Alejandro Awada, que viene de filmar una película en España bajo la dirección de Álex de la Iglesia, comenzó el rodaje de la miniserie Matungo, cuya historia lo sumerge en el universo del turf, mientras revela que en este momento de su vida lo que más quiere es "pasarla bien, ya que la felicidad sería demasiado".
"Cuando me preguntan cómo estás, yo digo que si no fuera por mí, estaría buenísimo todo", ironiza el reconocido actor, hermano de la primera dama, Juliana Awada, e insiste en que busca procurarse sólo cosas que le hagan bien.
En un alto del rodaje de la miniserie que tendrá distribución internacional, en el Hipódromo de Palermo, el actor se sienta al costado de un stud y con humildad y sencillez, lejos de todo divismo, expresa los sueños y anhelos pendientes en su profesión, y la necesidad que le generó estar cerca de los caballos a partir de este nuevo trabajo.
Matungo es una miniserie que habla de una historia de superación, pasión, amor y desengaños, en la que se refleja una lucha contra la marginación y el desprecio, mientras recorre todos los estratos sociales y se interna en la realidad de la sociedad actual y la trastienda del turf.
Esta historia dramática, que tiene previsto su estreno en Argentina para 2017, es una producción peruana, escrita y dirigida por Mariano Farías, y basada en historias reales, luego de una investigación de más de seis años en el campo hípico.
Awada viene de estar un mes y medio en Madrid filmando con Álex de la Iglesia, experiencia que cataloga como "un lujazo"; además estrenará este jueves Mecánica popular, de Alejandro Agresti, filmó una miniserie para Francia y está ensayando la última obra escrita por Tito Cossa, en la que hace una adaptación para teatro de la película El arreglo, en la que el dramaturgo fue coguionista.
-¿Qué te atrapó de la historia de "Matungo"?
-Esencialmente, la fuerza del deseo. Cuando el deseo es verdaderamente deseo y no necesidad, sino puro amor. Narra la historia de un anhelo profundo, genuino. Yo encarno a un cartonero. Me atrapó la idea de "cartonear", ese universo del carro, del caballo, la calle, la recolección y cómo a partir de eso este hombre puede parar la olla.
-La historia transcurre en el mundo del turf, ¿conocías ese universo?
-No lo conocía, pero me está resultando fascinante. Primero el espectáculo en sí, la carrera, la pista, lo que sucede con esos caballos y con esos jinetes, los espectadores, el detrás de escena con los peones y su relación con los caballos, esos colores... Me parece un espectáculo bellísimo.
-¿En qué momento de tu vida estás?
-Descubrí que lo que más quiero es pasarla bien, la felicidad ya sería demasiado. Busco procurarme cosas que me hacen bien. Y estar en contacto con los caballos me hace bien.
-¿Qué gustos te darías en tu carrera?
-Me encantaría filmar con grandes como (Adolfo) Aristarain. Es un deseo profundo, ojalá tenga la dicha de poder hacer algún proyecto con él, logra una riqueza visual y narrativa que me parece muy elevada. También me encuentro con el deseo profundo de hacer un montón de obras que alguna vez soñé o trabajar con algunos compañeros que me fascinaría, como Miguel Ángel Solá.