Para el imaginario popular algunos ídolos están más allá del tiempo y el caso de Susana Giménez, que este martes cumple 75 años, parece corroborarlo.

Para muchos y muchas, "Susana" a secas, ya forma parte del mobiliario nacional y permanece joven y espléndida porque sin ella la vida sería menos confortable.

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Segunda diva auténtica del actual olimpo argentino -que en vano intenta crear reemplazos- sigue los caminos de su modelo Mirtha Legrand, la ex "chica Shock" se mete en los hogares a través de la pantalla chica y es una integrante más en algunas familias.

Nacida como María Susana Giménez Aubert en Buenos Aires, Susana hizo y pudo todo; da la sensación de que tiene la capacidad de convertir en oro todo lo que se propone, desde que era modelo, cuando fue vedette, cuando fue actriz, cuando se metió a editora de su propia revista y ahora que revive año a año con su ciclo "Susana Giménez".

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Desde que apareció por primera vez en la tapa de Gente con la leyenda "Susana, la mujer que mata", en 1967, tiene uno de los rostros más frecuentes en las publicaciones del Río de la Plata, donde se encumbró fabricando una personalidad encantadora, avasallante aunque distinta a la de su colega Moria Casán, de singular simpatía más allá de sus atributos físicos, y se transformó en un deseado modelo de vida para muchas jóvenes que han intentado emularla.

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Autora de preguntas acerca de si los dinosaurios estaban vivos o de cómo le acomodaba las pelotas una mujer a su esposo golfista, acuñó latiguillos como "¡Me lo como!", "¡Ay, mi amooor!", "¡Qué amoroso!" e introdujo la palabra "ídola", que no existía en la lengua castellana y que fue adoptada de inmediato por mucha gente.

La carrera de Susana fue siempre en ascenso; luego de haber estudiado en el Quilmes High School y el colegio La Anunciata, y haberse casado con un hombre de apellido -como desea cualquier buena familia de clase media alta-, tuvo a su hija Mercedes Sarrabayrouse a los 18 años y de allí pasó a integrar la agencia de modelos de Héctor Cavallero.

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Su figura y su encanto llamaron la atención del director Fernando Ayala, quien la integró al elenco de "En mi casa mando yo" (1968), con Luis Sandrini y Malvina Pastorino, a lo que siguieron sus intervenciones en los programas "Sótano beat" y "Matrimonios y algo más", y este último le valió su primer Martín Fierro en 1970, por entonces como "revelación".

La actriz, ex vedette y conductora llegó a coleccionar hasta el momento 27 estatuillas entregadas por Aptra, así como parejas y maridos, entre quienes se contaron Carlos Monzón, Ricardo Darín cuando ella tenía 34 años y él 21, y su marido legal Huberto Roviralta, contra el que revoleó ceniceros y terminó pagándole más de 10 millones de dólares al terminar el vínculo.

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Los rumores y la prensa del corazón agregan otros nombres a ese núcleo.
En teatro debutó con "Las mariposas son libres", junto a Rodolfo Bebán y Ana María Campoy, fue pareja de Leonardo Favio en "Fuiste mía un verano" y de Monzón en "La Mary", incursionó en la revista gracias a Gerardo Sofovich, protagonizó la primera versión de "Sugar", posó desnuda en Playboy, rodó películas en Italia y compartió varias con Alberto Olmedo y Jorge Porcel, hasta que recaló en su show televisivo imitando a Raffaella Carrà para luego hacerlo auténticamente suyo.

Susana Giménez es a estas alturas una figura emblemática del imaginario argentino: siempre joven, siempre exitosa, siempre millonaria y siempre "genial", es, aunque el almanaque le marque 75 primaveras, una auténtica estrella, sin la cual el país sería absolutamente otro.

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