Este es el Eje Central de Beijing, también conocido como “la columna vertebral de la ciudad”. Denota un conjunto de complejos edilicios y sitios arqueológicos que han moldeado el diseño general de la ciudad capital. Entre ellos se encuentran palacios y jardines imperiales, edificios ceremoniales y administrativos, así como vestigios de las antiguas calles que conformaban este eje central.
El prominente arquitecto chino e historiador de arquitectura Liang Sicheng (1901-1972) una vez escribió: “El orden único y magnifico de Beijing está creado por su Eje Central... No existe en el mundo otro complejo edilicio que tenga un diseño tan imponente o que maneje un espacio de tal escala”.
El 27 de julio, en la 46a reunión del Comité del Patrimonio Mundial en Nueva Delhi, India, se inscribió el “Eje Central de Beijing: un conjunto de edificios que exhibe el orden ideal de la capital china” en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
En un área de cobertura de 589 hectáreas y una zona de contención de 4.542 hectáreas, la inscripción, que consta de 15 componentes, marca el Sitio de Patrimonio Mundial número 59 de China y el número 8 de Beijing.
Según Lyu Zhou, director del Centro del Patrimonio Nacional en la Universidad de Tsinghua, el concepto de planificación del Eje Central de Beijing se origina de los ideales filosóficos de neutralidad y armonía, así como en la tradición cultural de “elegir el centro” en el seno de la civilización china.
“Sirve como la materialización de la cosmovisión tradicional china, los valores y el concepto de tiempo y espacio, que portan un fuerte significado simbólico,” añadió Lyu.
Los conceptos detrás del Eje Central de Beijing se remontan a Kaogongji (Libro de los diversos oficios), escrito antes de 221 a. C., que detalla los principios de planificación de la ciudad capital. Durante la dinastía Han Occidental (206 a. C. - 24 d. C.), se redescubrió e incorporó el libro al clásico confuciano Zhouli (Ritos de Zhou), y se convirtió así en el pensamiento confuciano ortodoxo acerca del paradigma ideal de la ciudad capital.
En el siglo XXIII, la dinastía Yuan (1271-1368) eligió el lugar actual de Beijing para construir su capital, Dadu. Se estableció un punto de referencia en la orilla este del actual Lago Shichahai, donde se erigieron la Plataforma Central y la Torre Central. Hacia el sur desde la Plataforma Central, se trazó un eje preliminar sobre el cual se construyó la ciudad imperial. Con la Plataforma Central en el centro, se diseñó una cuadrícula rectangular que definiría los límites de Dadu.
De 1406 a 1564, mientras continuaba la construcción de las ciudades internas y externas de Beijing, se formó el Eje Central con una longitud total de 7,8 kilómetros. Basado en los lineamientos prescriptos en el Kaogongji, los antiguos chinos construyeron los templos, altares y edificios gubernamentales que están alineados o dispuestos simétricamente a lo largo del Eje Central.
“En todas las fases de construcción de la ciudad, el Eje Central impuso el diseño de toda la ciudad, que estableció un diseño simétrico. Esto tiene una relevancia particular al reflejar las características de nuestra cultura y estética”, señaló Lyu. “Este es el motivo por el cual, hoy en día, al pararnos en el Eje Central para tomar fotos o filmar, podemos encontrar innumerables ángulos que ilustran su centralidad, simetría y orden”.
En los 12 años previos a la inscripción, se emitieron varios documentos políticos para fomentar la preservación y gestión, el mantenimiento ambiental y el compromiso público en relación al Eje Central de Beijing.
“El sistema de protección para el Eje Central de Beijing está en un proceso de mejora continua”, comentó Chu Jianhao, subdirector de la Oficina Municipal de Beijing para la Conservación y Gestión del Eje Central de Beijing. “El patrón histórico y el encanto del Eje Central de Beijing están siendo paulatinamente restaurados y reproducidos de manera vívida con la mejora continua del entorno habitacional y el paisaje urbano, lo que resulta en un aumento del bienestar y la satisfacción de los residentes locales”.
Según él, la inscripción del Eje Central de Beijing como Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO marca un hito y un nuevo comienzo, demostrando la continuidad, innovación, unidad, inclusión y naturaleza pacífica de la civilización china. Afirmó que en el futuro se resumirán cuidadosamente las prácticas de preservación, se aprovechará la experiencia internacional y se cumplirán las responsabilidades de la Convención de Patrimonio Mundial para preservar la antigua ciudad de Beijing de manera integral.
Wang Kaihao colaboró con esta nota.