadas con los ataques y, por tanto, cubiertas por la ley para los servicios de emergencia", advierte el doctor David Prezant, profesor en la Escuela de Medicina Albert Einstein, jefe médico del departamento de bomberos de Nueva York (FDNY) y primer autor del estudio, que se ha publicado en la revista médica JAMA Network Open.

Casi dos décadas después del 11S las investigaciones siguen revelando nuevos efectos de la contaminación ambiental provocada por los escombros. Diferentes trabajos han demostrado que la exposición en los primeros días después de los ataques se asocia con problemas respiratorios crónicos y diferentes tipos de cáncer, además de enfermedades reumatológicas autoinmunes. Ahora los investigadores añaden que la exposición al polvo y a los productos derivados de la explosión habría desencadenado síntomas que implican una inflamación crónica y que aumentan el riesgo de sufrir un dolencia cardiovascular, un efecto que está identificándose con el paso del tiempo.

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"Nuestros resultados demuestran por qué es crucial monitorizar a largo plazo la salud de cualquier persona que haya estado expuesta a desastres ambientales masivos, incluso muchos años después", añade la doctora Rachel Zeig-Owens, profesora de epidemiología de la Escuela Albert Einstein y coautora del trabajo. "Además, gracias a este trabajo sabemos que examinar y tratar factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como el colesterol elevado, la hipertensión, la obesidad y el tabaquismo, es clave para reducir el riesgo en estas personas que han estado expuestas al World Trade Center", añade.

Más exposición, más de riesgo

Los autores explican que algunos trabajos anteriores ya habían examinado esta asociación entre la presencia en las Torres Gemelas y las ECV pero, aunque habían revelado ciertos indicios, los resultados no eran concluyentes; muchos de esos trabajos dependían de cuestionarios rellenados por los propios pacientes. En este caso los autores han utilizado otro sistema: han monitorizado a casi 10.000 bomberos presentes en las Torres, revisando sus historiales médicos, pruebas clínicas y los exámenes a los que se han sometido durante los últimos 16 años.

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Los datos reflejan que, en concreto, los primeros bomberos en responder a la llamada -en las horas siguientes a las explosiones y a la caída de las Torres- presentan un riesgo significativamente mayor de experimentar daños cardiovasculares en comparación con aquellos que acudieron los días posteriores al colapso de las torres. Eso incluye problemas como infarto de miocardio, derrame cerebral, angina de pecho o cirugía de la arteria coronaria, entre otras dolencias. De manera similar, aquellos bomberos que trabajaron en labores de búsqueda y rescate en la zona cero durante un periodo de seis meses, tienen un 30% más de riesgo de desarrollar una ECV.

Cáncer

Las nubes de polvo y escombros que se originaron con el impacto de los aviones y el derrumbe de los edificios contenían partículas de materiales de construcción, queroseno y múltiples compuestos tóxicos. En los meses y años posteriores a los ataques, médicos e investigadores se centraron en la vigilancia de las afecciones pulmonares causadas por la inhalación de estos materiales, pero a medida que han pasado los años han ido apareciendo conexiones con otras enfermedades.

A principios de este mismo año otro estudio aparecido en el International Journal of Cancer revelaba que los trabajadores y voluntarios que respondieron a la emergencia en las primeras horas presentan un 40% más de posibilidades de desarrollar cáncer en la cabeza y el cuello. "Dado que el cáncer es una enfermedad de latencia prolongada, hallar pruebas de una presencia significativa de un tipo de cáncer concreto en un periodo determinado apunta a una nueva tendencia emergente; lo que implica una monitorización y un tratamiento continuo", explica la autora de esa investigación, la doctora Judith Graber, profesora asociada de la Facultad de Salud Pública de Rutgers en Nueva Jersey.

Graber y su equipo se han centrado en determinar si las personas que respondieron inmediatamente a la emergencia estaban en mayor riesgo de padecer cáncer de garganta y lengua, afecciones relacionadas con el virus del papiloma humano (VPH), por exposición prolongada a los escombros y residuos de los ataques. Sus resultados confirman este aumento, particularmente en el cáncer de la orofaringe (tipología frecuentemente asociado con la infección por VPH), por encima de cánceres de boca y nasales.

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Fuente: El mundo

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