La cinta tiene el atractivo de indagar sobre muchas preguntas acerca de quién es realmente Natasha Romanoff y qué sucesos moldearon su fría personalidad. A partir de esa consigna, la directora australiana Cate Shortland unió fuerzas con Darrin Prescott, quien actuó de director de segunda unidad y cuyo aporte en las escenas de acción deja su propia impronta. No en vano participó de la saga de John Wick.
En la escena inicial nos trasladamos a 1995, al hogar en los suburbios de Ohio donde Natasha vive sus días en familia, rodeada de su madre, Melina Vostokoff (Rachel Weisz, La momia, El jardinero fiel, La favorita), su padre, Alexei Shostakov (David Harbour, Stranger Things) y su hermana, Yelena Belova (Midsommar, Mujercitas). Esta escena remite a clásicos del espionaje: en definitiva, sabemos que en el futuro Natasha es una espía rusa. En medio de la tensión que se crea por el escape obligado de esta familia, muchas de las claves del pasado de la protagonista empiezan a ser revelados.
Tras esta introducción, la acción nos lleva de regreso a ella cuando ya es una más de los Avengers (la cronología ubica esta cinta después de Capitán América: Civil War). Mientras trata de mantenerse fuera del alcance del general Thunderbolt Ross (John Hurt), quien la persigue por atentar contra los Acuerdos de Sokovia, recibe una misteriosa sustancia de parte de su hermana, a quien no ve desde hace décadas.
Pero esta sustancia parece ser lo suficientemente importante como para que envíen por ella a Taskmaster, un guerrero enmascarado que es capaz de imitar los movimientos de cualquier oponente.
Regresar a su pasado y a su hermana son parte del viaje que debe emprender la heroína no sólo para cerrar las heridas propias, sino para develar el misterio que envuelve a la Habitación Roja y a las implacables viudas negras que son entrenadas allí.
Es decir que el filme entrelaza dos núcleos narrativos: la particular familia que tuvo durante algunos años y la resolución (con el regreso de los rusos como amenaza) del conflicto de la Habitación Roja.
El arranque del filme tiene todo lo que se puede pedir a una cinta de espionaje y acción, pero lamentablemente no mantiene el mismo nivel.
Más allá de las escenas de acción que por cierto son excelentes (Marvel es muy exigente con respecto a esto), todo lo que podía hacer la diferencia se pierde en las estandares estéticos y de guión propios de la saga: personajes aquejados por traumas de su pasado, conflictos familiares y, por supuesto, la segunda trama que marca el despliegue visual con explosiones y combates cuerpo a cuerpo.
Esta receta, omnipresente en el Universo Marvel, vuelve en Black Widow y allí donde la directora quiso hacer la diferencia, no lo consiguió. Cuando quiere aportar algo de humor (sobre todo con el personaje de David Harbour, que en su juventud fue una especie de Capitán América versión rusa, escasamente lo consigue. Y cuando quiere emocionar, tampoco funciona.
Tal vez si Cate Shortland hubiese apostado a acentuar estos rasgos que esboza, la película habría sido diferente y con cierta originalidad. Pero aquí todo es previsible, desde los gags hasta el mensaje de sororidad.
Un elenco talentoso completa esta película entretenida, un tanto extensa, que no es una de las mejores del universo Marvel.
Black Widow (2021) Marvel Tráiler Oficial #2 Subtitulado