Para los votantes locales más preocupados por la deuda y la inflación que por la reducción enel gasto, su línea dura en materia de austeridad es una buena razón para seguirla. Pero en lasúltimas semanas su índice de popularidad declinó. En realidad, ha sufrido la indignidad de quedarpor detrás de dos miembros de su propio gobierno en las encuestas de opinión: Karl-Theodor zuGuttenberg, su aristocrático y fotogénico ministro de Defensa, y Ursula von der Leyen, su aliada yamiga, en el ministerio de Trabajo. Además, perdió dos importantes aliados en la estructura de poder. El año pasado, Merkelobtuvo una victoria electoral muy personal al lograr la coalición que quería, combinando su UniónDemocrática Cristiana, de centro derecha, y la Unión Social Cristiana, de Baviera, con el PartidoLiberal Democrático. Pero tras siete meses de disputas públicas, el gobierno quedó en las encuestasdetrás de los socialdemócratas y los verdes, y cayó la popularidad de la canciller. La principal razón no es la crisis económica o las perspectivas de austeridad, sino lapercepción de que Merkel perdió su toque en la política interna alemana y no logra controlar sucoalición. En las últimas semanas no sólo sufrió el sorpresivo retiro del conservador Roland Koch,máxima autoridad del estado federado de Hesse y uno de los más poderosos barones regionales de laUDC, sino que tuvo que aceptar la conmocionante renuncia del presidente Horst Köhler, quien sequejó de "falta de respeto" por su cargo. Además, a Merkel se la acusó de mostrarse vacilante sobre el plan de rescate de la UniónEuropea para Grecia. Permitió que se la presentara internamente como una dura defensora de ladisciplina presupuestaria, para después firmar un enorme paquete de rescate. La canciller ahora ha elegido a otro caudillo regional de la UDC –Christian Wulff, de BajaSajonia– como candidato para suceder a Köhler. Y la decisión parece más destinada a apaciguar supartido que a encontrar el hombre apropiado para el cargo. A Merkel se la ve con menos control desu propio partido y menos segura de su posición que cuando se convirtió en canciller por un segundoperíodo, el año pasado. Y tras las negociaciones por el presupuesto, también se la ve exhausta.