Argentina esconde pueblos donde la frontera se disuelve en lagos compartidos y los huertos de cerezos tiñen de rojo los veranos patagónicos. Mientras Ushuaia y El Calafate dominan los itinerarios turísticos, hay un lugar que queda como un remanso para los turistas buscan cosechas frescas y vistas al Lago Buenos Aires sin multitudes.
Está ubicado en la provincia de Santa Cruz, con 2.500 habitantes y es conocido como la Capital Nacional de la Cereza. No sólo eso sino que también ofrece un turismo agroecológico en un valle protegido por el viento. Este rincón fronterizo invita a una experiencia patagónica auténtica, lejos del ruido, con énfasis en la sostenibilidad y la herencia tehuelche.
Los pintorescos paisajes de pueblo de Santa Cruz.
El pueblo con cerezas de otro mundo
Ubicado a 60 kilómetros al oeste de Perito Moreno, al pueblo Los Antiguos se accede por la Ruta Nacional 43. Se extiende en un valle fértil a 200 metros de altitud, con calles anchas, plazas con monumentos tehuelches y fincas que producen 1.500 toneladas de cerezas anuales. Fundado en 1921 como colonia agrícola, hoy es municipio con alrededor de 1.000 viviendas.
El atractivo principal del pueblo es el lago Buenos Aires de 1.850 kilómetros cuadrados, que es el segundo más grande de Sudamérica, con costas de arena volcánica para playa y pesca de salmón chinook. Desde el muelle municipal, se alquilan kayaks para remar 2 horas hasta la frontera, avistando flamencos rosados. Las chacras de cerezas abren en enero para cosechar con datos de producción anual de 1.500 toneladas reportados por el Ministerio de Agricultura.
El pueblo está al borde de un típico lago de la Patagonia.
Para días dinámicos, el pueblo propone rutas variadas: trekking al cerro de la Cruz con vistas 360° al lago y petroglifos tehuelches de 5.000 años, mountain bike por el circuito fronterizo o cabalgatas por el Valle de los Antiguos. En febrero, la Fiesta Nacional de la Cereza suma desfiles y degustaciones gratuitas; actividades reguladas por la municipalidad con cupos para preservar el ecosistema lacustre.
La gastronomía local del pueblo claro que celebra la fruta: trucha al limón con salsa de cereza, cordero al asador con ensalada de berries y guiso de lentejas con chorizo patagónico. Sirve empanadas de salmón ahumado y postre de dulce de cereza con helado de yogurt; vinos de bodegas sureñas. Desayunos en cabañas incluyen yogur con granola de frutos rojos, huevos de campo y café torrado en sartén.





