Selva Florencia [email protected]
Casi 50 años después de su formación, el quinteto sigue llenando salas y creando nuevas propuestas para sus fans. Estarán desde hoy en el Arena Maipú
Casi 50 años después de su formación, el quinteto sigue llenando salas y creando nuevas propuestas para sus fans. Estarán desde hoy en el Arena Maipú
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No hay con qué darles. Ya sea con espectáculos nuevos o con shows antológicos que agrupan las mejores creaciones de su carrera, Les Luthiers sigue llenando salas a lo largo y ancho del país así como en Europa, donde han sido nominados ocho veces al premio Príncipe de Asturias.
Es lógico afirmar a esta altura que su humor no pasa de moda, después de todo, hay probados ejemplos de obras suyas que se ponen hasta más vigentes con el tiempo, como es el caso de La comisión.
En su segundo paso por Mendoza con el espectáculo ¡Chist!, el quinteto formado por Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna y Carlos Núñez Cortés ofrecerá tres funciones en el Arena Maipú. Antes, consultamos a Mundstock sobre los primeros espectáculos de la agrupación y hasta recordó el origen del personaje Johann Sebastian Mastropiero, un favorito del público.
Un rasgo menos conocido de este integrante es el que lo vincula al cine, donde tuvo papeles en Torrente 3 y Mi primera boda. También aportó la voz del “ermitaño” en la cinta Metegol.
–En épocas en que en la televisión y el teatro argentino abunda el chiste fácil y hasta vulgar, Les Luthiers se irgue como un bastión de humor inteligente. ¿Por qué cree que ya nadie se esfuerza por hacer humor que no tenga que ver con los lugares comunes?–Yo no sé si ha cambiado la calidad del humor, más bien han cambiado las formas, los medios que transmiten el humor a la gente. Sin duda la televisión, que es el medio mayoritario, que vive del negocio de la publicidad, sólo quiere llegarle a mucha gente y para eso apela a lo más simple, que suele ser de menor calidad. Nosotros, y no somos los únicos, podemos seguir haciendo un espectáculo más elaborado, porque nuestro público viene a vernos al teatro. Hacemos “venta directa” al que nos elige. Por suerte, si bien no son tantos como los que miran televisión, siguen siendo muchos.
–Después de tantos años juntos y tantas giras, ¿algunos de ustedes ya tienen ganas de parar? ¿O es que todos tienen las mismas ganas de subirse al escenario que cuando empezaron? –Ganas de parar no, pero es cierto que nos cansamos más que antes. Aun así, subirse al escenario es una alegría tan grande, con tanta respuesta del público, que compensa cualquier esfuerzo.
–Por lo menos en Mendoza, Les Luthiers llena más funciones que cualquier otro artista de antaño o en boga, ¿cuál es la clave para que la gente siga pidiendo más Les Luthiers?–Bueno, por lo visto hasta ahora no hemos pasado de moda. Además, con los años hemos ido aprendiendo y mejorando el espectáculo, eso también ayuda a mantenerlo vigente.
–Esta semana falleció un ícono de la comedia argentina, Juan Carlo Calabró, ¿tenía un personaje favorito de él?–Me encantaba el personaje de El Contra, un hallazgo de gracia y observación.
–¿Tiene alguna anécdota de un show accidentado o en el que ocurriese algo fuera de lo común con el público?–Así, al azar, me viene a la memoria el día en que actuamos en la cena de clausura de una convención de cooperativas agrarias o algo así, en nuestros comienzos. Los asistentes se habían estado peleando todo el día, acababan de comer y beber copiosamente y los que no discutían ya se estaban durmiendo sobre las mesas; de risas, ni hablemos. Habíamos programado seis canciones y una o dos extras. Sobre la marcha fuimos decidiendo hacer una pieza menos, después dos. En resumen, tocamos tres canciones. Saludamos los raquíticos aplausos como si nos estuvieran ovacionando y nos retiramos discretamente.
–En internet, sus fans hacen rankings de las obras de Les Luthiers y suelen poner en primer lugar obras como Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras y El sendero de Warren Sánchez, ¿cuál es su obra favorita?–¡Uy, qué difícil! Las Majas del Bergantín, Educación Sexual Moderna, Himnovaciones, Esther Píscore, José Duval (por lo que me divierto actuando). Y muchas otras, no podría elegir una.
–¿Recuerda el momento en el que surgió el personaje Johann Sebastian Mastropiero, de quién fue idea o en qué contexto surgió?–Totalmente. Era 1961, yo estaba escribiendo la biografía en broma de un compositor ítaloyanqui para leerla en la fiesta de fin de año del coro de Ingeniería. Cuando fui a ponerle nombre se me ocurrió Freddy Mastropiero. Tras algunos avatares, Freddy terminó siendo Johann Sebastian, como homenaje-agravio a Bach.
–El año que viene van a estar en el teatro Colón, junto con Daniel Barenboim y la West-East Divan Orchestra, ¿qué se puede contar y cuándo empiezan a preparar ese espectáculo?–El maestro Barenboim nos invitó a intervenir en un concierto de la West Eastern Divan Orchestra integrado por La historia del soldado, de Stravinsky, y El carnaval de los animales, de Saint Saëns, dos obras que se suelen interpretar con textos, relatos y personajes actuados. Ya hemos comenzado a prepararlo, para nosotros es un gran honor y esperamos que Barenboim sepa en la que se está metiendo.
–¿Qué tienen pensando para 2014? Se supo que están preparando otro show antológico, como ¡Chist!...–Sí. Seguiremos hurgando en nuestro “cofre del tesoro” para disfrutar del mismo con el público. Habrá algún nuevo instrumento y una presentación totalmente remozada.
–¿Sienten que gracias a YouTube sus creaciones vivirán por siempre?–Qué sé yo, quién puede saberlo…
¡Chist!