El Sumo Pontífice manejó durante su primer año en Roma una nutrida agenda de compromisos con líderes mundiales, pero sin dejar de dedicar tiempo al encuentro con "sus ovejas".
Así, ha recibido la visita de presidentes, príncipes y reyes, cartoneros, payasos y bomberos, hombres y mujeres de a pie, representantes sociales y líderes de otras confesiones religiosas.
La primera audiencia que Francisco le otorgó a un jefe de Estado fue para recibir a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con quien almorzó el 18 de marzo de 2013.
Luego, Cristina participó en la misa de inicio de pontificado de Francisco y luego de la celebración que presidió el Papa, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, Brasil.
También Francisco recibió al mandatario ecuatoriano Rafael Correa; el venezolano, Nicolás Maduro; y la brasileña, Dilma Rousseff, quienes destacaron la cordialidad de los encuentros y recibieron como obsequio un ejemplar que recopila los documentos elaborados por los obispos latinoamericanos durante la Conferencia de Aparecida (2007), donde se revisa el accionar pastoral de la Iglesia y la realidad social latinoamericana.
El Papa fue anfitrión de otros presidentes y primeros ministros del mundo, como la alemana Angela Merkel, el líder israelí Shimon Peres y el español Mariano Rajoy, entre otros, a quienes mostró su interés por distintos aspectos de la geopolítica mundial sin dejar de destacar su preocupación por los pobres y excluidos sociales.
La combinación de estos dos temas se reflejó con claridad en su mensaje pascual "Urbi et Orbi" de 2013, donde hizo un llamado a la paz en un mundo "aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia".
En ese discurso, el Santo Padre hizo mención a ocho conflictos que afectan la paz en distintas partes del globo: Siria, Irak, Mali, Nigeria, República Democrática del Congo, la República Centro Africana, la península coreana, y el conflicto entre israelíes y palestinos.
Se conocieron además las negociaciones que Francisco llevó adelante para evitar la intervención militar estadounidense en Siria y ha mostrado su preocupación por la situación en Ucrania, gestos que le valieron la nominación al Premio Nobel de la Paz.
El Santo Padre también se hizo tiempo luego de las misas y las audiencias para recibir a líderes de otras religiones, deportistas y personalidades de la cultura.
Por otra parte, la innumerable cantidad de imágenes que Bergoglio protagonizó con hombres y mujeres comunes le dan una visibilidad mediática global, impensada en tiempos de su antecesor Benedicto XVI.
Las postales de Francisco con casco de bombero, con "nariz de payaso", con la copa ganada por San Lorenzo de Almagro o besando a hombres enfermos hicieron subir su popularidad y lo llevaron a protagonizar las tapas de las revistas Time, NewsWeek y Rolling Stone.
Esa popularidad también se ve reflejada en los actos que encabeza, como las audiencias generales que, anteriormente, se celebraban en el aula vaticana Paulo VI y que desde la llegada del papa argentino se realizan en la explanada de San Pedro.
Debajo el momento del nombramiento de Francisco.