Gisela Emma Saccavino
El imán no es más –ni menos– que el amor fraternal. Ese “corazón calentito” que saca a la luz su amigo entrañable Julio Cortázar a través del alter ego que experimenta la cotidianidad de lo absurdo en Un tal Lucas, el libro de relatos que vio la luz en 1979, es el que acerca al mítico Juan Tata Cedrón hasta Mendoza.
Lo que el cantor, guitarrista, compositor y director del Cuarteto Cedrón entregará a los mendocinos en el teatro Plaza este jueves en la noche es una inestimable porción de su “alma-obra”: Canción sin verano, una creación conjunta de él y Cortázar.
El concierto forma parte de las actividades que el área de Derechos Humanos de la Comuna de Godoy Cruz organizó en homenaje a los 50 años del libro Historias de Cronopios y de Famas.
Sin más preliminares, vale la pena asomarse a un ínfimo rincón de la mente de este sensible y audaz artista “orillero”, una enciclopedia abierta de lo más jugoso de la cultura argentina.
–¿Cómo nace su amistad con Cortázar?
–La primera vez que fui a París, en 1972, lo conocí porque fui a pedirle cosas por solidaridad (N. de la R.: el Tata llegó a ese país con la mochila del cruel exilio) y él se portó muy bien, me atendió en su casa, que quedaba al lado del teatro del Odeón. Yo era fanático de él, pero en ese caso fui como compañero, ya que iba a tocar a España y Francia. Luego cada vez que iba a ese país lo veía y ahí nació la relación.
–Grandes poemas se han transformado, al pasar por el tamiz de su “imaginación”, en grandes canciones. ¿Dónde reside el encanto de la poesía?
–Yo soy muy ecléctico, como buen argentino que ha leído de todo. Y por mi oficio, en los ‘60, época en que me tocó empezar a componer, tenía 20 años, leía todo tipo de estilos, desde Florencio Sánchez a Tennessee Williams, teníamos una cultura muy abierta. Con la poesía me pasó lo mismo. Y como en los ‘60 había una especie de debacle por la penetración de la televisión y ya no había orquestas de tango ni de folclore porque había una movida con el Club del Clan y eso, comencé a buscar poetas que no eran cancionistas. Mi hermano Alberto me ayudó mucho y al poco tiempo me presentaron a Raúl González Tuñón. Luego conocí a (Juan) Gelman, (Paco) Urondo, (Julio) Huasi, (Enrique) Molina, (Oliverio) Girondo y (Leopoldo) Marechal. También he trabajado con versos precolombinos, con Bertolt Brecht o César Vallejo. Pero no es una cosa buscada, cuando me gusta un poema y me emociona para cantarlo, entonces agarro mi guitarra y solas me salen las melodías, en general populares.
–Herencia con la que también, estimo, tomó contacto durante su “educación musical”.
–Así es, hay música argentina muy rica y de muy buena calidad. De chico, en los ‘40 me acuerdo, escuchábamos (Aníbal) Troilo, (Miguel) Caló, (Osvaldo) Pugliese, (Carlos) Di Sarli, (Ángel) D’Agostino o cantores como (Raúl) Berón, (Edmundo) Rivero o (Alberto) Marino.
–¿Y llegó algo a sus oídos de Cuyo?
–¡Pero claro! En los ‘50 empecé a escuchar folclore cuyano, como La Tropilla de Huachi Pampa, Antonio Tormo o Saúl Salinas. A él lo conozco porque Carlos Gardel hacía muchos temas de él, de hecho, toda la parte campera de él es más bien cuyana. En fin, lo que me gusta es el arte que tiene profundidad, como decía González Tuñón, “que la poesía sea creativa, pero que tenga que ver con la realidad”. Y en esa dirección he tratado de componer mi obra, no sé si está bien o mal, pero no creo que haya muchos que tengan un repertorio tan ecléctico en poesía.
–De hecho, esa es su “marca personal”, lo que lo aleja del campo del tango “sentimentaloide”…
–Es que yo no hago tango, tango solamente, son mis canciones, que tienen que ver con el tango pero que no les pongo ese nombre, tal vez es una mezcla entre ese género y el folclore, hay chamarritas y sobre todo milonga, que después se transformaron en baladas. Y eso también lo tienen Spinetta o Charly García, por eso los rockeros tienen una muy buena mirada sobre los Cedrón. Sin hacer mucha alharaca, hay muchos jóvenes que escuchan el cuarteto. Igual, lo más importante es que sean independientes en la creación.
–Y un exponente de esto es Miguel López, su bandoneonista mendocino…
–Claro, viene del rock, es un excelente músico, hace ya 6 años que trabajamos juntos y yo tengo más de 70 pirulos y él treintipico. Además el compone y su banda, Futre, es una continuidad de lo que hizo el cuarteto, al igual que mucha gente que hoy hace rock.
–¿Cómo será su homenaje a Julio en Mendoza?
–Una vez grabamos un disco con Julio, pero las canciones eran de Edgardo Cantón y estaban tocadas con orquesta, y eso no lo puedo hacer, entonces interpretaré una canción muy hermosa que compusimos juntos: se llama Canción sin verano, que habla de Argentina. Julio era muy tierno. Y luego haré algunas canciones que le gustaban. Mi homenaje es estar allí y recordar a Julio con mi presencia, yo fui muy amigo de él, no sé si usted leyó el libro Un tal Lucas, porque ahí queda plasmada nuestra amistad en lo cotidiano.
Los Cedrón en Un tal Lucas
Pensar en los Cedrón significa una tal cantidad de cosas que no sabe por dónde empezar. La única ventaja para Lucas es que no conoce a todos los Cedrón sino solamente a tres, pero andá a saber si al final es una ventaja. Estos tres Cedrón consisten en el músico Tata (que en la partida de nacimiento se llama Juan, y de paso qué absurdo que estos documentos se llamen partida cuando son todo lo contrario), Jorge el cineasta y Alberto el pintor. Tratarlos por separado ya es cosa seria, pero cuando les da por juntarse y te invitan a comer empanadas entonces son propiamente la muerte en tres tomos.
(…) Una noche con los Cedrón es una especie de resumen sudamericano que explica y justifica la estupefacta admiración con que los europeos asisten a su música, a su literatura, a su pintura y a su cine o teatro (…) Pero qué le importa la resaca si abajo hay algo calentito que deben ser las empanadas, y entre abajo y arriba hay otra cosa todavía más calentita, un corazón que repite qué jodidos, qué jodidos, qué grandes jodidos, qué irreemplazables jodidos, puta que los parió.
Actividades
-Jueves
Seminario “Historias de Julios y de Famas: Cortázar y las vicisitudes del último escritor romántico” .
Lugar: Sala de Sesiones HCD (Perito Moreno y Rivadavia).
Hora: de 18.30 a 21.
- Declaración de Visitante Ilustre a Tata Cedrón.
Lugar: Sala de Sesiones HCD (Perito Moreno y Rivadavia).
Hora: 10.30.
-Señalización del lugar donde vivió Julio Cortázar, en Godoy Cruz. Minirrecital de Tata Cedrón.
Lugar: Las Heras esquina Castelli.
Hora: 12.
- Intervenciones urbanas, en la plaza de Godoy Cruz y el Concejo Deliberante.
-Recital de Tata Cedrón, “Homenaje a Julio Cortázar”.
Lugar: teatro Plaza (Colón 27, Godoy Cruz).
Hora: 21.
Las entradas, libres y gratuitas, se retiran en el teatro.