Destacada del vino

Cristina Pandolfi, la primera mujer que pisó fuerte en el INV, donde trabajó durante 42 años

Estuvo más de 4 décadas en el INV, donde ocupó diferentes cargos a los que accedió por concurso nacional, público y abierto. Es ingeniera agrónoma y hoy transmite sus conocimientos a dos nietos

La ingeniera agrónoma Cristina Pandolfi es la primera mujer que llegó a altos cargos dentro del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Estuvo en la tercera línea de la institución, en la que trabajó durante 42 años. Dijo que nunca sintió una diferencia de trato por ser mujer. Hoy es la vicepresidenta de la sección Enología de la Academia Argentina del Vid y el Vino, y presidenta de la Asociación de mujeres del vino de Argentina (AMuVA). Su sueño más anhelado, es llegar a ver a sus nietos desarrollados.

En la calidez de su casa en Capital, donde vive junto a su marido Carlos Fernández, con quien lleva 46 años de casados y tuvo a su hija María Viviana, Cristina contó que comenzó a trabajar en el INV muy poco después de recibirse como ingeniera agrónoma de la facultad de Ciencias Agrarias, de la Universidad Nacional de Cuyo. Arrancó en el año 1972, cuando la convocaron para ser parte del laboratorio de investigación.

Al poco tiempo fue nombrada directora de Investigación y después, cerca de 1994, ascendió a directora nacional de Investigación y Comercio Exterior.

"Luego se produjeron cambios en la estructura en la Administración Pública, y los cargos ya no eran más de directores, sino que pasaron a ser gerentes y subgerentes. Entonces, yo pasé a ser subgerente de Estadísticas y Asuntos Técnicos Internacionales", contó Cristina con una enorme sonrisa y mucho orgullo por su carrera.

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Detalló que en el INV, "el presidente es un cargo político que cambia a medida que cambian los Gobiernos del país. Yo siempre estuve en las segundas y terceras líneas, que éramos los que llevábamos un poco la memoria institucional del organismo".

El cargo de subgerente, tercero en la línea de mando, y el que ocupó durante casi 12 años, hasta que se jubiló con 65 años, "fue un cargo que realmente me dio tantas satisfacciones. Trabajamos muchísimo en el respaldo técnico de los vinos nuestros que iban a exportación. Cuando había algún problema en algún país, ahí interveníamos nosotros para defender que nuestros vinos eran auténticos y que su composición era natural".

- ¿Qué problemas surgían?

- Por ahí nos decían que un vino tenía exceso de sodio o de cloro e hicimos todo un estudio de vinos argentinos de distintas zonas, los contenidos naturales de cloro y sodio, porque se nos acusaba que se agregaba sal de cocina, ya que eso podría tener un impacto que aumenta el sabor del vino. Pero demostramos con datos analíticos que los contenidos de cloro y de sodio eran los naturales que correspondían a cada zona. Ese trabajo y discusión lo llevamos a la Organizacion Internacional de la Viti del Vino, de la cual Argentina es parte, y logramos que aceptaran nuestros vinos con sus contenidos naturales.

Agregó: "Siempre trabajé en el INV en acuerdos para facilitar los intercambios comerciales, no para trabarlos. Con el grupo mundial de Comercio del Vino, que son Estados Unidos, Canadá, Chile, Nueva Zelanda, Australia, nosotros, después entró Georgia, hicimos el acuerdo de etiquetado del vino porque antes teníamos una etiqueta para cada mercado. Entonces que la etiqueta debía tener la información básica universal, nos pusimos de acuerdo cuáles, lo aceptaron todos los países y eso abarató costos".

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Cristina se jubiló del INV con 65 años, y aseguró que era una etapa cumplida: "Al INV le debo muchísimo porque lo que logré de formación, además de lo técnico y profesional, que complementó mi formación de la universidad, también fue la formación humana que me permitió trabajar con Cancillería negociando acuerdos con ellos donde estaba incluido el vino. Aprendí muchísimo, cómo se manejan, la prudencia para usar cada palabra. Me permitió conocer lugares del mundo que por mi posición económica no hubiese ido nunca, al vino también se lo tengo que deber a eso, y por la participación en concursos. Pero yo ya estaba mentalizada, y además ya era parte de la Academia Argentina de la Vid y el Vino, donde soy vicepresidente de la sección Enología, y eso me permitió salir del Instituto". Y entre risas dijo: "Mi marido me dice que tengo más actividades ahora que antes".

La vida de Cristina Pandolfi y su elección por el vino

"Soy nacida en Casilda, en Santa Fe. Mi papá trabajaba con un señor que se compró una bodega en Mayor Drummond, en Lujan de Cuyo, y mi papá era la persona de confianza que esta persona quería mandar a Mendoza y en el año 1955 nos vinimos. Yo tenía 9 años", recordó Cristina.

"Mi papá vino como capataz de esa bodega. Yo iba a la primaria a la escuela Juan José Paso, me iba caminando y tenía el olor todos los años de las fermentaciones de la bodega, porque la casa del capataz estaba al lado de la bodega", relató.

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La secundaria la hizo en el colegio Magisterio, "ahí nos dieron una formación humanística extraordinaria. Me acuerdo que el último año nos llevaron a conocer diferentes facultades para despertarnos en la orientación vocacional. Cuando llegué a la facultad de Ciencias Agrarias y vi por esos ventanales unos hombres trabajando la tierra, y vi los viñedos, se me juntó todo el entorno en que me había criado, más el hecho que nos hicimos todos mendocinos por adopción y no volvimos más a Casilda a vivir".

Cuando estaba en la secundaria, Cristina, sus padres y su hermana, que tiene 5 años menos que ella, se fueron a vivir a Maipú "por un hecho desgraciado que nos hizo cambiar de rumbo".

"En la bodega Furlotti, de Maipú, que era muchísimo más grande que en la que estaba mi papá, el segundo capataz limpiaba una pileta donde queda la piel y las semillas de la uva, y murió intoxicado y asfixiado por los gases de la fermentación. Luego de eso, empezaron a buscar un capataz y lo llamaron a mi papá, que pasó a trabajar en una de las bodegas más importantes del momento. Después paso a Arizu. Siempre como capataz era sumamente eficiente, y tenía una memoria importante. Se acordaba de los números de las piletas y el estado en el que estaban. Eso siempre se lo admiré".

- Y una vez que se recibió de ingeniera agrónoma, ¿cómo llegó al vino?

- Es una carrera que te habilita a un montón de actividades diferentes. Quizás esto que viví al lado de una bodega desde chica me fue decidiendo. En la carrea cursé enología, viticultura, ahí me fui orientando y ya Mendoza me terminó de atrapar.

- ¿Fue difícil estudiar esa carrera para una mujer?

- Mis compañeros eran todos varones y solo éramos dos chicas, y terminamos las dos, firmes, hicimos los viajes de estudio y todo perfecto. Nunca sentí el rechazo o que me disminuyeran por ser mujer, no tuve mayores problemas.

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- ¿Cuál fue su primer trabajo?

- Primero empecé a trabajar con una ayudantía de cátedra en la facultad, después tuve un cargo en el Centro de Investigación Tecnológica de Frutas y Hortalizas (CITEF). Cuando estaba ahí, el Instituto habilitó laboratorios nuevos para investigación, entonces me fueron a buscar y armaron un grupo de investigación. Ahí entre al INV y seguí escalando posiciones. Algunos de esos cargos los gané por concurso nacional, abierto y público. Como mujer no me sentí discriminada. Ocupé un cargo que era el tercero de la línea y a veces me quedé a cargo del INV cuando el presidente se tomaba vacaciones.

El INV le permitió, además, ser la directora técnica del concurso Vinandino, el primero internacional de vinos del hemisferio Sur que comenzó en 1993, se hacía cada 2 años, y de los cuales Cristina participó hasta el 2005.

"Como directora del Vinandino entré como jurado en el circuito de los grandes concursos internacionales de vinos que tienen el auspicio y patrocinio de la Organización Internacional de la Viti del Vino. Fui varias oportunidades delegada para verificar que los concursos cumplieran la norma de la OIV", describió Pandolfi.

Actualmente, con la Academia Argentina de la Vid y el Vino " vamos a participar del proyecto de la senadora provincial (UCR) Gabriela Testa para que designen a la Fiesta de la Vendimia como patrimonio y material de la humanidad".

Además, luego de una convocatoria que hizo la Academia de investigadores de la facultad de Ciencias Agrarias, del INTA, y del instituto Catena, hicieron estudios sobre los terruños desde diferentes ángulos e hicieron un libro. "Ahora, por el mes del malbec, la Municipalidad de Capital le pidió a la Academia Argentina de la Vid y el Vino que haga la presentación de este trabajo", explicó la ingeniera agrónoma.

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Asociación Mujeres del Vino de Argentina

AMuVA es una asociación sin fines de lucro que comenzó hace 8 años. "Su objetivo es reunir mujeres de diferentes profesiones, distintas actividades de las más variadas, que nos une como denominador común la pasión por el vino, el querer aprender de vinos y de todo lo que lo rodea, su cultura, el turismo, la enogastronomía, la comida asociada al vino, porque cada plato se realza y es más placentero para quien lo come y se busca esa sinergia entre el vino y la comida".

El 10 de mayo del 2021, Cristina Pandolfi fue nombrada como presidenta de esta asociación de mujeres. "Me acompaña un grupo de mujeres que están apasionadísimas con esto, de hacer actividades cada vez más interesantes. Todo esto es ad honorem y le dedicamos mucho tiempo", expresó.

- ¿Cómo hay que hacer para ser parte de AMuVa?

- Hay que presentar una solicitud, una breve historia de vida, para saber un poco más de la persona, los gustos, aspiraciones, por supuesto el titulo que tenga o a qué se dedica. Se paga una membrecía y una cuota anual porque hay una serie de costos fijos, como contador, fotógrafo, que no podemos prescindir de ellos.

- ¿Qué actividades hacen?

- Normalmente hacemos una actividad mensual que consiste generalmente a una visita a una bodega. Pero no es una visita simple para ir a comer y que el guía nos haga la recorrida habitual, no. Comprometemos al enólogo o enóloga, entonces es una visita donde el enólogo brinda toda su experiencia, da explicaciones, las mujeres hacen todo tipo de preguntas, vamos a las cavas, prueban vinos directamente de las barricas, se les explica qué sensaciones tienen que percibir de ese vino, el que sale de tanque, el que está en fermentación. Después hacemos degustaciones dirigidas por el mismo enólogo que explica los vinos que a él le interese representar de su producción.

"Otro objetivo muy importante, que lo estamos profundizando ahora más, es el de consumo moderado o razonado. Ese cambio cultural que tenemos que hacer de lo que es consumir en la justa medida y no tomar irresponsablemente", manifestó Pandolfi y agregó: "Si son salidas muy largas como al Valle de Uco, generalmente contratamos algún bus o traffic, y ahí sí hay total libertad de apreciar los vinos. Pero cuando vamos en autos particulares, entonces armamos que haya una conductora responsable que identificaremos con una pulserita y de alguna manera hacerle un cariñito como para compensarle".

Además, "en la medida de nuestras posibilidades tratamos de hacer alguna acción de responsabilidad social. Por ejemplo el año pasado las socias aportaban en cada visita leche que después juntábamos y contribuíamos al merendero Rincón de Luz, que funciona en la Parroquia San Eugenio, en Godoy Cruz".

- Este año distinguieron a varias mujeres desde AMuVa...

- Justamente la responsable de esta tarea que tiene muchos niños con historias no felices, como dice ella, le dimos la distinción este año porque realmente es un trabajo altruista, desinteresada, ella con su esposo. Es Graciela Daniele. Distinguimos también a Magdalena Pesce por área de responsabilidad corporativa y social. Luego tenemos Cecilia Buj de Altieri, por el área empresaria vitivinícola. A Nadia Haron en área de enogastronomía y turismo, ella es nacida en España, estudió farmacia pero hizo un cambio radical en su vida, y dice que no nació para ser "boticaria" sino que ella es cocinera de alma. A Alejandra Gil Posleman la distinguimos en el área de enoturismo, y a Federica del Olmo, que es una artista plástica con una trayectoria enorme y también es instructora de sky.

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"Todas son mujeres responsables, decididas, que son madres, que trabajan, que se multiplican y llegan a cumplir sus tareas con una eficiencia que las hace destacar. Qué mejor que una asociación de mujeres reconozca a otras mujeres", reflexionó Cristina.

- ¿Un lugar fuera de Mendoza?

- Conocí muchos países, pero tengo una simpatía muy especial por Francia, por todas las zonas vitivinícolas, el amor y la pasión que tienen por el vino, pero no solo por el vino, sino por todo lo que hacen, lo hacen bien.

- ¿Y su vino preferido?

- No encontrás dos iguales. No puedo decir que tengo un vino preferido, es muy difícil. Me encanta el malbec, el cabernet franc, el suovinog blanc, el chardonay, el pino noir.

- ¿Cómo ve a Argentina?

- Estamos en una situación muy especial. Venimos saliendo de la pandemia, que se agravó con una cuarentena exagerada, desmesurada. Si bien a la producción se le permitió seguir, y ese año aumentó el consumo interno de vinos y aumentó la exportación de vinos a granel, pero después pasó ese momento y perjudicó que no había actividad. El Gobierno de Mendoza en ese sentido fue abierto de mente porque abrió bastante temprano, de apoco, con cuidados y no pasó nada. Entonces, quizás, se podría haber abierto con cuidados y el perjuicio económico no hubiese sido tanto quizás. Pero es muy fácil hablar con el diario del lunes.

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"Pero ahora eso se sumó a la tremenda crisis económica que tenemos, y que el poder adquisitivo nuestro cae día a día. Los insumos la mayoría son importados, y nuestro país tiene un problema muy serio de falta de dólares. Se complicó más con la guerra en Ucrania, pero no le podemos echar la culpa de todo porque nuestro problema de inflación viene de hace años. Espero que tengamos un plan económico y que se reactive, porque es muy triste. Tenemos un potencial enorme y estamos padeciendo".

- ¿Le quedó algún sueño por cumplir?

- Tengo un sueño que sería ver a mis nietos completar algo, verlos crecer. Son muy apegados a mí, interesados en aprender. Hace unos días los llevé a cosechar a la finca de una amiga y ahí estaban con las tijeritas, charlaban con los cosechadores. Mi nieta, que es la más chiquita, agarra el copón de vino y me dice: 'A ver nona, mmmm huele a chocolate', ella es de inventarse esas cosas. Con el otro, desde chiquito recorríamos el jardín y olía el romero, olía el orégano, le fui desarrollando el olfato y se da cuenta de lo que tienen las cosas.

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