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En la lona y de pie: la buena propuesta de Luciano Castro en "Caer (y levantarse)"

El actor sorprende con una interpretación ágil y conmovedora de un boxeador en desgracia. La obra se enmarca en la época dorada del boxeo argentino, reflexiona sobre la fragilidad de los sueños y la importancia de "no tirar la toalla"

La propuesta, ganadora del premio Estrella de Mar al Mejor Unipersonal, no tiene grandes pretenciones (dura apenas 45 minutos), pero cuenta con un guion muy bueno, recursos visuales y sonoros correctamente aprovechados y la actuación de Castro, quien hace tiempo salió de la zona de confort que le brindaba ser un sex symbol.

Ahora el actor se sumerge en personajes más complejos como Junior, un boxeador que cuenta su vida desde una celda de la cárcel de Dolores, Mar del Plata, mientras espera sentencia de un caso que lo tiene seriamente implicado.

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Luciano Castro se presentó este viernes y sábado en el Plaza. Este domingo lo hará en el Auditorio de Tunuyán.

Luciano Castro se presentó este viernes y sábado en el Plaza. Este domingo lo hará en el Auditorio de Tunuyán.

Luciano Castro en "Caer (y levantarse)" logra una obra efectiva

La obra es buena, interesante, tiene algunos toques de humor y se enmarca muy bien en el mundo del histórico boxeo argentino. Hace referencia a otras épocas en las que el Luna Park tenía reyes como Tito Lectoure o Ernesto Cherquis Bialo y gladiadores de la talla de Sergio Víctor Palma o Nicolino Loche, con un guiño a la vida del boxeador marplatense Ubaldo Uby Sacco.

La historia de Junior es la típica de muchos boxeadores argentinos que alcanzaron la gloria batallando en el ring, pero perdieron contra las adicciones, la indisciplina y el descontrol. Sin embargo, es la historia de cualquiera, porque cualquiera puede alcanzar sus sueños luego de esforzarse mucho tiempo y perderlos en un jab que la vida puede asertar cuando menos se lo espera. Por suerte siempre hay una campana salvadora dispuesta a marcar un nuevo comienzo.

Castro, aficionado al boxeo en la vida real, asume en el escenario la responsabilidad de llevar adelante una historia triste y un tanto oscura, pero lo hace con la rapidez, agilidad y fuerza de un peso pluma, sin excesos dramáticos ni exageraciones innecesarias, con lo que termina por redondear una obra efectiva, entendible y popular (en el mejor sentido de la palabra).

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