Lady Gaga llegó a la embajada, en el elegante barrio de Knightsbridge, a las siete de la tarde y se marchó a medianoche. Ambos posaron juntos para la prensa. Ella vestida con un abrigo negro y tocada con un sombrero de bruja. Él, en camiseta blanca. Las fotos muestran a un Assange cansado y con ojeras y con una mancha claramente visible en su camiseta. Quizás una señal de descuido. O quizás una señal de que se siente como en su casa en la embajada y uno en casa viste como le da la gana.
Ninguno de ellos está pasando su mejor momento vital y profesional. Ella vomitó varias veces días atrás en un concierto en Barcelona y dejó en Twitter un irónico mensaje asegurando que nunca olvidará esa noche y que en España le estaban tomando el pelo. El lunes se armó un follón cuando llegó una hora tarde a la presentación de su nuevo perfume en Harrod’s y luego apenas se paró a firmar autógrafos y posar para los cientos de fans que llevaban hasta cinco horas esperando para verla.