Desde que aterrizó en Hollywood, Emma Thompson le agregó el mejor acento británico al cine.
Desde que aterrizó en Hollywood, Emma Thompson le agregó el mejor acento británico al cine.
Con un estilo tan variado como el buen humor de Nanny McPhee, que tanto tiene que ver con la película El sueño de Walt (Saving Mr. Banks), sobre la producción de Mary Poppins, ella también fue la voz original del dibujo animado Elinor en Brave.
Con los dos premios Oscar que ganó con los dramas de Howards End y Sense and Sensibility, ya tiene un prestigio inmortal que no sólo existe en la pantalla grande. Mientras prepara Love Punch, con Pierce Brosnan, estrena la película sobre la historia de Walt Disney.
-¿Le molestan las entrevistas o siente que es parte de su trabajo?
-Es una buena pregunta para empezar, porque... me vas a tener que aguantar (Risas). Sé lo que se siente y tengo una larga respuesta. ¿Estás preparado?
-Por favor...
-Es algo que me apasiona porque siento que la relación entre los actores y la prensa es importante, aunque en los últimos años se volvió tan corrupta por demasiada basura, publicidad o la cultura de las celebridades. Y cuando hablo con actores más jóvenes noto que son demasiado snob con la prensa. Se sienten por encima de todos, y yo soy la primera en decirles que si trabajaron en algo que significa algo para ellos, deberían ser los primeros en salir con un tambor a gritar para que los vayan a ver.Es lo que hay que hacer, porque si no nadie te va a ver. Hay millones de películas y muchísima gente, así que mejor que salgan a explicar por qué les gusta tanto su trabajo, por qué piensan que es bueno, respaldando lo que uno hace. Y si no quieren respaldar el trabajo, a lo mejor no deberían trabajar en lo que no creen. Ahora sí... ya podemos empezar.
-¿Alguna vez pensó en jubilarse?
-¿Jubilarme? No puedo afrontarlo, cariño (Risas). Preferiría convertirme en una ladrona, que me parece que también sería muy buena... Pero no, no, no. Es como pedirle a un pintor que deje de pintar. ¿Por qué lo haría? En ese sentido no tengo un trabajo normal. Por eso jamás soñaría en retirarme. Mira a Judi Dench, sigue trabajando, es extraordinaria y ella tampoco soñaría en jubilarse. No está en nuestros genes.
-Es curioso que haya ganado dos Oscar con dramas pero la gente la recuerda mejor por las comedias ¿Qué género prefiere?
-Mira las fabulosas cintas que se estrenan en esta época, hay demasiados dramas. Me fascina ver que no hacemos cine diseñado para hacernos feliz del principio al fin. Parece que debemos elegir entre un género o el otro. En las viejas épocas no lo necesitábamos. A veces, los actores necesitamos entretener y hacer que la gente sea feliz. Y me parece que es algo que estamos perdiendo. En teatro ahora sólo se hacen musicales y en el cine, los estudios ya no quieren arriesgarse.
-¿Es verdad que la comedia es más difícil que el drama?
-Crecí haciendo comedia. Fue un estilo de vida hasta los 27 años. Y realmente creo que la comedia es mucho más difícil. Las aspiraciones también son mucho más nobles, porque es demasiado difícil hacer una comedia genuinamente liviana y rápida en la que no se puede tartamudear ni dejar pausas. Hay que usar el físico. Especialmente con la comedia se utilizan músculos diferentes y si no cuentas con esos músculos, jamás podrías hacerlo. Hay muchos actores jóvenes que no pueden hacer comedia. Todavía no crecen.
-Yo crecí haciendo sketches, hablando muy rápido, con cambios rápidos, donde tenía que seguir con otro sketch. Fue parte del entrenamiento que hoy aprovecho.
-¿Nota algún cambio en Hollywood, al menos?
-Me parece que está muriendo el entusiasmo y la insistencia en muchas áreas. Es como si se sintieran cómodos en lo que hacen sin querer arriesgar o buscar por donde pasa la verdadera pasión. La comunicación con el público hoy es mucho más fluida que nunca, pero no se aprovecha. Es irónico que Facebook (‘Caralibro’) se llame así, porque no tiene nada que ver con la cara, al contrario, trata de evitar el cara a cara. No veo un futuro demasiado bueno.
-¿El prestigio y la fama ayudan a estrenar películas independientes con historias humanas del estilo que ya no suele haber en Hollywood?
-Por supuesto, ese es el maravilloso privilegio que tenemos. Hay que trabajar con más directores de cine independientes y menos estudios grandes. A lo mejor mis películas de Nannny McPhee lo eran, pero tampoco las sentí como películas de un gran estudio, porque es difícil que te dejen hacer tu trabajo en estos tiempos. Por eso es tan maravilloso trabajar con un equipo de cine de Francia, sin el peso o la influencia de los estudios. Crecí haciendo cine independiente, ni siquiera soy actriz de los mejores estudios de Hollywood. Y eso me mantiene los pies en la tierra.
-¿La actuación es una buena terapia?
-Tiene cierto nivel de meditación dejarse llevar, como si fueras a saltar desde el techo sin paracaídas. A lo mejor pasa por ahí, por dejarse llevar, aunque no sé si tiene tanto que ver con la meditación. A veces es una buena terapia, pero tampoco creo que deberíamos procesar un problema personal por medio de un personaje, aunque todos los actores son fundamentalmente inconsolables. Pensándolo bien, me parece que necesitamos terapia ‘por’ la actuación (Risas)
-¿Después de años de éxito, aún le queda algún personaje que le gustaría interpretar?
-Me encantaría interpretar una persona realmente mala, diabólica. Y también me gustaría hacer una película de acción y llenarme de tatuajes (Risas). Y no bromeo. Me encantaría hacerlo. A lo mejor estoy en una crisis de mediana edad... no sé, pero me parece que sería divertido.
-¿Y Love Punch, que filmó con Pierce Brosnan, fue divertido?
-Hay tantas cosas que me gustan de Pierce Brosnan... como el 60% de descuento que consigue en la Bottega Veneta (Ríe). Es genial ir de shopping con él, porque consigue toda clase de descuentos... Nos llevamos muy bien y tenemos una relación fantástica. Y me encanta el sólo hecho de disfrutar hasta los silencios con él, es totalmente cómodo.
Fuente: excelsior.com