Historias del crimen

La reacción de un joven cuando lo condenaron por un incendio donde murió su hermanastro

El caso del incendio se debatió entre un homicidio por negligencia o una patología mental del acusado

En las sombras de un tribunal de Estados Unidos, el 9 de febrero de 2016, un joven de 17 años enfrentó el peso inexorable de la justicia. Jacob Morgan, se paró ante el juez con los hombros encorvados y los ojos vidriosos, mientras el eco de sus sollozos llenaba la sala. No era un criminal endurecido, sino un adolescente con autismo y que causó un incendio donde murió su hermanastro, apenas un bebé.

Todo comenzó en la mañana del 6 de marzo de 2015, en una humilde casa rodante. Jacob Morgan, entonces de 16 años, se quedó a cargo de su hermanastro, Joshua Hill, mientras su padrastro llevaba a su madre al trabajo.

Según la reconstrucción de los investigadores, el adolescente, abrumado por el estrés acumulado —incluyendo el reciente nacimiento de otro bebé en la familia y las demandas de cuidar a un niño pequeño—, decidió encender un fuego. No fue un acto de maldad premeditada, sino un grito desesperado de ayuda, según sus defensores. Expertos en piromanía y psicólogos forenses testificaron más tarde que sufría de un trastorno que lo impulsaba a los incendios como forma de lidiar con la ansiedad. Pero todo terminó de la peor manera.

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El incendio fatal

El incendio se propagó con rapidez letal. Los bomberos llegaron y encontraron la estructura envuelta en llamas. El bebé, atrapado en su cuna, no tuvo oportunidad. Murió por inhalación de humo y quemaduras graves.

Jacob Morgan escapó con heridas menores, pero su testimonio inicial fue confuso: primero dijo que se había quedado dormido y despertado con el fuego; luego, en una carta confesional dirigida a su familia, admitió haber iniciado las llamas en al menos dos puntos de la casa, posiblemente tres, según el análisis de expertos. "Lo hice porque no podía más", escribió.

"Pensé que apagaría el fuego, pero se salió de control. Amo a mi hermano". Aquella confesión, garabateada con mano temblorosa, pintaba el retrato de un joven perdido en su mente por la muerte de un bebé, no de un asesino calculador.

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La investigación fue implacable. El fiscal argumentó que no solo provocó el incendio, sino que abandonó al bebé, viéndolo morir sin intervenir. "Se quedó allí, mirando cómo las llamas devoraban a su hermano", afirmó en la corte.

El 9 de febrero de 2016, Jacob Morgan se declaró culpable bajo un acuerdo y le dictaron una sentencia a 5 años de prisión por homicidio involuntario, 10 años por conducta ilegal hacia un menor, y 15 años por incendio provocado. En 2022, fue liberado bajo probation estricta, con el espectro de 15 años adicionales si fallaba. Hoy, a los 26 años, vive en anonimato, reconstruyendo su vida lejos de los titulares.

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