Cuando en enero del 2017 Mendoza veía azorada cómo se incendiaba la cúpula del Espacio Contemporáneo de Arte (ECA) y cómo el fuego se llevaba las obras de varios artistas locales y foráneos, la única sensación era la desesperanza. La tristeza de una pérdida para la cultura local, una más. A pesar de las promesas de reconstrucción, nadie pensaba que de ese lúgubre espacio incendiado fuera a surgir la vida.
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Pero el arte, además de crear belleza, suele ser reparador. Y este es el valor agregado que tendrá el mural que la artista local Florencia Scafati está haciendo para engalanar la entrada al renacido espacio.
Para ella, no sólo fue un desafío en lo profesional, ya que nunca había realizado una pintura de tales dimensiones sino también en lo personal, puesto que ese mural va a tener la impronta femenina que aún falta en la cultura local.
El renacimiento del color
La pintura de Scafati será lo primero que la gente que visite el nuevo ECA verá cuando ingrese. Se trata de un espacio de 10 metros de circunferencia, que la artista ha dividido en porciones -siguiendo estrictos cálculos matemáticos- y tiene como temática la figura femenina.
También impresiona la explosión de color, después de las cenizas del incendio, que ciertamente llevan el sello de la pintora mendocina.
Además, las grandes proporciones de la obra parecen difíciles de imaginar en perspectiva.
-¿Qué fue lo que más te costó cuando empezaste a trabajar en un formato tan grande como el del mural?
-Si bien yo había hecho bocetos, siguiendo cálculos muy precisos, pensaba que iba a estar allá arriba -trabajo a siete metros y medio de altura- y me iba a sentir como en un sueño, como Miguel Ángel. Pero cuando me enfrenté a la situación lo primero que pensé es cómo iba a hacer eso. Fue muy fuerte. Los bordes fueron lo más divertido y cuando empecé los cuerpos, fue más duro el trabajo físico. Me duelen bastante los brazos cuando paso muchas horas pintando así acostada.
-A veces uno piensa que los artistas hacen todo improvisado, como lo que les va saliendo en el momento.
-No es así, yo para esta obra trabajé muy detalladamente el boceto, saqué muchas cuentas. Nunca pensé que lo que había aprendido sobre el tema de las proporciones en la Facultad de Bellas Artes me iba a servir tanto. La materia se llamaba Dibujo en Perspectiva. Para este trabajo puse todos esos conocimientos en práctica: subdividí el círculo en porciones, saqué radios, tracé cruces, estudié matemáticamente todo para que, a la hora de pintar, haya mucha libertad, pero también una perspectiva clara.
-¿Es algo que acostumbrás hacer en tus obras?
-Yo no soy realista, pero sí naturalista, y trabajo con una especie de realismo mágico que no es hiperrealismo, pero sí se necesita un apoyo técnico.
-¿Pediste ayuda en esta etapa?
-No pedí ayuda, pero sí cuando terminé el boceto pedí opinión a ambos padres (Florencia es hija del dibujante e ilustrador mendocino Luis Scafati y la pintora e ilustradora Marta Vicente) que son mi escuela. Me encontré con que les encantó la idea.
-¿Aportaron algo al trabajo?
-Mi mamá me aportó mucho sobre el color, y mi papá, sobre el dibujo.
-¿Con cuál de los dos sentís que se identifica más tu estilo?
-En realidad, creo que tengo influencia de ambos. Quizás en la temática, como en el color, tengo similitudes más con mi madre, porque somos mujeres y las experiencias son más cercanas. Pero por ejemplo, en este mural sentí que tenía que partir de manchas de color, porque había que romper el blanco crudo del muro. Entonces "tiré" algunas formas con pincel, y esto es algo que no sé si mi madre haría. Esto de jugar con la espontaneidad lo heredé mucho de mi papá, creo que es más influencia de él.
La autoinspiración
-¿En qué motivos te inspiraste para pensar esta obra?
-En realidad, cuando me vinieron a proponer el trabajo, me buscaron porque yo había estado trabajando con círculos -en lenguaje pictórico se denominan "tondos"- y entonces, yo tomé algunas pinturas mías -las que más me gustaban- y lo que hice fue tratar de inspirarme en mí misma, en mis propios trabajos. En lo que había hecho que me gustaba. Saqué lo mejor de las cosas que había hecho y me adapté al círculo.
-La temática de tu obra tiene mucho que ver con lo femenino
-Me inspiro mucho en las mujeres y en la naturaleza. También está presente la música, para mí es fundamental. Trabajo mucho con esto. Elijo temas que tienen que ver con lo que estoy haciendo y sigo muchas artistas mujeres. Me siento más identificada con la música de ellas. Ahora, por ejemplo, que vengo a pintar, me preparo listas con temas que sé que me van a inspirar.
-Se nota que te gusta mucho planificar.
-Soy una planificadora nata. Pero a la vez también hay algo de espontaneidad. Lo buenocuando una planifica es que todo el tiempo tenés que estar rompiendo esos esquemas que traías en tu mente para encontrarte con otro tipo de experiencias.
-Parece como si en el arte estuviera mal visto esto de ser metódica y meticulosa, como que todo debe ser fruto del libre albedrío.
-No es así, a mí planificar me ha salvado, porque yo vivo de lo que hago. Si no hubiera planificado estaría colgada, y no podría haber mantenido a mis hijos. Hay partes de mi laburo que son administrativos, de oficina.
La hora de las mujeres
-¿Qué opinás sobre la participación de las mujeres en el arte local?
-Creo que es hora de que empiecen a llamarnos más. Los lugares de Mendoza han sido siempre intervenidos por varones.
-¿Estás de acuerdo con esto de los cupos como política compensatoria a la desigualdad de oportunidades, por ejemplo, como sucedió en el rock?
-Sí, estoy totalmente de acuerdo. Esa discusión la damos mucho con amigos varones que pertenecen al mundo del arte y ellos sostienen que tiene que ser por una cuestión de calidad artística y no por género. Yo no creo que sea así. Por ejemplo, los vestidos de Gustav Klimnt eran diseñados por una artista talentosísima, Emilie Flöge, nunca se supo nada de ella. En el museo de El Prado, hay cientos de obras de mujeres que no se dan a conocer.
-¿Creés que es una cuestión de machismo en el arte?
-Claro que sí y no sólo por parte de los varones, sino también de las mujeres. En lo que respecta al arte, la mayoría de los galeristas tanto hombres como mujeres, son machistas. Lo he vivido a través de mi vieja, que ha tenido esa experiencia en Buenos Aires. Por eso en gran medida, ahora me hago cargo yo de la obra de ella. De la de ella y de la mía.
-¿Pensás que tiene que ver con que la edad en la que una persona se desarrolla artísticamente, profesionalmente, coincide con la etapa de la maternidad?
-Totalmente, y esa es un poco la idea de este mural. Muchos me han dicho "es un mar". Mi idea es que es un útero. El hecho de ser madres -no específicamente de parir- a las mujeres nos aporta mucha creatividad y muchísima fuerza.
-De todas maneras hay una revolución de las mujeres actualmente
-Esta etapa es un despertar, mi obra quiere mostrar esto, un despertar de tres mujeres. Una de ellas está con los ojos en un sueño, otra los tiene entreabiertos, y la última con los ojos abiertos. Todavía no sé si va a ser éste el título, pero tiene que ver con que despertar es revolución. y la revolución, sin lugar a dudas, va a ser femenina.