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Imagen de la evacuación de los andinistas accidentados en una expedición en el volcán Lanín, donde falleció la mendocina Vanina Romero mientras era trasladada en un helicóptero al hospital de San Martín de los Andes, Neuquén.
Gentileza Diario Río Negro
Según los conocedores del cerro que está en el parque nacional homónimo neuquino y es compartido por Argentina y Chile, el lugar del trágico accidente se vuelve resbaladizo cuando hay tormentas, lo que sucedió días antes, endureciendo y congelando la nieve caída.
El guía que los acompañaba trató de rescatar a los accidentados, sufriendo también fracturas en sus piernas, por lo que todos debieron ser evacuados, incluido otro integrante de la expedición con heridas, en un helicóptero del Sistema Nacional de Manejo del Fuego. Rescatada con signos vitales, sin embargo Vanina no logró llegar con vida al hospital de San Martín de los Andes donde era trasladada.
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La noticia del fallecimiento trágico de la andinista mendocina se reflejó en la prensa de Chiapas, México, donde la ingeniera en Recursos Naturales vivió años atrás.
Quién era Vanina
Pero más importante que la fría crónica de la temprana partida de la deportista mendocina, es saber cómo vivió. Allí se abre el hermoso libro que muestra a una mujer comprometida con la vida, y sobre todo con la Madre Tierra y la naturaleza, las causas justas, como los derechos de la mujer y los desprotegidos.
La mendocina que vivió también en Palenque, Chiapas, México, nació el 31 de enero de 1990, era ingeniera en Recursos Naturales, egresada de la UNCuyo y se especializó en Sociología Ambiental. En la biblioteca de la casa de estudios hay varios trabajos de su autoría o coautoría, como Análisis de la agroindustria vitivinícola de Mendoza y el uso del recurso hídrico, o Desafíos y debates del pensamiento ambiental crítico en el nuevo contexto sudamericano.
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Amor por la Madre Tierra. En cada acto de su vida Vanina Romero expresaba esa conexión con la naturaleza y la gente, en especial los postergados pueblos originarios.
Su pasión era la defensa y cuidado de la naturaleza, pero sobre todo de los pueblos originarios. De ellos aprovechaba los conocimientos empíricos de los recursos, entre ellos el uso de hierbas y plantas medicinales, y los estudiaba desde su trabajo en el Conicet, en forma científica para su correcta aplicación.
Según la leyenda aborigen del volcán Lanín, allí mora el dios Pillán, quien no permite que los hombres entren a sus dominios. Según un antiguo relato mapuche, una tribu osó ingresar al volcán cazando huemules, y la deidad desencadenó su furia haciendo entrar en erupción al volcán y sacudiendo toda la región, demostrando así su mal carácter. Ahora el Lanín será recordado por la muerte esta joven mendocina.