Agustina Tapia es mendocina, veterinaria y tiene 33 años. Desde hace 2 vive en Camerún, en pleno corazón de África, donde trabaja en un santuario de grandes simios que rescata animales víctimas del tráfico ilegal de fauna. Su día a día transcurre entre chimpancés, gorilas, primates, guardias eternas y decisiones que no siempre dan margen al error.
Una veterinaria mendocina dejó todo para irse a África y se especializó en atención de grandes simios
Agustina Tapia estudió veterinaria en la UMaza y un día decidió alejarse 11.000 km de Mendoza para atender a animales que provienen del tráfico ilegal en África
No llegó allí de casualidad. Lo fue construyendo de a poco, con estudio, convicción y una vocación que empezó cuando era chica, mirando documentales y soñando con trabajar con animales silvestres.
Hoy, lejos de Mendoza y del desierto, su casa está rodeada de árboles, pájaros y una calma que, según cuenta, no se encuentra en ninguna ciudad. Agustina dialogó con Radio Nihuil para compartir su historia y su experiencia.
Una vocación que empezó temprano
Agustina estudió Veterinaria en Mendoza, en la Universidad Juan Agustín Maza. Mientras cursaba, ya tenía claro que lo suyo no iba a ser un consultorio de barrio. Siempre se fue enfocando en la fauna silvestre, aun sabiendo que no es un camino sencillo ni con demasiadas oportunidades en Argentina.
Desde muy chica sabía que quería trabajar con grandes simios. Admiraba a Jane Goodall, siguió su trabajo de cerca y hasta tuvo la oportunidad de escucharla en una charla en Buenos Aires. Pero, a diferencia de su referente, Agustina quería hacerlo desde la medicina veterinaria. Así fue buscando experiencias, formándose y sumando pasos hasta que, hace dos años, llegó la propuesta inesperada desde Camerún.
El trabajo en el santuario de animales
El santuario donde trabaja alberga a unos 300 animales, todos rescatados del tráfico ilegal de fauna. La mayoría llega siendo cría, muchas veces en condiciones críticas. El primer contacto siempre es con el equipo veterinario de Ape Action África, que se encarga de estabilizarlos y acompañarlos en la recuperación.
Después, cada animal pasa a tener un cuidador que cumple un rol casi maternal hasta que puede integrarse a un grupo de su misma especie.
Aunque viven bajo cuidado humano, el objetivo es que tengan una vida lo más parecida posible a la natural, tanto por el entorno como por la forma en que se organizan los grupos.
Cómo es vivir a una hora y media de la selva
El santuario está a una hora y media de Yaoundé, la capital de Camerún, en medio de la selva. Agustina vive ahí, y dice que no es una vida para cualquiera, pero que a ella le encanta.
Hay una paz que no se encuentra en la ciudad. Cuando tiene días libres -algo que no ocurre a menudo- aprovecha para ir a la capital, compartir tiempo con la gente local y conocer un poco más de una cultura completamente distinta a la argentina.
Simios que se parecen demasiado a los humanos
Para Agustina, trabajar con grandes simios también es una forma de mirarnos al espejo. Son inteligentes, forman vínculos fuertes, tienen amistades, conflictos y emociones complejas. Pueden ser muy intensos, incluso agresivos, pero algo que a ella le llama la atención es que suelen perdonarse rápido.
Resuelven los conflictos en el momento, sin arrastrarlos. No son rencorosos. Y eso, dice, es algo que a los humanos nos cuesta bastante más.
El rescate, un momento que hace que todo valga la pena
Los momentos más felices llegan después de los casos más difíciles. Animales que llegan al límite, noches sin dormir, días enteros acompañando a un paciente que parece no salir adelante. Cuando finalmente lo logran, la sensación lo compensa todo.
Agustina siente que ese alivio es compartido por cualquier profesional de la salud, sin importar la especie. Es la recompensa de entregarse por completo.
A futuro, le gustaría seguir estudiando y trabajar con otras especies, aunque siempre ligada a la conservación. Explica que cuidar grandes simios también implica proteger ecosistemas enteros, incluso especies que no suelen despertar tanto interés, como insectos fundamentales para el equilibrio del ambiente.
Desde la selva africana, esta veterinaria mendocina construyó una vida lejos, intensa y coherente con lo que soñaba de niña.







