Perdido en un bosque o en las rutas francesas del vino, el monstruo sagrado del cine francés Gérard Depardieu es protagonista de dos filmes presentados en la Berlinale, encarnando a personajes a la búsqueda del sentido de la vida o el amor.
En "The End" de Guillaume Nicloux, presentado en una de las secciones paralelas del festival, Depardieu, que llegó a Berlín el domingo para presentar su película, interpreta a un hombre que sale a cazar con su perro y se pierde en el bosque.
Prácticamente omnipresente en la pantalla durante casi una hora y media, el imponente Depardieu se desplaza y escala las rocas con dificultad, resopla y transpira.
Pierde a su perro y su fusil, antes de tener extraños encuentros, en un calvario puntuado por momentos de soliloquio en los que pide socorro en vano.
"El rodaje fue muy rápido. Había engordado muchísimo. Y sobre todo, lo que era muy sorprendente para mí, correspondió a una época en que yo era como mi cuerpo, es decir que no había nada en mi cabeza", contó el actor al público del festival.
Guillaume Nicloux "me hizo caminar mucho. Es horrible caminar cuando uno es gordo, cuando uno está cansado. Uno se dirige hacia la muerte, es una pesadilla", agregó el actor al admitir que su cuerpo le resulta "molesto".
Con la intriga minimalista de su periplo errante, que explora las cuestiones de la soledad, la violencia o la culpabilidad, el actor de 67 años que se define como "un viajero del mundo" -"ya no sé ni donde vivo", admite-, toma con su presencia el control completo de la pantalla.
Se trata de su segunda colaboración en apenas unos meses con Nicloux ("El secuestro de Michel Houellebecq") tras "Valley of Love", junto a Isabelle Huppert.
"Densidad excepcional"
Al igual que en "Valley of Love", la ficción y la realidad se superponen en "The End". Según Guillaume Nicloux, que se propone "explorar regiones entre el documental y la ficción, esta película en forma de metáfora es una "búsqueda existencial" que responde además a todo lo que se proyecta sobre la figura de este peculiar actor.
"Teníamos ganas de volver a rodar juntos", explicó a la AFP el director, que ve en Depardieu a la vez a "un niño y un ogro" y "una persona única".
"Lo que resulta bastante asombroso, fascinante y conmovedor, es que se trata de alguien con una densidad excepcional que logra transmitirla fuera del set" de filmación, agrega el cineasta de 49 años. Según él, el actor lleva en él "algo que se asemeja a un calvario, algo doloroso, explosivo, pero siempre radiante".
Celebrado por su actuación instintiva, su capacidad inagotable de trabajo o incluso sus famosos excesos y desplantes, Depardieu también es protagonista de otro filme presentado fuera de competencia en la Berlinale: "Saint-Amour", road-movie vitícola de Gustave Kervern y Benoît Delépine.
En este filme que mezcla humor y emoción encarna a Jean, un agricultor que decide repentinamente llevarse a su hijo Bruno (Benoît Poelvoorde) a recorrer la ruta de los vinos para lograr un acercamiento con él.
El actor, que ya había actuado para Gustave Kervern y Benoît Delépine en "Mammuth" -en competencia en la Berlinale en 2010- y en "Le Grand soir", resulta conmovedor como padre afectuoso que sale a vagabundear por las rutas junto a su hijo para intentar ubicarlo en el buen camino.
Según Benoît Delépine, "Gérard Depardieu como campesino era una evidencia, a partir de lo que él es, tanto física como mentalmente".
"Es tan fuerte tener actores así", agrega Gustave Kervern. Junto con Benoît Poelvoorde, "son dos caracteres como ya no quedan", agrega, "Nunca se van a andar cuidando de lo que dicen.