Antes de partir en su periplo por la "ruta imposible", el más grande navegante argentino, Vito Dumas, dijo: "Voy en esta época materialista a realizar una empresa romántica, para ejemplo de la juventud", y se lanzó en plena Segunda Guerra Mundial a dar la vuelta al mundo en solitario por la ruta de los "Cuarenta Bramadores", la más hostil del planeta. Seis jóvenes emprendedores mendocinos aceptaron la herencia, y a mediados de marzo van a encarar el cruce del Atlántico en un velero.

Casi sin experiencia náutica, normal para habitantes del desierto, Marcelo Parmeggiani, Pablo Patti, Sebastián Venturin, Mariano Lanzilotta, Valentín Labanca y Eduardo Romani cambian el paisaje que los convoca habitualmente para sus aventuras en moto, y los enduristas se animaron a encarar otra "empresa romántica" y pondrán cara al viento en un pequeño catamarán, de poco más de 14 metros, para cruzar el océano Atlántico, desde las Antillas a Europa, de la forma más difícil, de Oeste a Este, en lo que será una singladura que los tendrá cerca de un mes y medio en el ambiente más hostil: el mar abierto.

Ya prestos a partir rumbo al Caribe, dejando familia y actividades, los seis aventureros mendocinos aún no tienen fecha certera para el inicio de la atrevida empresa. "No tenemos fecha de salida, estimativamente sería el 20 de marzo, pero todo depende del clima. ¡El viento manda!", dijo el vocero del grupo, Marcelo Parmeggiani.

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Con la mente ya puesta en la larga travesía oceánica, los mendocinos que desafiarán al Atlántico ya están prontos para viajar a Centroamérica para dar inicio al periplo.

Con la mente ya puesta en la larga travesía oceánica, los mendocinos que desafiarán al Atlántico ya están prontos para viajar a Centroamérica para dar inicio al periplo.

Una aventura soñada

Demostrando que los sueños son para cumplirlos, y que no hay límites de edad, el más veterano del equipo, Eduardo Romani, contó sobre el nacimiento del proyecto que llamaron Sin Rumbo. "El año pasado decidí hacer un curso de navegación a vela, el que hice junto a un amigo, Mariano Lanzilotta, y hablando con un capitán, Carlos, decidimos hacer el cruce del océano Atlántico desde las Antillas Menores hasta España", dijo Eduardo.

"Luego de varias conversaciones, se sumaron cuatro amigos de Mariano. Se ha armado un gran grupo, y nos hemos juntado varias veces para hablar del viaje y temas de seguridad. El proyecto continúa, luego de llegar a Cádiz, continuar -posiblemente- con un barquito propio navegando por Europa, siempre y cuando la experiencia sea buena. También podríamos ver de hacer el viaje de vuelta", sumó Romani.

Por su parte, Sebastián Venturín le ha dado un doble sentido al periplo náutico, y aportó: "Todos estamos de acuerdo en que salimos a aventurarnos, sin miedo a nada. Vamos a buscar nuevas experiencias, arriesgándonos, sumando adrenalina, como a nosotros nos gusta. Por ahora sólo pienso en el barco y la aventura, nada más. Después seguiré con las motos, o veré si sigo mi vida allá (Europa) aprovechando este viaje que me abrirá las puertas a una nueva vida".

En tanto Marcelo Parmeggini profundizó más sobre todo el proyecto. "No somos navegantes, y eso ha sido algo que nos complicó, porque no conseguíamos capitán que llevara tripulantes sin experiencia. Ahora tenemos a un hombre con mucha experiencia, pero con algo de locura, ya que, si a él le pasa algo, veremos que hacemos nosotros, totalmente legos en navegación". Luego agregó con mucho humor: "Estamos estudiando cómo vamos a hacer las guardias, pero viajamos con muy poca preparación técnica. Tenemos fe en que uno aprende y además se adapta a la situación. Estaremos mareados los primeros días, pero aguantaremos".

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Parte de la tripulación de los Sin Rumbo: Mariano Lanzilotta, Marcelo Parmeggiani, Valentin Labanca, Sebastián Venturín. Faltan Pablo Patti y Eduardo Romani.

Parte de la tripulación de los Sin Rumbo: Mariano Lanzilotta, Marcelo Parmeggiani, Valentin Labanca, Sebastián Venturín. Faltan Pablo Patti y Eduardo Romani.

Los protagonistas tienen sus familias y ocupaciones en Mendoza, y Marcelo las señaló: "Yo personalmente tengo dos pequeñas empresas, una de turismo y otra de mobiliario. Pablo Patti se dedica a la construcción; Mariano Lanzilotta, a la industria maderera; Valentín, a la industria de mármoles; Sebastián es comerciante tecnológico; y Eduardo Romani, es jubilado, y el único con tres hijos: Gabi, Ale y Seba".

Una experiencia única que tuvo eco

La idea, cómo lo expresó antes Eduardo, tuvo un mentor, quien la contagió al resto de los enduristas, y así lo confirmó Parmeggiani. "Todo empezó con una ocurrencia de Mariano (Lanzilotta), pero la idea la teníamos de antes, debido a un amigo –Renzo Recchia- que ya había hecho un viaje parecido. Él se había sumado al grupo de las motos, y tanto hablamos del tema, que decidimos emprender un viaje en velero".

"Mariano se entusiasmó tanto que se metió a hacer el curso de timonel. Venía bien que alguno tuviera idea de navegación. Él tenía tiempo, así que comenzó a cursar. Todavía no lo termina, pero ya ha practicado en el dique Potrerillos. Allí conoció a Eduardo (Romani) que se sumó al viaje y es el único que no pertenece al grupo de las motos", continuó.

La mencionada experiencia de Renzo Recchia fue un largo periplo de más de 40 días que unió a través del Océano Pacífico las costas de México con la Polinesia y donde también participaron los mendocinos Hernán Crespo, documentalista y director; Germán Moyano, y Hernán Rikkers.

“La idea del cruce del Atlántico la teníamos de hace tiempo, pero pandemia por medio y el que le dio el impulso fue Mariano, que hizo el curso y se puso a buscar capitán” “La idea del cruce del Atlántico la teníamos de hace tiempo, pero pandemia por medio y el que le dio el impulso fue Mariano, que hizo el curso y se puso a buscar capitán”

"Con Mariano hemos viajado por casi toda Sudamérica, hasta Cartagena (Colombia) en moto, y al principio íbamos a ser sólo nosotros dos, de repente se quisieron sumar todos, y ahora ya no hay lugar en el barco", relató Parmeggiani.

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Un viaje de las características del que emprenderán los Sin Rumbo no es fácil, ni en lo logístico, y sobre todo en la dificultad técnica. "La realidad es que no sabemos en lo que nos estamos metiendo. Pero tenemos la tenacidad de solucionar situaciones complicadas, como cuando se nos rompe la moto de noche, en plena cordillera y tenemos que resolver situaciones. Tenemos el espíritu para encarar la aventura", dijo con confianza Marcelo.

Una de las preguntas obligadas al vocero ad hoc del grupo es la parte económica. Y a ello respondió Parmeggini "En este proyecto, la parte económica la estamos bancando nosotros. A uno de los chicos lo van a ayudar, ya que deja todo y se va para allá (Europa) a quedarse y probar suerte. La mayoría tenemos nuestros propios negocios y eso nos da la disponibilidad de tiempo necesaria para tan largo viaje".

Cómo será el cruce

Los mendocinos se preparan para partir desde la provincia al Caribe a mediados de mes. "Nosotros calculamos estar llegando a Cádiz en abril y pensamos quedarnos un tiempo por allá navegando. Tenemos algunos amigos de España que nos han ofrecido apoyo, y queremos ver de comprar algunas motos –hay algunas de entre 400 y 600 euros- y nos las van a guardar para salir a andar luego. De esta manera ya planeamos en unos dos años ir a África en moto", sumó Chelo sobre la continuidad de salidas del grupo Sin Rumbo a futuro.

Respecto al tiempo que va a tardar el viaje, Marcelo arriesgó: "Serán unos 45 días. Con el capitán nos encontraremos en Martinica, y de ahí vamos a hacer todo lo que son las Antillas Menores de Sur a Norte, para irnos adaptando y aprendiendo a navegar. Vamos a visitar Antigua y Barbuda, Dominica, otras más, y salimos por San Martín".

"Esto nos llevará unos 10 días, y el cruce propiamente dicho, dependiendo de los vientos, que a veces te pueden llevar varas jornadas esperando un viento favorable. Pero en alta mar, serán unos 35 días", detalló el empresario. "Pensamos llegar a las islas Azores, de Portugal, donde vamos a reabastecernos y esperar buen clima, y de ahí calculamos unos cinco días hasta Cádiz", completó.

Respecto a valores y precios, Marcelo indicó que "un barco más o menos potable, que pueda cruzar con cuatro o cinco personas, está en unos 40.000 euros. Se pueden conseguir de entre 30.000 o 40.000, pero hay que arreglarlos".

La nave elegida no es un detalle menor, y sobre esta, Parmeggini confirmó: "El que vamos a usar nosotros es más caro, es un Lagoon 440, un catamarán –tiene dos cascos- muy bonito y ya lo estuvo viendo el capitán. Este tipo de barcos tiene sus pros y sus contras. Una buena es que permite que vayamos siete personas y se pueda almacenar un poco más que en un barco común. Las malas son que las olas te pegan más, y en caso de daños, no flota tanto tiempo como los otros".

Para finalizar, el vocero del grupo explicó: "No sabemos si el capitán es el dueño o si es alquilado. Sabemos que él trabaja con un millonario haciendo estás travesías atlánticas, pero las hace de Europa para acá, con los vientos favorables; vienen casi barrenando las olas. Nosotros vamos a ir con más dificultades, ya que los vientos y corrientes estarán en contra y se demora el triple de tiempo. De este modo nos cuesta una cuarta parte de lo que se paga haciendo el viaje al revés".