Analizar los porqué y las consecuencias es urgente. La onda expansiva podría dejar secuelas o sembrarlas. Brasil tiene un nuevo presidente que marca un profundo cambio político en ese país y pone en alerta a toda una región con economías e instituciones frágiles.
Jail Bolsonaro ganó las elecciones. Se trata de uno de los personajes más polémicos del Congreso brasileño, quien reivindicó constantemente el accionar de la última dictadura militar en ese país, la que gobernó desde 1964 a 1985 y violó todos los derechos humanos, sanguinaria y cruel. Como legislador les dedicó algunas de sus votaciones a ex camaradas torturadores.
Militante de la libre portación de armas, Bolsonaro y sus principales asesores no han mostrado tapujos a la hora de levantar sus banderas amenazantes y violentas, con constantes expresiones racistas, misóginas y de odio hacia la diversidad sexual. La campaña estuvo acompañada por ataques comando hacia negros y transexuales, lo que causó al menos dos muertes.
Tras la proscripción del candidato favorito en las encuestas, Lula Da Silva (preso por las causas del Lava Jato), Bolsonaro montó una escandalosa campaña mediática basada en las fake news (noticias falsas), lo que abrió todo un debate mundial sobre el papel fundamental que juegan las redes sociales para desacreditar a personas públicas. En el caso de Brasil, la metralla 2.0 fue contra el opositor, el casi desconocido remplazante que colocó el PT, a última hora en lugar de Lula, Fernando Haddad, quien quedó en la segunda vuelta a más de 10 puntos.
El presidente electo de Brasil arremetió utilizando las armas de las libertades democráticas para terminar diezmando, desacralizando y vaciando la democracia. Como Trump, Putin, Erdogan, Orbán o Duterte, se muestra "antisistema", pero desempolva los discursos y las acciones más reaccionarios de algunos sistemas políticos donde el desprecio, la intolerancia y la mano dura contra los "diferentes" son la constante.
La ultraderecha gobernará el país más poblado y rico de Sudamérica, el socio fundamental del Mercosur y por ende, de la Argentina. La paz es indispensable para una región que, en los últimos años, viene con sus altibajos consolidando sus libertades políticas e individuales.
Fuente: Diario UNO de Mendoza