La mañana del 5 de septiembre de 1982 comenzó como cualquier otro domingo en un barrio típico de Estados Unidos. Johnny Gosch, un niño de 12 años, salió de su casa para repartir diarios a sus vecinos, como solía hacer. Pero terminó desapareciendo. ¿Para siempre? No hay certezas sobre eso.
La extraña desaparición de un niño que, según su madre, volvió para dar sólo una señal de vida
La mujer dijo que su hijo desaparecido regresó por un instante para decirle que vivía bajo otra identidad, pero nunca fue confirmado
El niño llevaba su carrito rojo lleno de ejemplares de diarios. Era la primera vez que sus padres le permitían hacer la ruta de reparto completamente solo. Nunca regresó.
En la mañana, los vecinos empezaron a llamar porque no habían recibido su diario papel. Sus padres encontraron el carrito abandonado a 2 cuadras de casa. Johnny Gosch, rubio, de ojos azules, vestido con una remera blanca, había desaparecido.
Sin rastros del niño desaparecido
La policía de Estados Unidos llegó tarde. Un vecino declaró haber visto a un hombre alto, de cabello oscuro, en un auto azul hablando con Johnny Gosch momentos antes de que se alejara caminando. Otro testigo lo vio subirse a ese mismo vehículo.
Los primeros días tras la desaparición fueron un caos de búsquedas masivas, helicópteros y voluntarios. Nada. Ni una pista física, ni una prenda, ni una huella. El caso se enfrió rápidamente.
La policía de Estados Unidos concluyó, sin pruebas concluyentes, que Johnny Gosch se había fugado. Su madre nunca aceptó esa teoría. Para ella, su hijo había sido secuestrado.
La pista que despista sobre la desaparición
El caso dio un giro surrealista en 1997. La madre del desaparecido aseguró que en la madrugada de un día de marzo, alguien tocó el timbre de su departamento. Al abrir, encontró a un joven de unos 27 años acompañado de otro hombre desconocido.
Más estremecedor fue cuando afirmó que era el niño, ahora adulto. Estuvieron juntos durante una hora y media. Según ella, Johnny Gosch le explicó que había escapado de una red de tráfico sexual y prostitución infantil que operaba a nivel nacional, que estaba en peligro mortal y que no podía quedarse ni revelar su nueva identidad. Le pidió que no lo buscara más. Luego se marchó.
Además, la madre dijo que, antes de irse, Johnny Gosch le dejó una señal: dos marcas rojas en el brazo, iguales a las que tenía de pequeño cuando se quemó con una plancha.
La policía de Estados Unidos nunca encontró pruebas de esa visita. No había huellas, grabaciones ni testigos externos. Muchos consideraron que la mujer, destrozada por 15 años de duelo por su hijo desaparecido, había sufrido una alucinación. La duda sobre el chico desaparecido todavía retumba en el vacío.






