Viviana, la dueña de la casa, estaba casualmente en su patio junto a sus hijos y sobrinos y estaban a punto de merendar cuando escucharon un estruendo acompañado por la dramática rotura del hormigón del muro perimetral. Al mismo tiempo un colectivo fuera de control ingresaba marcha atrás por el jardín con el motor andando y sin chofer.
El micro finalmente detuvo su marcha porque se cayó dentro de la pileta. Luego de varios minutos y asombrada por lo que acababan de presenciar, la mujer llevó adentro a los menores y salió para ver y encontrarle explicación a lo que acababa de ver. Allí entendió que el colectivo de la línea 391 había provocado el incidente.
El colectivo viajó solo desde enfrente, atravesó la calle, que por suerte en ese momento no pasó nadie, rompió la pared y terminó en la pileta con sus ruedas traseras metidas en ella.
La mujer relató que incluso pasaron cinco minutos y nadie de la empresa se hizo presente y mucho menos sabían lo que había ocurrido. Después se cruzó el colectivero y paró el micro que quedó encendido. El colectivo permaneció con el motor encendido durante media hora.
Según la vecina no es la primera vez que ocurre un siniestro de estas características ya que antes pasó también.