El enólogo Mauricio Lorca en su bodega
Para sommeliers y prensa especializada ofreció una degustación de sus vinos españoles el enólogo Mauricio Lorca.
Foto: Martín Pravata /Diario UNO
Así nació su bodega de garaje en Ribeira Sacra, que hoy produce 25 mil botellas al año con uvas locales. A esa iniciativa le sumó otra en Castilla y León, y entre ambas ya exporta a Inglaterra, Canadá, Alemania y, por supuesto, a Mendoza.
Su propuesta tiene algo de contracultural en la vitivinicultura. Siendo mendocino, se propuso rescatar cepas autóctonas españolas -muchas de ellas casi olvidadas- y vinificarlas a pequeña escala con un criterio de calidad, cuidado artesanal y mirada global.
Una carrera meteórica en los vinos de aquí y del otro lado del mundo
Con un contenedor por año, Mauricio Lorca está logrando insertar su vino de España al mercado argentino, y lo que se puede creer una hazaña, a las góndolas mendocinas, ya que están disponibles en su bodega en Perdriel (Luján de Cuyo) y en algunas vinotecas.
La respuesta, tanto del público como de los colegas del sector, lo entusiasma, según contará en esta entrevista con Diario UNO en la que repasa sus orígenes en su Rivadavia natal y cómo desarrolló una carrera meteórica en la vitivinicultura argentina que hoy lo lleva a marcar la cancha del otro lado del mundo.
Con vida en permanente vuelo entre los dos continentes, el enólogo confiesa que sus hijos, su equipo de trabajo y su fuerte convicción personal lo acompañan en esta aventura. “Todo esto sin la familia no funcionaría”, asegura.
Viñedos de Galicia en España
Haciendo en bici el Camino de Santiago es como Lorca descubrió los viñedos con historia de Galicia, en España.
A sus 54 años, y tras una trayectoria admirada que comenzó a los 21, Lorca sigue desafiándose a sí mismo. Desde sus comienzos en Luigi Bosca y La Celia hasta la fundación de su propia bodega en 2002 que creó junto al estadounidense nacido en España Enrique Foster, su recorrido refleja una capacidad poco común de combinar técnica, sensibilidad y visión de negocio.
Mauricio Lorca repasa aquí sus inicios, comparte los desafíos de hacer vinos en dos mundos distintos y revela cómo pasó de querer estudiar medicina en Rivadavia a tener etiquetas en restaurantes de Londres, Madrid, San Pablo, Nueva York y hasta Rumania.
La diferencia de los vinos españoles con los mendocinos
-Ofreciste una clase magistral para mostrar tus vinos españoles en tu bodega mendocina. ¿Cómo recibieron tus invitados el convite?
-Probamos algunos lanzamientos de los vinos que elaboro en España y que hemos traído para vender en Argentina. La verdad que es súper interesante. El chef de la bodega además ofreció el menú de esta nueva temporada que los visitantes pueden degustar los fines de semana. Estuvo bonito, la verdad que fue divertido.
-¿Cómo se siente esto de vender vinos de España en Mendoza?
-Es como raro porque estamos muy acostumbrados a nuestros vinos, y estos vinos de España tienen perfiles bien diferentes. La latitud donde estamos produciendo en España es 42º, como si fuese El Bolsón pero del hemisferio norte. Así que la acidez, el comportamiento del vino es muy diferente, además de las variedades. La cuestión climática ya tiene un impacto distinto en el producto. Es una experiencia nueva.
El enólogo Mauricio Lorca en su bodega dando una masterclass y degustación de vinos
En su bodega en Luján de Cuyo el enólogo reunió a personalidades del vino para hacerles probar sus etiquetas españolas.
Foto: Martín Pravata /Diario UNO
-¿Y qué desafíos te implica eso como enólogo?
-Tenés un desafío técnico, desde el punto de vista enológico, claro. Hubo que adaptarse a nuevas variedades, a climas distintos, comportamiento de la planta es completamente diferente. Por ejemplo, allá no se riega, todo es con el agua de lluvia, se maneja la viña de otra manera. Son otros tipos de suelos y otras variedades. Y también está el desafío como emprendedor. Tenés que adaptarte a sistemas impositivos diferentes, regulaciones, denominaciones de origen que acá no tenemos. Hay que aprender muchas reglas de juego nuevas y pagar derecho de piso.
En bici descubrió la vitivinicultura de España
-¿Cuánto hace que tenés tu bodega en España?
-La primera elaboración fue en 2020. Esta que viene, 2025, va a ser la sexta. Así que serían seis cosechas en cinco años.
-¿Es verdad que todo empezó con el Camino de Santiago en bici? ¿Descubriste las viñas españolas gracias al ciclismo?
-Sí, así fue. Con un grupo de amigos fuimos a hacer en bici el Camino de Santiago de Compostela. Salimos desde Francia, cruzamos los Pirineos, y cuando llegamos a Galicia me enamoré. Es un lugar fantástico en lo paisajístico, en lo gastronómico. Empecé a investigar sobre el lugar y, como viajaba mucho, pensé en tener un lugar donde quedarnos con mi familia, y desde ahí moverme a los mercados internacionales.
Cuando vi que estaba la Ribeira Sacra, con vinos tintos y blancos muy interesantes, me metí de lleno. Compré una casa con una bodeguita de garage y un viñedo de 6000 metros. Así arranqué. Y ahora ya nos hemos expandido a Castilla de León, estamos haciendo vinos tanto de Galicia como de León. Y son todas variedades raras.
Compré una casa con una bodeguita de garage y un viñedo de 6000 metros. Así arranqué. Y ahora ya nos hemos expandido a Castilla de León, estamos haciendo vinos tanto de Galicia como de León. Y son todas variedades raras. Compré una casa con una bodeguita de garage y un viñedo de 6000 metros. Así arranqué. Y ahora ya nos hemos expandido a Castilla de León, estamos haciendo vinos tanto de Galicia como de León. Y son todas variedades raras.
El enólogo Mauricio Lorca en su bodega
Mauricio Lorca es de Rivadavia, tiene 54 años y desde los 21 que desarrolla una admirable carrera en el mundo del vino.
Foto: Martín Pravata /Diario UNO
-¿Por qué te entusiasmó recuperar esas variedades de uva poco utilizadas ya en España?
-Cuando me metí de lleno en la historia de estas viñas españolas descubrí parcelas muy antiguas que se producen como lo hacían los viticultores del lugar hace años. Porque además de Mencía, que es popular, también hacemos vinos de Albarín (que no es Albariño) o Prieto Picudo; son variedades muy poco conocidas. Eso me encanta y es muy atractivo para mí, porque son autóctonas, regionales. Es un rescate de lo tradicional.
En busca de un mercado que revaloriza el origen del vino
-¿Y para el mercado español también es atractivo este tipo de vinos?
-El mercado español es muy particular, allá no importa como acá la marca de la bodega sino la variedad. En un restaurante no pedís un vino de tal bodega sino un Rioja o un Ribera o cualquier otra variedad. Entonces, en ese contexto, estas zonas menos desarrolladas o más olvidadas, con menos marketing, no son tan populares en España. Lo que sí logramos es que, a partir de la distribución que tenemos, hacerlas conocer. Ya nos están comprando también en Canadá, en Inglaterra, en Alemania, acá en Argentina y en Brasil nos estamos metiendo también, como en Colombia.
De este modo vamos construyendo algo que en teoría sería bastante nuevo y que sin embargo es parte del origen del vino en España, en el Viejo Continente. Son zonas que en un momento tuvieron un auge muy grande y que, por el éxodo migratorio y el envejecimiento de la población se han ido abandonando. Así que de alguna manera nosotros estamos poniendo en valor eso que quedó en el tiempo y está retrasado, muy poco desarrollado en la actualidad.
Me atrapa mucho la idea de hacer vinos donde hay oportunidades de crecer revalorizando una parte olvidada de la historia del vino en España. Me atrapa mucho la idea de hacer vinos donde hay oportunidades de crecer revalorizando una parte olvidada de la historia del vino en España.
El enólogo Mauricio Lorca en su bodega dando una masterclass y degustación de vinos
Su propósito con los vinos que elabora en España es revalorizar variedades de uvas olvidadas y que hacen al origen vitivinícola de aquel país.
Foto: Martín Pravata /Diario UNO
-¿Qué diferencia hay en la tarea diaria de producción entre elaborar vino en tu bodega en Mendoza o en la de España?
-El concepto es otro. En España es una bodega de garage, todo es más manual, más artesanal digamos, se vive como en familia. En mi equipo tengo a un mendocino, el ingeniero agrónomo Federico Elías Rumiz, a Sebastián Trimarchi que es de Buenos Aires, y a Marcelo Ajo. Es todo más chiquito, más íntimo. En Galicia estamos produciendo unas 25.000 botellas por año y en Castilla de León unas 30.000. Acá en Argentina para 2026 queremos llegar a dos millones de botellas, la escala es muy diferente.
-¿Dónde se consiguen tus vinos españoles en Argentina?
-En la bodega los tenemos. También en algunas vinotecas de Mendoza, Rosario, Buenos Aires y Córdoba. Lo que traemos es un contenedor por año de un portfolio con cantidades limitadas. Vamos abriendo mercados, y al año siguiente repetimos y así vamos creciendo. Ya nos incorporaron en la sección de alta gama en tres sedes de Jumbo de Buenos Aires. Así que estamos muy contentos. Nuestra visión no es solo vender en España, sino en todo el mundo.
Las bodegas de mendocinos en España
-¿Cómo es hacer vino en España siendo mendocino?
-Allá hay varios argentinos, y mendocinos también. Héctor Durigutti está con su hermano Pablo haciendo vinos al lado mío en Galicia. Matías Michelini está asesorando un proyecto, Gerardo Michelini o Alejandro Vigil también tienen sus bodegas españolas... Y hay un grupo grande de técnicos argentinos trabajando allá. Así que hay una comunidad mendocina y argentina muy importante, con un buen nivel de formación que puede aportar mucho a la vitivinicultura de España.
-¿Qué significa para vos estar entre los cinco mejores enólogos del país?
-El éxito personal, si se puede decir, está respaldado por todo un equipo de trabajo que hay detrás, es un orgullo grande más que nada por lo que representa a nivel equipo. Yo puedo ser un buen enólogo, muy creativo, apasionado, lo que sea, pero sin un equipo no se alcanzan los objetivos. Desde el agrónomo hasta el operario, otros enólogos, el encargado de bodega, desde el que controla una fermentación, el que hace el trasiego; lo que hemos logrado es un equipo interdisciplinario que te permite construir una marca y una reputación a largo plazo que hace que nuestros vinos estén posicionados a nivel internacional.
Entre tantas bodegas del mundo, tantos enólogos y maestros del vino que es un mercado tan competitivo, estar entre los mejores de Argentina es algo que nunca me imaginé cuando empecé a dedicarme a esto. Entre tantas bodegas del mundo, tantos enólogos y maestros del vino que es un mercado tan competitivo, estar entre los mejores de Argentina es algo que nunca me imaginé cuando empecé a dedicarme a esto.
De medicina a enología: un "salto al vacío"
-¿Dónde quedó la medicina en tus aspiraciones de joven? ¿Es verdad que querías ser médico?
-Sí, iba a una escuela técnica en Rivadavia y estaba preparado para estudiar medicina. Me parecía una buena salida laboral en ese momento, ser médico era muy interesante. Pero cuando vi una presentación de la Facultad de Enología algo se despertó en mí. Volví a casa y le dije a mi mamá: “Me voy a cambiar a enología” y así hice. Al principio fue difícil porque en esos años la enología no tenía todo el desarrollo que tuvo después, pero con el tiempo mi mamá me dijo: “Menos mal que lo hiciste”. Porque cuando uno hace lo que le apasiona, el día a día es más fácil. Así que fue duro al principio con un muy buen resultado al final.
Iba a una escuela técnica en Rivadavia y estaba preparado para estudiar medicina. Pero cuando vi una presentación de la Facultad de Enología se despertó algo en mí. Iba a una escuela técnica en Rivadavia y estaba preparado para estudiar medicina. Pero cuando vi una presentación de la Facultad de Enología se despertó algo en mí.
El enólogo Mauricio Lorca en su bodega
Con el empresario del vino Enrique Foster fundó en 2003 la bodega que hoy lleva su nombre.
Foto: Martín Pravata /Diario UNO
-¿Venís de una familia viñatera o relacionada al mundo del vino?
-No, para nada. Mi papá tenía camiones con mi tío y yo iba con ellos a transportar vino en la época de Titarelli y Gargantini, pero no lo veía como una profesión al tema del vino, no lo tenía en mi radar. La vitivinicultura de esa época no era la de ahora. Era un poco un salto al vacío estudiar Enología para las perspectivas de ese momento. Recién en los '90 los agrónomos y enólogos pasan a tener un papel importante en una bodega, empieza la transformación fuerte con Catena, Escorihuela, Luigi Bosca, Rutini, Lagarde, Finca La Anita. Ahí aparece el vino fino, los varietales.
Empecé a trabajar en bodegas a los 21 años. A los 25 entré a Luigi Bosca y al año ya era enólogo jefe. A los 30 me llamaron para liderar Finca La Celia y de ahí no paré. Empecé a trabajar en bodegas a los 21 años. A los 25 entré a Luigi Bosca y al año ya era enólogo jefe. A los 30 me llamaron para liderar Finca La Celia y de ahí no paré.
Degustación de vinos en la bodega Mauricio Lorca
Su bodega en Mendoza busca producir dos millones de botellas de vino el año que viene.
Foto: Martín Pravata /Diario UNO
-¿Cómo nace Bodega Foster-Lorca que hoy es Bodega Mauricio Lorca?
-En 2003 arranco con Enrique Foster (bodeguero estadounidense nacido en España), con quien nos propusimos construir una bodega para elaborar vinos Malbec en Luján de Cuyo. Él sigue siendo socio, pero me dio la posibilidad de comprar la bodega de a poco. Ya tiene 87 años, está retirado, y me cedió la conducción. Es un sueño hecho realidad para mí que este mes cumplo 54 años.
-¿Y el futuro?
-Mi proyecto es seguir creciendo con los vinos de España, posicionarlos mejor en el mercado internacional. Y también seguir haciendo grandes vinos en Mendoza pero siempre con un pie en cada mundo. Porque eso es lo que más me inspira: unir lo mejor de ambos lugares y contarlo en una copa.